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El regreso de la mili a Europa: Un intento de cohesión nacional

Lunes.17 de septiembre de 2018 543 visitas Sin comentarios
El militarismo, perpetua herramienta de control social. #TITRE

Nos hacemos eco de este artículo de el diario El Mundo, aunque no nos convenza mucho su enfoque, ante lo preocupante del fenómeno de la reinstauración o posible reinstauración del servicio militar obligatorio en diferentes países del entorno. Parece que la causa no hay que buscarla en necesidades de tipo bélico o defensivo sino en cuestiones de tipo social; cómo estos estados entienden la prestación del servicio militar como un potente agente "educativo" frente a nuevas generaciones de jóvenes que -entienden- se les están escapando de las manos. Nota de Tortuga.


ALBERTO ROJAS

¿Qué ha cambiado en el mundo de hoy para recurrir a una fórmula abolida hace 20 años en la mayor parte de nuestros países vecinos? ¿Las amenazas actuales, basadas en el terrorismo o la ciberguerra, requieren más soldados? ¿La pertenencia a la OTAN y su política de apoyo mutuo en caso de ataque no es suficiente garantía de seguridad? ¿Es un país de recluta obligatoria más cohesionado que otro con un ejército profesional? ¿Es más atractivo para un político actual anunciar recortes en Defensa o prometer un regreso al servicio militar obligatorio? ¿Se trata de una medida militar o simplemente de control social?

Todas estas preguntas eran impensables hace unos meses, pero algunos discursos están comenzando a cristalizar: la mili vuelve a estar de moda. Primero fue Suecia, que decidió recuperar el servicio militar el año pasado. Después le ha tocado a Marruecos, que anunció por sorpresa el regreso a la vieja recluta obligatoria para todos los jóvenes, incluidas las mujeres. En Francia, Emmanuel Macron abrió el melón este mismo año con una propuesta arriesgada: un servicio militar de un mes de duración para mayores de 16 años. En Alemania, el partido de la canciller Merkel (la misma que lo suprimió en 2011) pidió también su reinstauración con el apoyo de otros partidos. En Italia, el ministro del Interior, Matteo Salvini, propuso algo parecido a los jóvenes italianos "para recordar a sus hijos que además de derechos, también hay deberes".

Hace aproximadamente 20 años, en la mayor parte de los países de nuestro entorno, se suprimió el último hilo entre la corresponsabilidad civil y militar de la Defensa. Hoy es sólo cosa de los uniformados pero, ¿cuáles son las razones para proponer esta vuelta a algo que formaba parte del pasado, que es más caro y que, según todos los expertos, resulta inefectivo?

Para ver lo que ha cambiado Europa desde hace dos décadas hasta hoy sólo hay que darse un paseo por el contexto geopolítico. En el mundo actual, la OTAN suscita dudas sobre su compromiso. El gran protector de Occidente, Estados Unidos, bajo el mandato del presidente Donald Trump, ya no se percibe como un aliado. Reino Unido, uno de los ejércitos más poderosos del mundo, ha dado un portazo a Bruselas y los países del Este, conocidos como el Grupo de Visegrado, siguen avanzando en una política nacionalpopulista de fronteras cerradas y libertades cada vez más restringidas.

Alemania, el país con más músculo económico de la UE no va a liderar militarmente a Europa por su pasado. Y Vladimir Putin ya ha demostrado que es un nostálgico del Imperio Soviético y pretende reinstaurar su influencia. Moscú ha llegado a decir: "La etapa actual las relaciones entre Rusia y la OTAN se hallan en la crisis más profunda desde los tiempos de la Guerra Fría".

Según afirma el analista y coronel del Ejército de Tierra Pedro Baños, "la vuelta a la mili hay que interpretarla de diferente manera según el país que la proponga. Por ejemplo, para Francia o Alemania, se trata de una medida mucho más social que militar. Hay una parte de la sociedad en estos países que está marginada y ese servicio obligatorio pretende integrar a estas personas en una idea de pertenencia al Estado", dice Baños, que aclara: "Es una política parecida a la que ya existe en Francia: el servicio para los jóvenes nacidos en ultramar, que lo que pretende es conseguir una mayor cohesión nacional".

Otra razón para el regreso de la mili es el nacionalismo creciente en Europa. Para la analista del Instituto Elcano Ilke Toygür, el servicio militar no deja de ser "una herramienta nacionalista en un momento en el que las tensiones entre países comienzan a subir en paralelo a la desconfianza general. Para evitarlo, la Unión Europea debería coordinarse en política exterior con una política militar común en vez de profundizar en nacionalismos que la debilitan en su idea", afirma Toygür.

Según afirma Baños, esta idea del servicio militar, en su componente de cohesión nacional, "también busca atacar a los nacionalismos periféricos con los destinos fuera de tu comunidad y con las amistades que, al cabo de un tiempo, se forjan entre los reclutas de unas zonas y otras".

En el caso de Francia, con la obligatoriedad de cumplir el servicio para los hombres y las mujeres en edad adolescente, además supone la posibilidad de introducir una educación en la igualdad total de sexos. "En Noruega, por ejemplo, donde chicos y chicas forman parte por igual del ejército, hasta comparten las mismas duchas", asegura Baños.

Para este coronel, el servicio militar obligatorio tiene poco que ofrecer desde el plano de la defensa: en los conflictos actuales, tener un ejército numéricamente grande, formado por las viejas academias castrenses, no garantiza ni una buena defensa ni un ataque efectivo. Si así fuera países como Corea del Norte, Turquía o Egipto serían los más poderosos, pero en una época de robotización y tecnificación de la guerra es más importante la inversión en ordenadores que en soldados.

Para Tüygur, que pone el ejemplo de Turquía, "la mili siempre ha sido una manera de integrar el mundo rural con el Estado, darle una oportunidad a gente que no sabía leer de poder hacerlo. El problema es que esos ejércitos tan grandes, al final, cuestan mucho dinero. Y Turquía, por ejemplo, comenzó a aceptar el pago de una cantidad económica a cambio de no hacer el servicio militar, lo que beneficiaba a los ricos. Ahora se ha aprobado una ley por la cual todo el mundo, al menos, debe estar 21 días en la mili turca pague lo que pague".

A veces, esta política acaba afectando a varios países de alrededor: que Turquía tenga uno de los mayores ejércitos del mundo lleva a Grecia, su viejo enemigo, a mantener un servicio militar obligatorio y una Armada enorme para su tamaño y su población.

Pero al margen de los servicios militares como coartada de cohesión nacional, hay otros países que sí lo han reinstaurado para mantener un control sobre la población juvenil, sometida al desempleo o la marginación: es el caso de Marruecos, un país en el que florecen las revueltas en zonas como el Rif y en el que los adolescentes se sienten cada vez más lejos del Estado. En otros lugares de África, como Eritrea, la mili no tiene una duración definida. Si el recluta no tiene dinero para sobornar a sus oficiales, perderá su juventud en un cuartel esperando una licenciatura que nunca llega.

En cuanto a las razones puramente militares para mantener la mili, Baños asegura que "el mejor ejemplo es el de Noruega, donde sí hablamos de una necesidad de Defensa más que social, porque con el servicio voluntario no se conseguían cubrir las plazas mínimas estipuladas", lo que lo convierte en un ejemplo parecido a Suecia, donde el ejército profesional no ha terminado de cuajar por la ausencia de efectivos.

En la actualidad hay seis países de la Unión Europea que mantienen la base de su defensa con ese sistema obligatorio: Austria, Grecia, Dinamarca, Suecia, Chipre, Estonia y Finlandia. Tres de ellos o hacen frontera con Rusia (Estonia y Finlandia) o están muy cerca (Suecia). Desde la guerra de Ucrania y la ocupación militar de la península de Crimea por el Kremlin, la ilusión de la seguridad ha desaparecido. El camuflaje había pasado de las trincheras a las pasarelas de la moda, pero van a tener que volver a los cuarteles.

Capitán, mande firmes.

El Mundo

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