casco insumissia fusil roto
x
casco insumissia fusil roto

Para ponerse en contacto con nosotr@s envíanos un email a noticias @ antimilitaristas.org.

Radio Nederland

Los militares y la cocaína (Saskia van Reenen)

Los militares y la cocaína (Saskia van Reenen)

En materia de droga, consulte a Holanda: ya en el año 1900, este país era conocido en pequeños círculos como proveedor de droga. En esa época existía una fábrica de cocaína en Amsterdam que suministraba grandes cantidades de esa droga a los soldados alemanes y británicos durante la Primera Guerra Mundial. Los militares se convertían en combativas máquinas de guerra gracias al efecto del polvo blanco. La escritora holandesa Conny Braam escribió una novela, “El viajante de la Fábrica de Cocaína Holandesa”, basada en estos hechos verídicos.

Fragmento del libro:

El enfermero se inclinó sobre Robin, tanteó en su maletín de primeros auxilios, sacó una botella y la destapó. “Abre la boca”, gritó. Robin lo miró temeroso, el enfermero le obligó a abrir la boca y tragar una tableta, luego le dio a beber un trago de ron. El temblor cesó. Robin se sintió eufórico. “Hombres, vamos a luchar”, bramó un oficial con los ojos desorbitados.

Así describe Conny Braam en su libro “El viajante de la Fábrica de Cocaína Holandesa” la manera en que se suministraba cocaína al soldado británico Robin Ryder durante la Primera Guerra Mundial. El soldado se encuentra en la trinchera.

La historia del comercio holandés de cocaína es un hecho verídico, aunque los dos protagonistas son personajes ficticios. Lucien Hirschland es el viajante que vende la droga a las farmacéuticas inglesas y alemanas. Robin Ryder es el soldado que consume el polvo blanco.

Braam descubrió que Holanda era la mayor proveedora de cocaína durante la Primera Guerra Mundial. En la colonia indonesia de Java, se cultivaban las plantaciones de coca. Seguidamente se procesaban las hojas, que contienen una alta dosis de alcaloides, en la fábrica en la calle Weespertrekvaart de Amsterdam, convirtiéndola en cocaína pura.

Según la escritora, el efecto adictivo de esta droga ya era conocido hacia el 1900. El psiquiatra Sigmund Freud había efectuado experimentos con la cocaína y había publicado sobre esto en su libro “Über Kokain”. No obstante, sus peligros fueron ignorados y Holanda, país neutral durante la Primera Guerra Mundial, suministraba la droga a todos los países involucrados en el conflicto bélico: Alemania, Gran Bretaña, Estados Unidos, Francia y Canadá. Braam:

“Encontré una investigación realizada por un estudioso alemán a fines del siglo diecinueve, que descubrió que la cocaína era una sustancia excepcional para los soldados alemanes. Elimina la sensación de hambre, aumenta en grado sumo la agresividad. Se pierde la capacidad de evaluar el peligro y todo eso era ideal para esta guerra demencial en la que decenas de miles de soldados debían arrastrarse sobre los cuerpos sin vida de sus camaradas para salir corriendo a enfrentar las ametralladoras alemanas.”

La escritora Conny Braam también encontró en una publicación científica la prueba de que la cocaína de la fábrica holandesa no se empleaba como un estupefaciente con efecto calmante sino como un estimulante. Según la revista, la fábrica generó exorbitantes ingresos durante los años de la guerra.

Los soldados recibían una dosis de cocaína con un trago de ron poco antes de abandonar las trincheras. El alcohol reforzaba el efecto de la droga. Braam encontró también en el periódico británico The Times que una empresa inglesa, alrededor de 1914, sacó al mercado el medicamento Forced March (Marcha Forzada). Se trata de tabletas que contienen cocaína. Según los anuncios publicitarios, este es un producto apropiado para obsequiar a los familiares en el frente. La droga causa el surgimiento de un ejército nuevo. Un ejército de soldados drogadictos. Conny Braam:

“Lo más dramático de la cuestión es que, además de la enorme cantidad de muertos caídos durante la Primera Guerra Mundial, también había un gran número de soldados drogadictos que siguieron utilizando la droga aún después de acabar la guerra.”

También el soldado Robin Ryder recorre medio mundo en busca de cocaína. La encuentra, primero, en el hospital donde lo internan al caer herido de gravedad. Ryder pierde el rostro, literalmente, y a partir de allí vive con una máscara cosmética. La búsqueda de cocaína lo conduce al viajante Lucien.

Abrió los rollos que recibió de Lucien sobre el escritorio y aspiró el polvo. Tambaleó un instante por el estallido en la cabeza, le comenzó a hervir la sangre y el corazón le saltaba en el pecho.

Después de la guerra, creció la sospecha de que la cocaína de la fábrica legal también era vendida en el mercado negro. Braam descubrió que la producción continuó todavía después de 1918, año en que terminó la guerra. La fábrica incluso siguió existiendo hasta el año 1963.

La escritora:

Según la publicación farmacéutica, la fábrica de cocaína amsterdamesa consiguió sobrevivir con facilidad después de la Primera Guerra Mundial porque en 1942 comenzó a producir anfetamina, que tenía un efecto similar al de la cocaína sobre el ejército alemán. Se trata de una sustancia estimulante, y no un medicamento. Esta es una página muy negra de la historia holandesa.

— -

Radio Nederland en español

  • 21 de noviembre de 2010 02:26, por abtonio macias

    estainformacion es muy aliosa y sobretodo descnocida agradezco infinitamente la hayan publicado espero publique la novela gracias desde mexico

Alternativa Antimilitarista - Moc
Administración RSS