casco insumissia fusil roto
x
casco insumissia fusil roto

Para ponerse en contacto con nosotr@s envíanos un email a noticias @ antimilitaristas.org.

La alta demanda, los biocombustibles y la especulación, principales causas del aumento de precios

Se extienden las ‘revueltas del hambre’

Se extienden las ‘revueltas del hambre’

Diagonal


Se extienden las ‘revueltas del hambre’

Rodrígo Fernández Miranda (Sodepaz), Madrid

El imparable aumento de los precios de las materias primas, y en especial el de los alimentos, ha provocado revueltas, manifestaciones y motines en rincones de todo el mundo, mientras las ONG alertan sobre las posibles consecuencias.

Este 17 de abril, día internacional de la lucha campesina, llega en un panorama negro para la soberanía alimentaria. Las reservas mundiales de alimentos se encuentran en su nivel más bajo del último cuarto de siglo y los precios no dejan de subir: en Bangladesh el precio del arroz ha aumentado hasta un 30% en los últimos tres meses, en Afganistán el precio del trigo aumentó más de un 60%, el año pasado y, en el mismo periodo, el precio de las tortillas se incrementó en México un 60%.
La directora ejecutiva del Programa Mundial de Alimentos de la ONU, Josette Sheeran, ha advertido de que el aumento puede continuar hasta 2010 y que este organismo está evaluando racionar su ayuda alimentaria, de la que dependen 90 millones de personas. Por su parte, según la FAO esta situación ya está afectando a 850 millones de personas. La gravedad de este escenario, calificado por la FAO como una “transformación imprevista y sin precedentes” en el sistema mundial de alimentación, ha provocado revueltas y manifestaciones en numerosos países, como ha sucedido en Senegal, Marruecos, Yemen, en países de la ex Unión Soviética e incluso en México e Italia. El alza de precios de los alimentos está afectando tanto a las poblaciones de los países empobrecidos, como a las economías más débiles de los países del Norte.

El alimento como mercancía

En palabras de Jean Ziegler, relator especial de la ONU para el derecho a la alimentación, “la agricultura mundial, en el estado actual de productividad, podría alimentar al doble de la población de nuestros días. El hambre es generada por la mano humana”. Según los estudios publicados, entre las causas que provocan esta situación se encuentran el aumento de la demanda de alimentos en países altamente poblados (como India y China) y la especulación en los mercados internacionales, a través de los mercados de futuros y opciones.

A estos factores habría que añadir el calentamiento del planeta, que deja tierras menos productivas, y el aumento del precio de los combustibles fósiles, en un sistema económico en el que los bienes de cambio tienden a recorrer cada vez mayores distancias. Por otro lado, el incremento de la producción de agrocombustibles ha tenido como consecuencia una fuerte subida en el precio de los alimentos.

Según el Ministerio de Agricultura de EEUU, el uso del maíz para la producción de etanol se ha incrementado en un 100% en EEUU y se prevé una subida del 500% en los próximos 15 años. En comparación con el año anterior, el gasto de los países empobrecidos destinado a la compra de alimentos se ha incrementado un 25% de media y estos territorios son los que presentan mayores problemas para el abastecimiento de alimentos, según advierte el World Socialist Web Site. Por otra parte, la Coordinadora de Organizaciones Agrarias y Ganaderas española estima que “los consumidores (en el Estado) pagan un 600% más de lo que los productores de alimentos obtienen por sus producciones”. Vía Campesina afirma que “la liberalización del mercado agrícola conduce al hambre y la pobreza”. La organización sostiene que mientras la alimentación sea considerada una mercancía y quede sujeta a movimientos especulativos internacionales, la volatilidad de los precios y el abastecimiento de alimentos no se podrá resolver.


INFLACIÓN // EL PRECIO DEL ARROZ Y DEL ACEITE VEGETAL HABÍA CRECIDO EN UN 50%


Motín y huelga general en Haití

Carmen Lloveres, Madrid

Al menos cinco muertos y 60 heridos es el balance de las manifestaciones “contra el hambre” y la huelga general que se inició el 7 de abril.

La subida internacional de los precios de los productos básicos y del combustible está afectando duramente al país, que en los últimos dos meses ha registrado un aumento de más del 50% del precio del arroz y el aceite vegetal, esenciales para la supervivencia de la población más empobrecida de América Latina. En Haití viven nueve millones de personas en un territorio de 27.750 km², en una tierra desahuciada de sus recursos naturales a causa de una deforestación acuciante, lo que deja la suerte de los haitianos en manos de la ayuda internacional. El inicio de las protestas tuvo lugar en Les Cayes, capital del departamento sur, donde los disturbios del 3 de abril se saldaron con un muerto. En pocas horas se extendieron por las principales ciudades del país y el martes la revuelta tomó su forma más cruenta en la capital, Puerto Príncipe, donde bancos, comercios y medios de comunicación fueron el objetivo principal de los ataques, después de que la Minustah (Misión de Naciones Unidas para la Estabilización de Haití) lograra evitar el asalto al Palacio Nacional, sede del Gobierno haitiano. La Minustah está logrando reprimir las manifestaciones haciendo uso de armas de fuego y gases lacrimógenos contra la población, advierte la organización Médicos Sin Fronteras, que ha denunciado que 15 de los heridos en las manifestaciones mostraban heridas de bala.

Aunque el origen de la movilización popular esté en el fuerte encarecimiento del coste de la vida y la pasividad del gobierno ante la situación, rápidamente ha tomado un cariz heterogéneo en un país donde se juntan altos índices de pobreza con la incapacidad del Estado de controlar el territorio y hacer frente al poder de las gangs (bandas armadas organizadas), donde se encuentra la mayor plataforma del tráfico de drogas desde América Latina hacia Estados Unidos, y la seguridad del país se confía exclusivamente a la Minustah.

Por eso no es de extrañar que en Les Cayes, bastión de los traficantes de drogas en la Isla, los ataques se dirigieran contra la Minustah, cuya presencia es fuertemente contestada por amplios sectores de la población. Las agresiones contra los emplazamientos de la Misión de la ONU se repitieron en todas las ciudades del país.

En febrero el Gobierno fue sometido a una moción de confianza que, sin embargo, culminó con el apoyo generalizado al Primer Ministro, Jacques Édouard Alexis, y su gabinete. A raíz de los últimos acontecimientos, 15 parlamentarios se han unido para pedir la dimisión del Gobierno, que había anunciado la adopción de medidas de urgencia sin que aún se hayan visto sus resultados.

El gobierno del Presidente René Préval, elegido democráticamente a principios de 2006, había logrado retener el consenso de la elite política y económica haitiana y mantener en relativa calma el país por más de dos años, encauzándolo hacia un sistema democrático. Todo un récord en la historia de Haití, primera República negra que obtuvo la independencia en el lejano 1804, y que ha visto como más de dos siglos de dictaduras (las de los Duvalier, padre e hijo), conflictos armados, golpes de Estado e injerencias estadounidenses lo han convertido en el país más pobre de todo el hemisferio norte y el primer “Estado fallido” en América Latina.


ENTREVISTA // ERIC HOLT, DIRECTOR DE FOOD FIRST

“Los agrocombustibles y la especulación son la causa”

Emma Gascó Falque, Redacción

Entrevistamos al director de la organización Food First, Eric Holt, que desgrana las causas y los intereses que hay detrás del alarmante incremento de los precios de los alimentos.

DIAGONAL: ¿Por qué están subiendo cada vez más los costes de las materias primas?

ERIC HOLT: Las causas principales son los agrocombustibles y la especulación. Por un lado, los agrocombustibles tienden a concentrar el poder de mercado en pocas manos (compañías graneras, empresas de transgénicos y petroleras). Además, se crea una competencia entre los cultivos para combustible y los cultivos para alimentación, en áreas sembradas y en recursos. Por otro lado, las grandes compañías compran a futuro y luego retienen. Controlan tanto los granos del futuro como los de ahora y, como retienen, sube el precio. Esta especulación no es nueva, pero la actual competencia entre comestibles y combustibles la hace más fácil. Sobre todo, porque el control sobre los granos se está consolidando cada vez más por la cultura de los biocombustibles.

D.: ¿Cómo afecta este alza de precios a las economías de los países empobrecidos?

E.H.: Afecta enormemente, pero no sólo a los países empobrecidos, también a las economías más débiles de los países del Norte y a la gente pobre en los países ricos. Por ejemplo, les va a afectar a los 36 millones de personas que padecen hambre en EE UU, porque la mayor parte de su economía familiar se destina a la compra de alimentos. Esta cifra puede llegar al 80% del presupuesto familiar, igual que ocurre para los pobres en los países del Sur. La diferencia es que gran parte de la población de los países del Sur, que vive de la agricultura, ahora sufre por partida doble: están perdiendo sus terrenos por los agrocombustibles (lo que impide el autoabastecimiento) y, además, ha subido el precio de los alimentos.

D.: ¿Qué relación hay entre esta subida de los precios y el incremento del PIB de algunos países pobres?

E.H.: Siempre ha subido el PIB. Hemos visto un crecimiento espectacular, de un 8% y hasta un 10% y siguen siendo pobres. El incremento del PIB no importa nada, porque no implica redistribución. En México, aunque suba el precio del maíz, los campesinos no reciben ese precio y, aunque lo recibieran, muchos ya han emigrado y están en EE UU. Y no es tan fácil que regresen, que reinicien su agricultura, que consigan créditos, maquinaria, etc., para participar en ese boom.

D.: ¿Qué futuro tienen los biocombustibles que no entran en competencia con la alimentación, como el producido a base de algas?

E.H.: Estos planteamientos de nada nos sirven mientras el boom de los agrocombustibles arrase con nuestros sistemas alimenticios y energéticos. Lo que está dando impulso a los agrocombustibles es que los políticos han fijado ya los objetivos. EE UU quiere 144.000 millones de litros para 2022 en agrocombustibles, y están subsidiados. Las inversiones subieron un 800% el año pasado. En Berkely, British Petroleum acaba de invertir medio millón de dólares en investigación. Ahora ya no hay interés ni dinero para ninguna investigación que no sea a favor de los biocombustibles. Hemos denominado a este proceso la agrotransformación porque parece que es una transformación agraria ya en el siglo XXI. Probablemente la última que vivamos.

D.: ¿Qué relación se establece ahora entre los alimentos y el petróleo?

E.H.: Todo nuestro sistema alimenticio industrial depende del subsidio del petróleo; nunca pagamos el precio del petróleo real, por todas las externalidades que no pagamos. Antes, cuando subía el precio del petróleo, subía el precio de la comida, por el transporte, pero ahora, cuando sube el precio de la comida va a subir el precio del transporte, todo lo contrario. Esto nos deja una espiral inflacionaria en los agrocombustibles.

D.: ¿Qué resistencias se están dando? ¿Hay alguna batalla ganada?

E.H.: Hay dos tipos de batallas: en el territorio y en el espacio político. Por ejemplo, en EE UU las comunidades han rechazado, a base de mucha movilización, las plantas de etanol. A nivel político, la moratoria en la UE fue fundamental para frenar la explosión de agrocombustibles. Aunque no la haya parado del todo, por lo menos la ha frenado un poco. Pero no sólo hay que estar en contra de los biocombustibles, sino que hay que estar a favor de la soberanía alimentaria y la agroecología. Tenemos que retomar el control sobre todo el sistema alimenticio. No podemos pretender resolver los problemas de inequidad y de insostenibilidad a través del mercado; nos olvidamos de las políticas públicas y de las movilizaciones sociales. Si dejamos que nos arrinconen en la categoría de consumidor, perdemos todo el poder político que tenemos como seres sociales. Es un concepto diseñado para deshabilitarnos políticamente.

Alternativa Antimilitarista - Moc
Administración RSS