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Por Bill Quigley

Los Estados Unidos del Miedo: diez ejemplos

Los Estados Unidos del Miedo: diez ejemplos

Desde el 11 de septiembre de 2001, el miedo ha sido el principal motor de cambio en los Estados Unidos. ¿Quién iba a pensar que, en este país, que se jacta de ser hogar de hombres libres y tierra de valientes, el pueblo renunciaría tan alegremente a sus derechos y a su libertad por miedo al terrorismo?

¿Quién iba a pensar que EE.UU. permitiría –y mucho menos que pagaría— a la Agencia de Seguridad Nacional para que interceptara y almacenara 1.700 millones de correos electrónicos, llamadas y otras comunicaciones –cada día— y que pagaría a 30.000 personas para escuchar conversaciones telefónicas alegando combatir así el miedo al terrorismo?

¿Quién iba a pensar que los habitantes de Nueva York, generalmente orgullosos de su diversidad, temerían la construcción de una mezquita y de un centro comunitario en el centro de la ciudad?

¿Quién iba a pensar que el pueblo estadounidense, que afirma que ayudó a derribar el muro que separaba las dos Alemanias, tendría tanto miedo de sus vecinos del sur que ahora apoya la construcción de un muro de separación con México?

¿Quién iba a pensar que algunos de los abogados más prestigiosos del país escribirían memorandos autorizando de manera ilegal la tortura de personas con la excusa de mejorar la seguridad de EE.UU.?

¿Quién iba a pensar que los demócratas competirían con los republicanos para tratar de mantener abierta esa vergüenza para el mundo que es la prisión de Guantánamo con el fin de evitar al pueblo estadounidense vivir cerca de cárceles en las que pueda haber presuntos terroristas?

¿Quién iba a pensar que los neoyorkinos, que tanto presumen de templanza, temerían a los juicios penales de presuntos terroristas en su ciudad?

¿Quién iba a pensar que en EE.UU., donde el pueblo se enorgullece de la independencia constitucional del poder judicial, los jueces rechazarían el caso de Maher Arar, capturado en EE.UU. y trasladado en avión a una prisión siria para ser torturado, porque temor a que el simple hecho de tomar el caso bajo consideración pudiera interferir con la seguridad nacional?

¿Quién iba a pensar que los estadounidenses tendrían miedo de acoger en su país (incluso temporalmente) a uigures, miembros de una minoría étnica perseguida que lucharon por sus libertades frente a China?

¿Quién iba a pensar que el pueblo estadounidense temería tanto al riesgo de que los talibanes controlaran Afganistán y a la falsa posibilidad de que hubiera armas de destrucción masiva en Iraq, que acabaríamos enviando a nuestros hijos e hijas a morir por millares en Iraq y Afganistán?

¿Quién iba a pensar que una vez hubo en EE.UU. un presidente que dijo: «A lo único a lo que hay que temer es al propio miedo: terror sin nombre, irracional e injustificado que paraliza los esfuerzos necesarios para convertir un repliegue en un avance...»?

Díganme qué es lo que ha sucedido en la tierra de los hombres libres y el hogar de los valientes desde el 11 de septiembre de 2001.

Acerca del autor

Bill Quigley es director del área jurídica del Centro de Derechos Constitucionales y de la Facultad de Derecho de la Universidad Loyola de Nueva Orleans. Es también miembro del equipo jurídico del Observatorio de la Escuela de las Américas (School of Americas Watch).

Fuente: http://www.zcommunications.org/the-united-states-of-fear-by-bill-quigley

Fecha de publicación del artículo original: 08/09/2010

Traducido por David Brookbank y editado por Ana Atienza.

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