La militarización policial es global

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Tara Tabassi (War Resisters League) and Andrew Dey (War Resisters’ International)

Tara Tabassi (Liga de Resistentes a la Guerra) y Andrew Dey (Internacional de Resistentes a la Guerra)

Members of Indonesia's
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Como activistas antimilitaristas estamos bien posicionados para ver el poder que ejerce la policía en industrias de armamento y agendas militaristas tan amplias. La comprensión de este poder policial en los distintos contextos del mundo es clave para que los activistas que luchan contra la militarización puedan mantener el control sobre el poder policial en nuestras comunidades. Las fuerzas policiales suelen actuar para mantener una distribución del poder statu quo injusta en la sociedad y tienden hacia enfoques hegemónicos donde unos tienen el poder sobre otros, en especial cuando la percepción de amenaza es alta – la policía es una forma de control social y la militarización aumenta su poder. La militarización significa fusiles, tanques armados y drones, pero también es un estado de ánimo. Las mentalidades militarizadas han impregnado muchas fuerzas policiales y han aumentado radicalmente la fuerza de la violencia policial contra nuestras comunidades.

“Si uno ve a la policía como lo que es – una serie de prácticas facultadas por el Estado para hacer cumplir la ley y mantener el control social y la hegemonía a través del uso de la fuerza – tal vez le sea más fácil reconocer que el objetivo quizás no debería ser mejorar la labor de la policía sino reducir su papel en nuestras vidas”

Rachel Herzing, Oakland, U.S.

Este artículo proporciona ejemplos de cómo las fuerzas policiales en todo el mundo están atravesando un proceso de militarización. ¿Qué es la militarización policial? Militarizarse es tanto un proceso social y psicológico como lo es técnico – una visión militarizada considera los cambios una amenaza y cree que la violencia (a menudo extrema) es una manera primordial de luchar contra esa amenaza (percibida). Ejemplos de esto son el discurso de “lucha contra el terrorismo” y la “guerra contra las drogas”, que en varios contextos han llevado a los ciudadanos de un estado a ser tratados prácticamente igual que un enemigo militar externo; la línea que separa los papeles de la policía y del ejército no está clara. Una mentalidad militarizada quiere decir que:

  • la escalada de violencia siempre está disponible como solución;

  • las fuerzas policiales se basan sobre el control, el uso o la amenaza del uso de la fuerza y la cultura del miedo;

  • las minorías étnicas y pobres de un país o los activistas políticos son enemigos y deshumanizados;

  • la policía es extremadamente disciplinada, está completamente jerarquizada, tiene anonimato y una hipermasculinidad patriótica.

Para alimentar este proceso, las empresas de fabricación de armas están desarrollando nuevo armamento y enfoques comerciales. En la actualidad existen varias exposiciones comerciales enfocadas a unir a la industria armamentística con las fuerzas policiales y de seguridad. Al igual que los puntos de venta, las empresas son internacionales, algo que se refleja en nuestro movimiento de resistencia. Tras la ocupación militar de las comunidades negras de Ferguson en EEUU en 2014, cientos de palestinos apoyaron a activistas estadounidenses a través de las redes sociales aconsejando cómo podían aliviar los efectos del gas lacrimógeno y en la identificación de las empresas de fabricación de este gas.

 

A medida que aumenta la presión que ejercen el cambio climático, la desigualdad económica, el crecimiento demográfico y los conflictos por los recursos sobre las poblaciones, es fácil ver cómo los estados tienden cada vez más a militarizar sus fuerzas policiales como “respuesta” a esta presión, y lo hacen a través de la militarización de las fuerzas policiales domésticas, las fuerzas paramilitares, la guardia nacional, las patrullas fronterizas o las instituciones encargadas de los planes en casos de emergencia. A medida que nuestros movimientos para exigir justicia económica, racial y de género se van organizando, iremos viendo la constante militarización de la policía en la primera fila de las manifestaciones en su intento de reprimir y controlar el poder del pueblo.

En la superficie (y en las calles) esta militarización se ve en el uso de armamento más pesado y de una violencia más extrema. Los equipos y armamentos que utilizan las fuerzas policiales son un indicador de unos patrones y prácticas mucho más profundas de la represión estatal y el mantenimiento de las jerarquías sociales a través de la fuerza bruta. Como organizadores, que a menudo nos enfrentamos a la militarización policial contra nuestras acciones y revueltas noviolentas, invitamos a los activistas de todo el mundo a que se pregunten por qué la policía forma parte de nuestras vidas, qué ideas de seguridad han creado nuestras sociedades para defender y mantener las instituciones policiales, y a compartir qué alternativas a la vigilancia y acción policial estamos llevando a cabo, como la reducción de la tensión en ciertas situaciones, la transformación de la violencia, la creación de un tejido social por parte de nuestras comunidades para mantenernos a salvo.

Estados Unidos

La militarización en los Estados Unidos no se puede separar de la brutalidad diaria de la policía comunitaria en barrios de todo el país que dañan y violan con impunidad y de manera regular y desproporcionada a las comunidades de color. Los departamentos policiales mantienen las injusticias arraigadas en la fábrica racista que es la sociedad estadounidense. Por ejemplo, una persona negra es asesinada cada 28 horas por alguien que trabaja o que es protegido por la policía; las personas trans o no conformes con el género son mucho más propensas a sufrir la violencia policial que otras personas; hay unidades de policía enteras que se dedican a la vigilancia de musulmanes. Estas injusticias dependen del clima de miedo, donde las emergencias siempre son inminentes, causadas por el racismo contra los negros, los inmigrantes y los musulmanes, por la normatividad de género obligatoria, la criminalización y la reacción policial a las luchas por la libertad, y la respuesta siempre debe incluir tanques SWAT (Armas y Tácticas Especiales, en sus siglas en inglés), gas lacrimógeno y rifles de asalto.

Mientras que la militarización de la policía como industria y como resultado de la fusión de la policía nacional estadounidense con el complejo militar internacionalizado de los EEUU lleva existiendo décadas (algunos incluso argumentarán que puesto que la policía en EEUU fue creada para “cazar” a las personas esclavizadas que escapaban, la policía siempre ha sido un ejército), el fenómeno de la militarización policial como parte de la guerra contra el terrorismo es un fenómeno y una industria bastante nueva. Según el catedrático Pete Kraska de la Escuela de Estudios de Justicia de la Eastern Kentucky University, en 2015 hubo 50.000 redadas por parte de los equipos de SWAT; los equipos SWAT se visten con uniforme militar y utilizan armas militares, asaltan hogares y entran por la fuerza, a menudo lanzando antes granadas. Esto se calcula serían unas 137 redadas al día en todo el país. Según ha ido aumentando el número de equipos SWAT a nivel nacional, también lo han hecho las redadas.

La militarización policial es un proceso directamente financiado por el gobierno federal y los departamentos militares. Por ejemplo, la Iniciativa de seguridad en las zonas urbanas (UASI, por sus siglas en inglés), un programa de subvención federal del Departamento de Seguridad Nacional (DHS) de casi 600 millones de dólares, proporciona financiación a ciudades de todos los EEUU para entrenamientos y exposiciones de armas (como el Urban Shield), pero también para que los departamentos policiales obtengan juguetes de guerra, como las cámaras de vigilancia de Chicago, los tanques BearCat en Frago, Dakota del Norte y Keene o los coches blindados en New Hampshire y Long Beach.

Israel/Palestina

Un tercio de las fuerzas policiales en Israel son MAGAV (“Policía Fronteriza”). Esta unidad recluta a través del servicio militar y forma parte tanto del ejército israelí como de la policía de Israel. Mientras que el nombre “Policía Fronteriza” indica que se encarga sobre todo de asegurar las fronteras, en realidad MAGAV se encarga sobre todo de las fronteras entre poblaciones, entre judíos israelíes y palestinos, y también ayuda a la policía antidisturbios en el “control de manifestaciones”, por lo tanto difuminando las líneas que separan la “lucha contra el terrorismo” y “el control de manifestaciones”. MAGAV dibuja la línea que separa ambos conceptos en función del grupo étnico al que pertenecen en lugar de la acción en sí.

Puesto que el ejército israelí no está luchando contra un ejército palestino formal, en realidad la policía y ejército israelíes hacen lo mismo, controlar a la población civil en nombre de la “seguridad”. La diferencia principal es la situación jurídica de la población objetivo y si actúan en función del régimen militar en Cisjordania o según el control estatal en Israel. MAGAV ha llevado a cabo redadas en pueblos no reconocidos como Al-Arakib, que se encuentra dentro de las fronteras israelíes de 1967, de un modo similar a las redadas del ejército en Cisjordania. La ley prohíbe a la policía el uso de munición real y balas de goma utilizadas por el ejército, sin embargo, la policía sí que utiliza armas tales como el gas lacrimógeno, el líquido pútrido mofeta y balas de espuma, a menudo utilizadas por el ejército en Cisjordania, para dispersar manifestaciones también dentro de la Línea Verde. Estas acciones se observan sobre todo en Jerusalén oriental, en manifestaciones de minorías como los ultra ortodoxos, judíos israelíes de origen etíope, y claro está, en las de los ciudadanos palestinos de Israel.

Reino Unido

A raíz de los atentados de Londres del 27-J, de ‘las revueltas de Londres’ en 2013 y de los atentados de Daesh en París en 2015, ha aumentado el número de peticiones para que la policía en el Reino Unido lleve armas de fuego, y para que los agentes de policía sean entrenados en el uso de pistolas eléctricas. Son las comunidades políticamente marginadas las más propensas a sentir el impacto de la violencia policial, tal y como describe Betsy Barkas en una edición anterior de la revista El Fusil Roto de la IRG, “las comunidades negra y emigrante del Reino Unido siempre han sufrido de manera desproporcionada la actuación policial… existe una larga y vergonzosa historia del uso de la fuerza letal por parte de los agentes de policía del Reino Unido.”

Recientemente se han llevado a cabo varios ejercicios de entrenamiento para agentes de policía de alto perfil, con el objetivo de poner a prueba su respuesta en el caso de un atentado terrorista “merodeador” extremadamente violento. Dichos entrenamientos han sido divulgados continuamente por la prensa.

El Reino Unido también celebra la feria anual de “Seguridad y Vigilancia”. Según la Campaña Contra el Comercio de Armas, la feria es un evento anual secreto organizado por el Ministerio de Interior y la entidad comercial de la industria armamentista, Air Defense Security Space (ADS).” Los organizadores promueven la seguridad y la vigilancia como “el principal evento de seguridad y cuerpos de seguridad del Reino Unido”. La feria recibe a empresas como BAE Systems, Heckler and Koch, el Grupo Gamma y The Hacking Team, que promocionan sus productos a 66 países, incluyendo aquellos que cometen abusos contra los derechos humanos.

Turquía

Turquía tiene una historia de dictadura militar y las fuerzas policiales forman parte de esta historia. El Özel Harekat Timleri (o ‘Equipo de Operaciones Especiales’) fue creado en los años 80 por el gobierno militar y continúa en activo. Es un equipo fuertemente armado, que trabaja en estrecha colaboración con el ejército y se les ha otorgado amplios poderes en un reciente proyecto de ley sobre seguridad, incluyendo cacheos al desnudo y registro de automóviles, llevar a cabo detenciones (anteriormente sólo la judicatura tenía este poder), más autonomía en el uso de armas de fuego y aumentar el tiempo que la policía puede realizar escuchas telefónicas sin el permiso de un juez. Tras un atentado con bomba en Ankara en octubre de 2015, el más mortífero en la historia de Turquía, la policía utilizó gas lacrimógeno para evitar que los políticos pro-kurdos y personas en duelo dejasen flores en el lugar del atentado.

Sudáfrica

Tras el final del Apartheid en 1994 hubo intentos de ‘desmilitarizar’ a la policía. Durante los años del Apartheid tanto la policía como el ejército eran utilizados para mantener el statu quo opresivo y la policía tenía amplios poderes. Durante la transición del Apartheid se introdujeron nuevos rangos para ‘desmilitarizar’ a la policía, y se volvió a entrenar a sus agentes para ‘manejar’ en lugar de ‘controlar’ a las multitudes. Sin embargo, con las altas tasas de criminalidad, están aumentando las llamadas a un aumento de las capacidades de la policía, y a que hagan frente a la delincuencia con ‘mano de hierro’. Los rangos militares fueron reintroducidos en la policía en 2010 y el Servicio de Policía de Sudáfrica ha sido entrenado por la policía francesa con técnicas que son descritas como ‘paramilitares’ y que se basan en las demostraciones de fuerza. En otoño de 2012, fuerzas policiales fuertemente armadas dispararon contra 34 mineros en huelga en la ya célebre masacre de Marikana. La BBC informó que ese día entre el armamento a disposición de la policía estaba una ametralladora de 40mm montada sobre un vehículo.

Chile y Perú

La relación entre la policía, la militarización y las industrias extractivas fue analizada en detalle en una edición anterior de la revista ‘El fusil roto’ de la IRG. César Pedilla describía cómo el rechazo del extractivismo como modelo económico por sectores de la población está dando lugar a un mayor uso de la policía y el ejército para imponer un modelo económico fallido en todo el continente sudamericano. En Chile, por ejemplo, las ‘Fuerzas Especiales’ fueron enviadas al pueblo de Caiman para romper un bloqueo noviolento de tres meses en contra del impacto de una mina. De modo similar, la mina Yanacocha en Perú es famosa por la violencia utilizada por sus guardas de seguridad privados.

Brazil

En los preparativos de la Copa del Mundo de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016, el gobierno brasileño ha dependido en gran medida de armas, entrenamientos y experiencia israelíes para el aparato de “seguridad” que rodea a estos mega eventos. El comité olímpico local ha contratado a la empresa israelí International Security and Defence Systems (ISDS) para coordinar todo el aparato de seguridad de los juegos con un presupuesto de unos 2,2 millones de dólares. Aquí se puede ver una crítica detallada contra el contrato. En 2013 hubo protestas generalizadas en Brasil; “las fuerzas policiales, mal preparadas y con una respuesta desmesurada, sorprendieron a los manifestantes, que eran en su mayoría de clase media. La policía, utilizó armas “no letales” como el gas pimienta y balas de goma mientras vestían de pies a cabeza con el equipo de combate como si se tratase de ninjas.” (Fuente: WOLA).

Afganistán

Como parte de la ocupación de Afganistán, tanto el ejército estadounidense como la policía afgana con el respaldo de EEUU utilizan a menudo una táctica que se conoce como “redadas nocturnas” cuyo objetivo son los hogares en plena noche y que llevan a cabo tropas fuertemente armadas que irrumpen en las casas, deteniendo, agrediendo, aterrorizando y en ocasiones asesinando a personas. En un informe de 2011, “[Tras haber matado a tiros a su padre y hermano mayor] Abudullah, en segundo de bachillerato, fue encapuchado, esposado y llevado a prisión donde fue detenido para ser interrogado y después puesto en libertad.” A pesar de haber causado cientos de muertes en los últimos 14 años y de haber provocado indignación en todo el país, las fuerzas de Operaciones Especiales de los EEUU continúan realizando estas redadas nocturnas en hogares que sospechan están asociados a los Talibanes, sin proceso judicial y con un alto número de víctimas civiles.

Francia y Bélgica

Fuente: http://www.democracynow.org/2015/12/3/state_of_emergency_in_france_2

Como resultado de los atentados de Daesh en Paris, se llevaron a cabo 2.200 redadas en toda Francia, además de 330 arrestos domiciliarios, el cierre de 3 mezquitas y la interrogación de cientos de personas. Otras tres mezquitas (que ya estaban bajo mayor vigilancia) fueron arrasadas por las autoridades francesas. En una de estas redadas un niño de seis años fue herido por la metralla de los disparos de la policía a través de la puerta. Bajo el estado de emergencia la policía francesa puede asaltar cualquier casa sin supervisión judicial. La gran mayoría de aquellos que han sufrido estas redadas han sido musulmanes.

Los atentados coincidieron con la planificación del COP21, cuando los representantes de los estados de todo el mundo iban a debatir las respuestas internacionales al cambio climático. El estado de emergencia supuso que los activistas que participaban en manifestaciones pacíficas, noviolentas y legales fueran amenazados con detenciones masivas y graves consecuencias legales, mientras que eventos corporativos y mercados navideños fueron autorizados a continuar.

Burundi

Las protestas masivas de abril de 2015 como resultado de la decisión del presidente Pierre Nkurunziza de presentarse a un tercer mandato, dieron lugar a revueltas políticas y matanzas por parte de las fuerzas de seguridad y los grupos armados de la oposición. La policía hizo uso de una fuerza excesiva y disparó de manera indiscriminada a los manifestantes. 20.000 personas huyeron de Burundi por miedo a una nueva guerra civil. Tras las disputadas elecciones presidenciales de julio que devolvieron al presidente Nkurunziza al poder, las fuerzas gubernamentales, grupos armados de la oposición y asaltantes desconocidos asesinaron a cientos de personas. El gobierno detuvo a cientos de sospechosos de la oposición, a menudo de manera arbitraria, lanzó una ofensiva contra los activistas de la sociedad civil y periodistas, y prohibió las manifestaciones.

Fuente: https://www.hrw.org/africa/burundi

México

Aunque la posesión de armas es ilegal para la mayoría de personas en México, entre 2010 y 2015 (la época más violenta que se recuerda en el país) el ejército vendió 255.712 armas no-militares de diversos tipos (pistolas, rifles, escopetas, etc.) a las agencias policiales, empresas privadas y a la población general, incluyendo deportistas de tiro, cazadores y para la protección de tierras y hogares. Durante ese mismo periodo, los ingresos del ejército por estas ventas – a través de la Dirección para Comercio de Armas y Munición perteneciente a la Oficina General de la Industria Militar – llegó a los 570 millones de pesos (unos 34 millones de dólares americanos). Los ingresos de estas ventas del ejército mexicano aumentaron en más del doble durante ese periodo, de 58 millones de pesos en 2010 a 127,6 millones en 2014. Más del 98% de las armas vendidas fueron importadas por el ejército mexicano. Sólo 4.761 fueron fabricadas en el país y la mayoría fueron importadas de EEUU. La venta de armas a las agencias policiales estatales muestra que 156.419 fueron compradas por la policía local, incluyendo 16.759 armas para el estado de México y 10.846 para Michoacán (la mayoría en 2010).

Fuente: http://afsc.org/story/mexican-military-sold-255712-weapons-2010-2015

Heavily armed federal police
Heavily armed federal police

 

Egipto

Fuente: Issa, Ali. “Resistencia y perseverancia: Una entrevista con Aida Seif al-Dawla del Centro El Nadeem”, The Abolitionist #25, Invierno de 29016.

Las revueltas de 2011 tenían orígenes anti-policiales debido a la historia de brutalidad policial en Egipto. El asesinato de Khaled Said en 2010 y las terribles imágenes de su asesinato así como la determinación de su familia se volvió viral en las redes sociales, convirtiéndole en un icono del movimiento contra la tortura y la policía. Esto, unido a la retirada temporal de la policía de la Plaza Tahrir en 2011, reforzó el sentimiento de triunfo entre los manifestantes y así continuó el desafío a la autoridad policial en los meses que siguieron al derrocamiento de Mubarak. La revuelta de enero se mantiene como punto de referencia debido al liderazgo de las mujeres allí presentes y que luego se tuvieron que someter a pruebas de virginidad, detenciones, difamaciones por parte de los medios y violaciones organizadas en la Plaza Tahrir y otros puntos de encuentro. Centros como el de El Nadeem continúan trabajando en la rehabilitación psicológica de las víctimas de tortura, tanto personas pobres y marginadas, como activistas políticos. El Nadeem reconoció que la tortura se realizaba de manera “desenfrenada y con diversos objetivos más allá de forzar las confesiones – también para inducir terror, castigar y resaltar el poder policial” y encontró que la tortura es practicada en las comisarías, prisiones, centros de seguridad, campus, estaciones de metro y la sede de la seguridad estatal. Como dijo Aida Seif al-Dawla, “la tortura mantiene el poder de los gobernantes.” (En la actualidad El Nedeem se enfrenta a una amenaza de cierre por el gobierno egipcio, pero ¡se compromete a luchar hasta el final!).

Resumen

A través de ejemplos de todo el mundo hemos visto cómo la línea que separa a los ejércitos estatales tradicionales de las fuerzas policiales civiles está difuminada, y cómo las guerras de los estados están siendo libradas dentro de sus fronteras – a menudo contra sus propias poblaciones – por las fuerzas policiales. Sin embargo, la resistencia contra estos procesos también va en aumento – cada vez que los activistas reivindican sus derechos de reunión y de expresión, y cuando participan en manifestaciones por el cambio social, que tanto necesitamos, a pesar del peligro de violencia extrema por parte de la policía. También están resistiendo estos procesos de militarización, declarando que no funcionarán. Nos gustaría recibir información sobre casos de militarización de la policía en otros países, más detalles sobre sus causas e impacto, e historias de resistencia contra estos procesos.

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