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La madre de un insumiso escribe la crónica de lo que fueron aquellos años

Insumisión. Una forma de vida: 2ª parte; «Las cárceles militares»

Insumisión. Una forma de vida: 2ª parte; «Las cárceles militares»

Publicamos en diez entregas esta crónica de la Insumisión en el estado español escrita desde la clave de Rosario Domínguez, la madre de un insumiso, a quien damos las gracias por poner por escrito sus vivencias y esta hermosa historia. Insumissia.

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LAS CÁRCELES MILITARES

Llegamos al año 1989,que pasará a la historia del Movimiento de Objeción de Conciencia por realizarse la primera presentación de objetores a la mili ante los jueces militares. Se presentaron en todo el Estado 57 objetores, manifestando su rechazo al servicio militar y su condición de ciudadanos civiles. Este hecho tuvo una gran repercusión en la prensa y en la historia del Movimiento al considerar la Insumisión como una lucha colectiva que trataron de individualizar los poderes públicos sin conseguirlo.

El día 10 de noviembre de este mismo año mi hijo Enrique debía presentarse en Cartagena para comenzar el servicio militar. Aquí comienza su historia, su lucha y nuestra lucha colectiva por defender el derecho a la objeción de conciencia.

Me van a permitir que les cuente la historia tal y como la viví, desde mi propia experiencia personal, que posteriormente nos llevó a la creación de la ASOCIACIÓN DE MADRES Y PADRES DE OBJETORES DE CONCIENCIA INSUMISOS y como las circunstancias y la misma dinámica de lo hechos fueron cambiando nuestra manera de pensar y de sentir frente a un Gobierno que se llamaba socialista y obrero y que para su vergüenza mantuvo las cárceles abarrotadas de jóvenes Insumisos. Todavía después de tantos años no se ha hecho un análisis serio de lo que supuso en España, mas que en ningún otro país del mundo este fenómeno de toda una juventud contraria al servicio militar, en definitiva LA INSUMISIÓN como único modo de conservar la propia conciencia.

En este año, como otros muchos ciudadanos, no conocíamos ni la historia, ni el significado de la objeción de conciencia. Por mi parte sólo sabía que mi hijo Enrique pertenecía al M.O.C. y que según sus palabras era contrario a la guerra y a todas las estructuras que la hacían posible y por tanto se negaba a aprender el manejo de las armas, y a realizar cualquier tipo de servicio al ejército. Hasta aquí me parecía una forma de pensar más que razonable. Pero cuando afirmaba que esa postura le podía suponer 2 o más años de cárcel no pude creerlo, en parte porque no lo pensé a fondo y porque creía que esas cosas pasaban en tiempos de la dictadura, pero no en democracia , con un Gobierno Socialista. En ocasiones me sugirió que le apoyara en esta lucha, pero la verdad yo tenía mas que suficiente con mis propios problemas. Hacia solamente tres años que su padre había muerto después de una larga enfermedad y que al quedarse en paro le llevó a la muerte. Por mi parte yo busqué trabajo, puesto que además de Enrique tengo tres hijas, Laura, Paz y Esperanza la pequeña de 11 años. Hacia menos de un año que había comenzado a trabajar como Auxiliar de Laboratorio en el Ministerio de Agricultura, aunque no era lo mío, puesto que había terminado la Licenciatura de Historia Antigua en la U.N.E.D., mientras criaba a mis hijos y pensaba trabajar de Bibliotecaria, pero ya tenía 50 años y creo que encontré trabajo de milagro. Me destinaron a Barcelona y tras unos meses me mandaron a mi nuevo destino aquí en Madrid.

Así que por esa época, cuando mi hijo Enrique estaba metido en uno y mil follones y mis hijas seguían estudiando y ocupándose de la casa y de su hermana pequeña yo tenía que amoldarme a mi nueva vida de mujer trabajadora. Digo esto para que se comprenda porque no me tomé la molestia de en principio pensar en todo lo que significaba el Movimiento de Objeción de Conciencia, y la Insumisión. La vida y las posteriores circunstancias me hicieron reflexionar casi a la fuerza. Todavía hoy hay mucha gente que no se ha tomado la molestia de pensar en lo que significó este periodo de nuestra historia, en parte porque a los poderes públicos no les interesa recordarlo. Es por lo que me he propuesto escribir. Hubiera querido hacerlo antes pero es ahora después de mi jubilación cuando he podido recordar estos días.

Tengo delante el Sumario de Enrique que he releído y me ha causado un terrible dolor de cabeza .Diez años de persecución y cárcel resumidos en órdenes de Busca y Captura, Diligencias Previas, Procedimientos, Autos de Procesamiento, Exhortos, y un largo etc.,Incluyendo varias cartas de Enrique en las que expresa su decisión de no presentarse al cuartel, ni ante el juez, lo que supuso que el día 7 de marzo de 1990 viniera la policía militar a casa y se lo llevaran esposado a la prisión militar de Alcalá de Henares.

Ese día de mañana estaba yo en el trabajo y me llamó mi hija Paz que a su hermano se lo habían llevado a la cárcel. La verdad me quedé bastante desconcertada sin saber que pensar, solamente me dije a mi misma que si ellos se habían atrevido a encarcelar a un hijo mío, ahora se iban a enterar de quien era su madre. Este sentimiento de rabia no me abandonó durante todos los años de lucha y aún ahora lo mantengo. Eso te da fuerza y te ayuda a pensar. Me puse en contacto con Juan Carlos Rois, abogado del M.O.C. y con algunos chavales que me acompañaron a la prisión aquella tarde, Juanjo y algún otro que no recuerdo su nombre, pero como nos advirtió Juan Carlos no nos dejaron pasar. Tres días pasan los presos incomunicados cuando ingresan en prisión. Nos fuimos desilusionados e intranquilos. A la noche Enrique llamó desde la cárcel en la única llamada permitida, bromeando, se ve que para quitar hierro a la situación. Al tercer día fui a la hora de visita con mi hermana Josefina y entonces tuvimos oportunidad de conocer la cárcel por dentro y la verdad es que impresiona. Dan miedo las rejas , los cerrojos que resuenan al abrirse, parecen hechos ex profeso para asustar y los carceleros que nos miraron de arriba ,abajo y con bastante desprecio. También salió un militar no recuerdo que graduación tenía intentando convencernos de que habláramos con Enrique para que se vistiera con el uniforme reglamentario que se había negado a ponerse y así podríamos verle en la sala de visitas y no entre rejas como tuvimos que hacerlo. Claro que al ver que no le hacíamos demasiado caso se marcho un tanto molesto.

No recuerdo la conversación que mantuvimos durante la hora de visita en parte porque hablar a través de un cristal por un teléfono es bastante molesto, sólo recuerdo la figura de Enrique detrás de la reja bastante entero y sonriente.

De esta primera visita a la prisión militar de Alcalá de Henares a la última que realizamos no hace muchos años para visitar a los insumisos presos, hay una diferencia. Ahora han suprimido las rejas, no se si del todo, hay varias salas de visita y se puede ver a los presos a diario. Los carceleros que ahora son de Comisiones Obreras y conocían a Carmen nos recibían como a viejas conocidas, no así otros que mandaban a los presos que pegaran a los objetores encarcelados. Esto era en el exterior, en el interior de las celdas las ventanas seguían chapadas, es decir cubiertas con una chapa metálica con unos pequeños orificios por donde casi no entra la luz, que colocaron a raíz de nuestras marchas a la prisión con el megáfono con el que hablábamos con los presos.
La última de nuestras visitas merece ser contada en capítulo aparte.

Salimos de la prisión bastante angustiadas, mi hermana y yo pensando en Enrique encarcelado, y los pocos apoyos con los que contaba en aquel momento en la sociedad, donde se les llamaba insolidarios y vagos y otras lindezas. Al menos habían dejado de ser traidores, locos de atar y dignos de ser fusilados, como se decía en época de la dictadura militar.

De camino a casa pasamos por las Cibeles, ante el Cuartel General del Ejército y vimos un montón de gente y a varios insumisos encaramados en lo alto de la verja de entrada con una pancarta”libertad insumisos presos”. Paramos y nos acercamos a la prensa, para decirles que yo era la madre de Enrique insumiso preso en Alcalá, que estaba siendo castigado por su negativa a ponerse el uniforme reglamentario. Desde ese momento pasé a formar parte del Movimiento de Objeción de Conciencia y tuvieron los insumisos en nosotras sus madres sus mejores y mas cercanas defensoras.

Así desapareció en parte mi angustia y me sentí unida y agradecida a aquellos insumisos que llamaban la atención desde lo alto de las verjas. Pudiera ser que la sociedad no estuviera preparada para comprender la actitud de estos chavales, pero allí estábamos gritando libertad. Allí estaba José de los insumisos cristianos de Carabanchel, junto con otros muchos que fueron bajados violentamente por la policía y arrastrados a Comisaría.

Recibí muchas muestras de solidaridad por parte del Movimiento y de otras muchas gentes, en especial del cura de Entrevías de la Parroquia de San Carlos Borromeo, conocida por todos porque recientemente iba a ser cerrada por la jerarquía eclesiástica y al fin no se llevó a efecto. El cura Enrique de Castro, conocido por la prensa, por su labor con los chavales de la droga me llamó un día, contándome que había estado en la cárcel visitando a mi hijo, que le habían dejado pasar como confesor y había podido visitarle en la sala junto con el cura de la prisión y que se había reído mucho con las ocurrencias de Enrique. Me enteré así que los chavales del M.O.C., entre los que se encontraba mi hijo, estaban en la Parroquia preparando una acción de protesta contra la pobreza. Hablamos por teléfono muchas veces sin conocernos personalmente y me fue de mucha ayuda en estos primeros momentos de confusión. Pienso que todavía me siento agradecida.

El tiempo que Enrique pasó en la prisión de Alcalá no fue mucho puesto que los militares le castigaron duramente por su desobediencia continuada, dejándole en la celda tirado sin nada, ni siquiera con un jergón, menos mal que ya estaba entrenado a dormir en el suelo, en casa siempre lo hacia, mientras Lot el perro dormía en su cama.
Por mi parte llamaba todos los días a la prisión , al teléfono directo del Coronel Jefe, aprovechando la hora del bocadillo, cuando el despacho estaba vacío, quejándome en principio del trato denigrante que estaba recibiendo. El primer día el Secretario del Coronel se mostró muy amable, explicándome que en la cárcel se rige por unas normas que había que cumplir y que mi hijo desobedecía por sistema. El segundo día, se mostró con un poco menos de amabilidad ante mi insistencia, al cabo de quince días de llamadas ininterrumpidas su nerviosismo era evidente. De alguna manera teníamos que resarcirnos del daño recibido en la prisión. Por encima de las normas están las personas y sus derechos y había que hacer entender a los militares que el castigo por sistema no resolvía nada, pero teníamos por delante una difícil tarea ya que el estamento militar y sus cabezas cuadradas no entienden otra cosa que el ordeno y mando y se hace muy difícil intentar el diálogo. Pero al fin tuvieron que comprender, después de años de represión por su parte y de resistencia por el lado de los insumisos. Pero los primeros encarcelados, como era el caso de Enrique tuvieron que soportar las primeras embestidas, digámoslo así.

En la prisión de Alcalá estaba en ese momento Carmelo, que se había declarado insumiso en el cuartel, se quitó el uniforme militar y pasó mas de una semana en calzoncillos sin poder salir de la celda, porque los militares se negaron a proporcionarle ropa. La intervención de Amnistía Internacional, declarándole preso de conciencia y las presiones de la calle hicieron que las Autoridades de la prisión le proporcionaran otra vestimenta.

  • 22 de diciembre de 2008 17:28, por Emilio

    Un gran abrazo a Charo y a Quique allá donde estéis. Vuestra semilla sigue creciendo.

    • 23 de diciembre de 2008 18:34

      soy charo y estoy donde siempre, en casa aunque sin hijos y con cinco nietos. Quique con 42 años y separado con una niña preciosa que se llama Gara. Gracias por tus abrazos. Te los devolvemos.

  • 22 de noviembre de 2012 18:46, por Andrés

    Hoy me he encontrado con Charo y Enrique en el Retiro, después de casi más de 20 años sin ver a Charo, a Enrique que vivíamos juntos por aquella época si le había visto en alguna ocasión más. Gracias Charo por compartir con nosotros tus vivencias de ese momento, tan duro para tod@s, pero a la vez tan esperanzador y gracias al cual se acabó la conscripción en el Estado. Para mí eras la mamá de Enrique, esa señora tan maravillosa que siempre nos ofrecía una tabla de quesos deliciosos cuando me quedaba a dormir en su casa y luego cuando te vi luchar por la libertad de tu hijo y de todos los insumisos fué una gran alegría para nosotros contar con el apoyo de las madres y los padres. Efectivamente, no se habla mucho de ello porque el poder de la desobediencia civil les asusta.

    Muchos besos Andrés Senra

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