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Haití: 5 años de ocupación desconocida, 5 años  de resistencia ignorada

Haití: 5 años de ocupación desconocida, 5 años de resistencia ignorada

5 años se han cumplido desde que Ayití, paradójicamente la primera
república latinoamericana en emanciparse del yugo colonial, se encuentra
bajo ocupación militar foránea. En estricto rigor, es el único país
latinoamericano bajo ocupación militar en la actualidad. Clavada en medio
del Caribe, compartiendo territorio con República Dominicana, de cara a
Florida y a Cuba, esta pequeña nación desde hace un lustro que está
ocupada por 7.036 soldados y 2.053 policías de la ONU (que hacen parte de
una misión «humanitaria», la MINUSTAH). No es primera vez que Ayití es
ocupada militarmente: aún quedan profundos traumas de la ocupación
norteamericana que desde 1915 a 1934 enlutó todos los hogares campesinos
ayisien. Desde entonces, la intervención política imperialista,
principalmente norteamericana, pero también canadiense y francesa, ha sido
una constante.

Pero esta ocupación iniciada el 29 de Febrero del 2004 es diferente: y no
sólo porque es una ocupación a cargo de la ONU, lo que da un cierto velo
de «legitimidad» a esta violación a la dignidad del pueblo ayisien. Esta
ocupación es radicalmente diferente a las anteriores, pues por primera vez
son países latinoamericanos que invaden y ocupan a otro.

En Febrero del 2004, tras un mes de insurrección armada, financiada y
preparada por la CIA en contra del gobierno populista de Jean Bertrand
Aristide, tropas de los EEUU, Francia, Canadá y Chile, desembarcan en
Ayití y secuestran al presidente Aristide, quien se había logrado ganar la
desconfianza de Washington y París, y quien desde siempre había enfrentado
la enconada oposición de una oligarquía makoute, reacia a ceder siquiera
una pulgada de su poder atesorado en dos siglos de vida republicana. La
excusa para este desembarco es la aparentemente altruista labor de
restaurar el orden y proteger la seguridad de los ayisien (cabe destacar
que estos sentimientos altruistas brillaron por su ausencia durante años
de sanciones económicas y saqueo abierto a la economía ayisien por parte
de yanquis y franceses). El derrocado presidente es enviado a la República
Centroafricana en un avión, los «rebeldes» al servicio de la CIA consuman
innumerables masacres de miles de partidarios del presidente Aristide en
los barrios populares, los bidonville, y establecen un régimen de terror
en las Zonas Francas, donde operan importantes empresas trasnacionales
como Levis y Walt Disney. Esto, sin que los autoproclamados defensores del
pueblo ayisien siquiera se inmutaran. Luego, se instala a un títere de la
oligarquía haitiana y de la Casa Blanca, en el poder, Gerard Latortue, y
lo que se termina así de fraguar, es un Golpe de Estado sui generis en un
país sin ejército, con la participación de bandas armadas al servicio de
la CIA y ejércitos extranjeros.

Ayití, un protectorado custodiado por los cascos azules

A mediados del 2004, como una manera de dar un cierto velo de legitimidad
a la ocupación, y en medio de crecientes dificultades militares en Irak
para los EEUU, se llama a la ONU para que se haga cargo de una situación
caótica en el país. Así, los EEUU se retiran de la escena principal y la
presencia de la ONU da un certificado «humanitario» a la ocupación. Tal es
el origen de la MINUSTAH: es la continuación de las fuerzas militares, a
la vez golpistas y de ocupación, que se impusieron a sangre y fuego en ese
cada vez más lejano golpe del 2004[1]. Pero para que la fachada
humanitaria y democrática fuera aún más creíble, y para que nadie pudiera
hablar de que Ayití nuevamente era víctima del imperialismo, se aseguró
que la comandancia así como el grueso de las tropas de la MINUSTAH fueran
latinoamericanos. A Brasil, como era de esperarse, le tocó el rol
protagónico en la MINUSTAH, seguido de Chile y de Argentina. Pero
prácticamente todos los países latinoamericanos tiene tropas en Ayití.
Incluso países «progresistas» como Bolivia o Ecuador[2].

Esta ocupación, aunque haya quienes tengan algo concreto que ganar más
allá de los favores de Washington[3], en última instancia, refleja los
cambios en el balance de fuerzas en la región y el mayor peso de los
actores locales para mantener la «seguridad hemisférica», demostrando que
hay otros potenciales interesados en establecer que, después de todo,
ellos también tienen patio trasero.

La elección de Préval en Febrero del 2006 no ha alterado el carácter de la
ocupación, y éste ha demostrado ser nada más que un presidente de bolsillo
de la ocupación, de la oligarquía haitiana y de sus patrones extranjeros,
que ha continuado la senda de Latortue y que ha seguido profundizando el
saqueo de Ayití, mediante tratados de libre comercio como las EPAs con la
Unión Europea y la ley HOPE con los EEUU[4].

De momento, no hay signos de que haya la menor intención de terminar la
ocupación. O al menos esto se desprende de la resolución 1840 (2008) del
Consejo de Seguridad de la ONU, aprobada el 14 de Octubre del 2008, que
casi irónicamente comienza con las siguientes palabras: "reafirmando su
firme determinación de preservar la soberanía, independencia (...) de
Haití", para luego concluir en la decisión de extender el mandato de la
MINUSTAH hasta el 15 de Octubre del 2009, "con la intención de renovarlo
de nuevo"[5]. O sea, que hay ocupación para rato, con lo cual podemos
suponer que el proyecto es de un protectorado más o menos permanente al
servicio de las trasnacionales...

La muerte lenta del Ayití ocupado...

Los efectos de la ocupación sobre el pueblo han sido desastrosos: ya hemos
incluido en varios otros artículos un pormenorizado análisis de éstos[6].
El principal efecto ha sido que se ha profundizado, a la fuerza, un modelo
de hambre, miseria y exclusión. Y la ha profundizado a tal grado que en
Abril del 2008 tras noticias grotescas de que los ayisien no tenían más
opción para paliar el hambre que recurrir a comer galletas de barro,
reventó en todo el país una rebelión porque el pueblo, literalmente,
estaba muriéndose de hambre[7].

Un artículo de la revista The Economist (12/02) nos señala que los
«avances» de la ocupación se reducen a dos cosas, por lo demás,
irrisorias. Nos dice, sin ninguna vergüenza, que "la misión de la ONU ha
mejorado la seguridad: los secuestros denunciados han caído de 722 en el
2006 a 258 el año pasado (...) Las calles de Puerto Príncipe están mucho
más limpias"[8]. Uno no sabe si reír o llorar con esta farsa que pretenden
hacer pasar por «éxito»... ¡más de 9.000 uniformados ocupando la isla
solamente para tener calles más limpias! ¡Para que haya «apenas» 258
secuestros! Ni qué hablar de lo que se gasta en la MINUSTAH: para el año
que va de Julio del 2008 a Junio del 2009, se aprobó un presupuesto de U$
601.580.000... ¡la mitad del presupuesto de que dispone el fisco haitiano
anualmente!

Resulta morboso que en la ocupación se gaste el dinero que podría
utilizarse en construir infraestructura, vivienda digna, hospitales,
escuelas, etc. Hay dinero para mantener una ocupación que debiera
utilizarse mejor en cancelar la deuda externa haitiana, oneroso legado de
las dictaduras de los Duvalier. Resulta morboso que haya dinero para
fusiles pero no haya para pan. De más está aclarar que esta fuerza
militar, hábil para masacrar a unos 10.000 ayisien haya sido completamente
inoperante para ayudar a los miles de damnificados por la temporada de
huracanes que azotó a la isla caribeña con apocalíptica cólera en
Septiembre, matando a 793 personas, víctimas más de la pobreza que del
clima[9].

El mismo artículo del «Economist» señala que la economía haitiana se
contraerá en un 0,5% durante el 2009, algo difícil de imaginar para una
economía tan devastada y atrofiada como la ayisien, que ha sido reducida a
escombros, tras dos décadas de violenta supresión de las alternativas
populares y democráticas que surgieron en el Ayití post-Duvalier y sus
consecuentes ciclos de dictaduras, intervenciones militares
norteamericanas y sanciones económicas. Esta historia reciente es la
responsable de que Ayití hoy sea un país que sobrevive «gracias» a la
caridad, con un presupuesto nacional que en un 65% depende de préstamos y
ayuda internacional...

Pero también los cascos azules han demostrado no ser más benignos en lo
que respecta al trato de la población civil que cualquier otra fuerza
militar de ocupación: han sido tolerantes con las incursiones de los
makoutes para reprimir selectivamente a activistas populares, han
participado ellos mismos en masacres y han practicado de manera
sistemática la violación de mujeres y menores de edad ayisien[10].

La Resistencia ignorada

Lamentablemente, esta ocupación ocurre en nuestras narices y ante un
silencio oprobioso por parte del grueso del movimiento popular
latinoamericano. Salvo ciertas declaraciones de apoyo, como en Lima
durante la cumbre de los pueblos (mayo del 2007), la constante ha sido
ignorar la responsabilidad de nuestros propios gobiernos en la ocupación
que padece un pueblo hermano... ¡por tanto tiempo nos hemos acostumbrado a
sufrir de las arbitrariedades del «frío país del norte» que parece que
creemos a nuestras propias repúblicas incapaces de practicar actos de
sub-imperialismo! Parece que el movimiento popular latinoamericano no
entiende el grave precedente que se sienta con Ayití: en adelante, las
ocupaciones militares en nuestro continente no tendrán por qué ser
realizadas directamente por el imperialismo norteamericano, si éste puede
contar con una eficaz red de apoyo local de los países latinoamericanos
que actúan de mercenarios[11].

Pero este protectorado sin fin en que se quiere convertir a Ayití,
encuentra una persistente resistencia en la misma cultura ayisien, cultura
forjada en una secular resistencia a la imposición foránea y a una élite
tan ajena al pueblo como sus patrones imperialistas. Cultura en la que
persiste la altanería rebelde del cimarrón que rompió sus cadenas a fines
del siglo XVIII, dando por primera vez sentido a la palabra «libertad» y
pariendo en esta gesta libertaria un potente torbellino que inspiró todas
las luchas anti-coloniales de los últimos dos siglos.

El ayisien es paciente y su resistencia también lo es. Renovarán cuanto
quieran el mandato de la MINUSTAH y el pueblo ayisien seguirá tocando el
manducumán, los tambores radás, congos, los tambores de Boukman, los
tambores de los Grandes Pactos, los tambores todos del Vudú. Por eso es
que toda protesta termina en demostraciones de repudio a los ocupantes:
ocurrió tal cosa con las protestas por el hambre en Abril del 2008, que se
convirtió rápidamente en una manifestación contra la ocupación[12], y
ocurrió también con la conmemoración de la elección de Aristide en 1990,
celebrada el 16 de diciembre por decenas de miles de manifestantes[13].
Sabemos que hoy, cumplido el quinto aniversario del funesto golpe de
Estado que abrió las puertas a la ocupación, saldrán nuevamente decenas de
miles de ayisien a demostrar que las calles les pertenecen. Esas calles
«limpias» gracias, según el «Economist» a la ocupación. La resistencia
tiene raíces muy profundas en Ayití y seguirá respirando en boca de
millones de ayisiens.

José Antonio Gutiérrez D.
28 de Febrero del 2009

Notas:

[1] Para más referencias sobre el golpe y la ocupación de Ayití, puede
consultarse el artículo previo "Ayití, una cicatriz en el rostro de
América" http://www.anarkismo.net/article/1063

[2] Tienen tropas en Ayití los siguientes países latinoamericanos:
Argentina, Bolivia. Brasil, Chile, Colombia (sólo policías), Ecuador, El
Salvador (sólo policías), Granada (sólo policías), Guatemala, Jamaica
(sólo policías), Paraguay, Perú, Uruguay.

[3] Brasil ha utilizado la ocupación como una manera de presionar por su
ingreso como miembro permanente al Consejo de Seguridad de la ONU

[4] Para más detalles sobre la política de Préval en el poder y la
estrategia neoliberal de saqueo en Ayití, ver el artículo "Ayití, entre la
liberacion y la ocupación" http://www.anarkismo.net/article/4651

[5] http://daccessdds.un.org/doc/UNDOC/GEN/N08/548/99/PDF/N0854899.pdf?OpenElement

[6] Ver particularmente los ya citados "Ayití, entre la liberación y la
ocupación«y»Ayití, una cicatriz en el rostro de América", pero ver
también «Ayití, ¿hacia un nuevo dechoukaj?»
http://www.anarkismo.net/article/8633 el cual trata fundamentalmente con
el problema de la desnutrición y la hambruna.

[7] Ver «Ayití, ¿hacia un nuevo dechoukaj?»

[8] «Rebuilding Haiti –Weighed down by disasters», The Economist, 12 de
Febrero del 2009.

[9] Ver un breve artículo sobre los huracanes y el contexto político en
que ocurren, «Ayití, mucho circo, pero nada de pan»
http://www.anarkismo.net/article/9797

[10] Información de la masacre y de la represión, así como de la colusión
con los makoutes, la podemos encontrar en los artículos citados
anteriormente. Información sobre los casos de violación, los podemos
encontrar en el artículo «La violación en (de) Ayití»
http://www.anarkismo.net/article/7616

[11] Para una discusión más detallada ver el artículo "Ayití y los
Anarquistas" http://www.anarkismo.net/article/4714

[12] Ver «Ayití ¿hacia un nuevo dechoukaj?»

[13]http://www.haitiaction.net/News/HIP/12_17_8/12_17_8.html

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