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Bruno Misèfari: Una breve biografía, de Toni Álvaro

Viernes.21 de enero de 2022 454 visitas Sin comentarios
Semblanza del antimilitarista y libertario italiano. #TITRE

Correo Tortuga

‘Primero la educación del corazón, luego la educación de la mente’.

Hace 130 años se venía al mundo Bruno Misèfari, el mayor de ocho hermanos. Sí, le iba la fraternidad y no tardó en hacerse anarquista. Antes de cumplir los 20 años, gracias al apoyo de un tío materno, pudo matricularse en el Politécnico de la Universidad de Nápoles para hacerse ingeniero. Y gracias a la influencia de un profesor anarquista, Giuseppe Berti, supo conjugar la pasión por la física y las matemáticas con el amor por la filosofía y la poesía.

Empieza su actividad política, siendo adolescente, participando en la fundación del Círculo Juvenil Socialista August Babel, y escribiendo para periódicos como Il Lavoratore o Il Libertario. Si estás por la fraternidad no puedes estar por la guerra, y su creciente antimilitarismo, hay campaña en Libia, le lleva a la cárcel por instigación pública a la desobediencia.

El 1915, Italia deshoja la margarita para elegir bando en la Gran Guerra, ofreciéndose como aliado al mejor postor. Acabará enzarzada de derrota en derrota contra los austriacos y pagando más de un millón de bajas. Bruno Misèfari se niega participar en el guiñol y deserta para refugiarse en el campo. En marzo de 1916 aparece en un acto de fervor patriótico en Reggio Calabria, sube al estrado y larga un discurso antimilitarista, soltando a los presentes que la existencia del militarismo es la fehaciente demostración del grado de ignorancia, servil sumisión, crueldad y barbarie a la que ha llegado la Humanidad a esa hora de la tarde. Pasará más de un año en la cárcel hasta su fuga a Suiza en junio de 1917.

En Zurich se reencuentra con su amigo Francesco Misiano, también desertor. Misiano participaría en la revolución espartaquista en Alemania y sería elegido diputado comunista en 1921. Cuando entró en el Palazzo Montecitorio fue apaleado por una treintena de diputados fascistas, que así mostraban sus credenciales democráticas. En 1924 lo mandaron a Moscú y fundó la productora cinematográfica Mezrabpom, que lo mismo producía filmes, distribuía El acorazado Potemkin en Alemania o acogía a artistas e intelectuales que huían del nazismo. Acusado de desviacionismo político, acabaría muriendo de soledad y enfermedad en 1936 en Moscú.

Misèfari es acogido en Zurich por la familia Zanolli y compartirá el resto de su vida con Pia Zanolli. Y se dedicará a publicar en prensa y dar conferencias por todo el país sobre las miserias de la guerra. Uno esperaría comprensión por parte de las autoridades de un país llamado neutral, pero no, las autoridades de marras acaban inventado un fantasioso complot para armar una revolución a bombazo limpio. Los explosivos no aparecen por ninguna parte. Da igual, Bruno y varios compañeros anarquistas van a la cárcel para ser expulsados de Suiza un año después.

De regreso a Nápoles, Bruno Misèfari no deja de tomar la palabra, siempre la palabra, en manifestaciones, conferencias y actos públicos, contra la barbarie de toda guerra, contra la religión cloroformo de conciencias, por la igualdad entre hombres y mujeres, denunciando los montajes policiales en connivencia con el fascismo rampante, pidiendo la libertad de Sacco y Vanzetti. Escribe en el semanario Umanità Nova que dirige Errico Malatesta y aún tiene tiempo para terminar sus estudios y licenciarse como ingeniero y matricularse en la Facultad de Filosofía. Cuando el fascismo toma el poder, funda el periódico L’Amico del popolo. Le dura cuatro números, que se lo cierran. Acosado por las autoridades de turno vuelve a la cárcel, vuelven a acusarlo de imaginarios complots contra el Estado y entra en las listas negras, lo que le impide firmar proyectos como ingeniero de minas.

En 1931, aprovechando un discurso realizado durante el sepelio de un amigo, lo acusan de peligro social y es condenado a confinamiento. Antes de partir a Ponza se casa con Pia Zanolli. Los años de confinamiento son muy duros y minan su salud. Una amnistía para conmemorar los diez años del fascismo en el poder lo manda de vuelta a casa en deplorables condiciones, sin posibilidad de trabajo. Y le diagnostican un tumor cerebral, que el fascismo ya es bastante eso. Aplastado por el paso implacable del horror, Bruno Misèfari murió el 12 de junio de 1936. ‘Esta noche eterna es mucho menos grave que el día que me mostró la vileza de los fuertes y el conformismo de la plebe esclava’, deja escrito para su epitafio.

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