2.100 millones en los "Dragón 8x8" y lo que nos espera - Tortuga
Administración Enlaces Contacto Sobre Tortuga

2.100 millones en los "Dragón 8x8" y lo que nos espera

Martes.13 de octubre de 2020 562 visitas - 1 comentario(s)
De cómo los militares siempre sacan un conejo de la chistera para comprometer gasto en armas. #TITRE

Juan Carlos Rois
Tortuga.

Alguna vez he explicado el modo en que el ministerio de Defensa nos toma el pelo para «justificar» sus siempre crecientes inversiones en armas y sistemas de guerra que, por casualidad, se hacen imprescindibles y que, también por casualidad, no se tenían calculadas de antemano y exigen constantes correcciones.
Como la mayoría de los programas de armamento alcanzan cifras astronómicas y escandalosas, nos trocean las inversiones que tienen previstas, para hacerlas más asumibles y así irlas endosando a píldoras, poco a poco, al animoso respetable.

Empieza la cadena de gastos asociados a los vehículos 8x8

Ahora le toca el turno al recientemente comprometido programa de adquisición de 348 nuevos vehículos de combate sobre ruedas (VCR) «Dragón 8x8», supuestamente muy necesarios para nuestra proyección militar internacional (90 operaciones militares en el exterior hasta la fecha y 18 en activo, con un gasto de más de 16.000 millones de euros hasta hoy en día y un gasto anual que ha aumentado a más de 1.000 millones de euros por cada anualidad del presupuesto).

Hace bien poco el gobierno ha autorizado un descomunal gasto en estos acorazados de 2.100 millones de euros, que se abonarán en 10 años conforme a un calendario que comienza en 2020 con el pago de 30,3 millones de euros, 153,2 en 2021, 188 en 2022, 176,8 en 2023, 204,8 en 2024, 89,2 en 2025, 50 en 2026, 398 en 2027, 299 en 2028, entre 2029 y 2030 con un pago de 628 millones más.

La primera pregunta que me asalta ante tal dispendio es la siguiente: ¿Para qué sirven los 8x8 tan necesarios según Defensa?

Si hacemos caso a la ministra en el día en que anunció este nuevo compromiso de gasto, para fortalecer a la industria militar. Pero ese fin no parece muy marcial que digamos. ¿Sirve para algo más? ¿para algo más relacionado con las necesidades sociales y con la seguridad humana?

Oigamos al Secretario de Estado, señor Olivares, para quien su justificación es que se trata de «. . . uno de los pilares esenciales sobre los que se sustenta la Defensa Nacional y sin él las Fuerzas Armadas no podrían participar en operaciones internacionales de mantenimiento de la paz».

Es decir, sirve para el intervencionismo militar español básicamente, lo que viene a redundar en uno de los peores enfoques de nuestro militarismo, que no se conforma con chincharnos a los de dentro y se expande hacia fuera para poner paz, esta paz suya basada en la dominación y la violencia y alejada de la seguridad humana, a troche y moche.

Juzguen la utilidad desde este punto de vista. Nos vamos a gastar 2.100 millones (en principio, ya veremos que al final será mucho más) que no podemos gastar en el bienestar social ni en la solidaridad con otros pueblos, para alimentar la voracidad de la industria militar, subir el ego de nuestro ejército intervencionista y servir a las políticas de petrificación del status quo, poniendo la carne de cañón necesaria para ser alguien en el «concierto de las naciones», que tanto motiva a nuestros aguerridos políticos de todos los signos.

Pero sigamos: Se ha comprometido el pastuzal de 2.100 millones de euros. Se trata de un gasto presupuestado, lo que quiere decir, al menos si nos atenemos a lo que ha ocurrido hasta ahora con los presupuestos destinados a compra de armas, que se incrementará probablemente por encima del 40% de lo presupuestado.

Pero ahora viene el paso segundo de este sainete.

Por arte de birlibirloque se han dado cuenta los militares que los 8x8 no sirven para nada si no contamos con otra serie de artilugios que no han tenido en cuenta (¡qué fallo más tonto!). Acaban de caer en la cuenta de que, de repente, necesitamos instalar una «red radio de combate» porque sin la susodicha, los 8x8 los podemos guardar en un museo, ya que no tienen utilidad militar.

Y, claro, ya que nos hemos comprometido sin vuelta atrás a gastar una burrada impresionante en los nuevos vehículos de combate, sería una tontería no gastarse los ridículos no sabemos cuántos millones de euros (aún no lo han desvelado y hemos de esperar lo peor) que vendrán a costar estos nuevos ingenios.

Ya lo ven. Hace unos días el Jefe del Estado Mayor del Ejército, en una conferencia que endosó en el Instituto Universitario Gutiérrez Mellado, soltó la piedra: Si no se aumenta el presupuesto de defensa perderemos capacidades y toda la retahíla de lloriqueos destinados a meter miedo, porque «llevamos desde el año 2008 perdiendo capacidades. Hay que priorizar lo imprescindible que es lo que hacemos ahora mismo» (una trola que se desmiente por sí misma pero que ahora no tengo ganas de desmenuzar).

Y luego, el anuncio: «La carencia fundamental en este momento es que la brigada 2035 que tenemos que configurar debe de tener una red de radio de combate que en este momento no existe, pero si no tienes esa red radio de combate no sirve lo demás, incluso tener VCR 8x8».

¿Se fijan? insaciables. ¿No lo sabían antes? Seguro que sí. Saben esperar. Van poco a poco, pero siempre a más.

¿Algún político puede votar (si es que les dejan) o pedir explicaciones (si es que se atreven) contra de un gasto «mínimo», después de haber consentido otro mayor que, ahora nos dicen, no sirve para nada sin este nuevo «suma y sigue»? ¿Y después qué vendrá?

Pues vendrá lo siguiente: Este programa que se afirma que es imprescindible, tiene un primer caramelo envenenado: la previsión es que haya una segunda y una tercera fase, en la que nos irán contando lo necesarios que son estos vehículos, para endosarnos nuevos gastos para alcanzar finalmente la cifra de 998 unidades de los famosos 8x8 Dragón (al menos dragón voraz en lo presupuestario sí que es) y un gasto de al menos otros 3.836 millones de euros más.

¿Le suena el truco?

Se han asegurado un despropósito de gasto de 2.100 millones de euros. Tienen amarrados otros casi 4.000 millones más. Y por el camino nos van colando otros gastos asociados imprescindibles de los que no hablaron al principio, porque sin ellos, lo invertido se queda en agua de borrajas.

Otro ejemplo escandaloso.

Tenemos también el caso del barco emblemático de la armada española, el buque insignia de la misma, el carísimo buque de proyección estratégica Juan Carlos I, que vino a sustituir al portaviones Príncipe de Asturias ahora desguazado y vendido su acero a precio de saldo.

Es un caso antiguo y conocido, pero no está de más recordarlo.

Primero nos contaron que era imprescindible contar con este cacharro para tener dominio en el mar (¿?), y se presupuestó en 360 millones de euros, aunque lo que nos costó ponerlo a flote en 2012 fueron más de 462 millones de eurazos. Se hizo necesario, pequeño detalle que no detallaron en su momento, incorporar aviones de despegue vertical (la pista es pequeña para despegues como los de las películas americanas) y helicópteros de combate, porque ¿para qué queríamos un buque de estas características si no teníamos aviones para las misiones que se supone que tienen que hacer?

De los aviones que se necesitaban ya teníamos una parte (que en su día nos costaron más de 300 millones de euros) en el portaviones que luego se desguazó, de modo que no hubo que hacer mucha inversión inicial en aviones, aunque más tarde se han tenido que dar de baja alguno de ellos y que modernizar los otros a la versión AV-8B Harrier II Plus, para adaptarlos al nuevo barco y alargarles la vida útil hasta que compremos otros más modernos, lo que supone otros 48 millones de euros más a añadir.

A ellos se suman los helicópteros de diversa clase que puede portar, entre ellos los de tipo CH-47D Chinook de los que cuenta el ejército español para sus usos (entre otros llevarlos en este buque) que ahora EEUU va a modernizar para nuestro ejército y cuyo coste aprobado en 2019 será de al menos 819 millones de euros y que empezarán a entregar en 2021.

También se hizo necesario gastar al menos otros 15 millones para dotar al buque de los nuevos sistemas de vigilancia y protección que fabricó INDRA, que no venían en el lote inicial, y otro pico para ponerle los cañones con la potencia de tiro que se supone que debe tener este tipo de barquito, que por alguna razón extraña también se les olvidó presupuestar.

Casualmente ahora, mientras seguimos con los Harrier a los que se ha alargado la vida, tenemos que empezar a contar con otros aviones de despegue vertical que los sustituyan y que, por supuesto, tampoco se tenían en mente en el inicio de la vida del barco a pesar de que yo, por ejemplo, vengo oyendo hablar de ellos desde hace ocho años al menos. Por una nueva casualidad de la vida, los aviones más asumibles para esta sustitución son los carísimos F35 americanos, cada uno de los cuales cuesta entre 85 y 100 millones de euros (se quieren tener más de 15) dado que los aviones Eurofighter en los que España lleva invertidos más de 3.000 millones de euros no despegan verticalmente y no sirven para el buque de las narices.

Después nos dirán que para operar estos aviones F35 hace falta comprar unos cascos especiales diseñados para su control que tienen un precio por cada uno de ellos de más de 400.000 euros.

¿Y luego qué vendrá?

De momento no caigo, pero vendrá algo más, es cuestión de esperar.

Y bien, ¿para qué hemos usado este barco tan imprescindible? ¿Cuándo ha entrado en acción? ¿Qué ha hecho en su singladura?

Entrar, lo que se dice entrar en acción de guerra, no ha entrado nunca y lo más cerca que estuvo es cuando Aznar (¿se acuerdan de Aznar? ¿Tienen pesadillas?) lo aportó como apoyo a la invasión de Irak y estuvo a punto de utilizarse (no llegó a utilizarse) como lanzadera de los aviones de combate, ya ven.

Lo que sí ha hecho es servir de meta de salida para una etapa de la vuelta ciclista a España del año 2014, con Pedro Morenés de ministro del ramo, y exhibirse en maniobras y puertos variopintos a miles de kilómetros de nuestras costas (se supone que están tan bien protegidas solas que este barco no es necesario aquí) con la finalidad no disimulada de ser testado por las armadas de otros países a ver si encargaban un barquito de este tipo a Navantia.

Así se intentó Bélgica, que no picó. Y con Chile, Malasia, Sudáfrica y Rusia, que tampoco, aunque sí con Australia, que comprometió dos barcos basados en el diseño del español y soltó 915 millones de euros a Navantia. También ha comprometido un buque basado en el español Turquía, otro país caracterizado por un militarismo descomunal y proactivo.

Submarinos S 80.

Algo parecido nos ha ocurrido con el famoso programa de submarinos españoles, que tenían un coste inicial de 2.136 millones euros y por algunos problemas durante su diseño han pasado a costar más de 3.900 millones de euros, para tener casi a punto el primer prototipo de este aparato, sin que sepamos cuánto costará producir luego cada uno de los tres restantes que se tiene previsto fabricar.

Claro que, dado que para construirlo hubo que adaptar el centro donde se fabrica (por aquello de que el diseño era de un cachivache más pequeño y hubo que rediseñarlo haciéndolo más grande para que flotara porque no calcularon bien el peso y el aparatito no flotaba), tuvimos que asumir un coste posterior de acondicionamiento del puerto, para luego caer en la cuenta de que al haber cambiado el diseño era necesario cambiar la propulsión y, de paso, adaptarse a las nuevas modalidades de propulsión del mercado, con el consiguiente nuevo gasto a sumar al abultado coste de producir el primer prototipo.

Y ahora, cuando casi tienen terminado el prototipo, caen en la cuenta que también deberán mejorar los puertos donde atraque para que quepa, y después que, ya que estamos, harán falta misiles diferentes a los que tiene la armada, pues en realidad se diseñó para poder llevar misiles Tomahwack y Harpoon Block II, de ataque a tierra, sería una tontería, ya que estamos, que no tengamos unos cuantos pepinos de esos (claro está si EEUU nos autoriza a su uso) para hacernos respetar, y . . .

Y todo ello para poner en el mar el primero de estos aparatitos, porque luego se desconoce lo que costará producir los otros tres que se esperan y el nuevo aumento de gasto que nos supondrá llevar a cabo su fabricación

Y bien, ¿Qué interés tiene el submarino de marras?

Pues lo dicho, tener un submarino convierte a nuestra armada en una marina de primera división, podemos llevarlos a miles de kilómetros porque sí y, por si fuera poco, esperan poder vender este tipo de arma sofisticada a otros ejércitos tan carentes de submarinos como el nuestro y tan deseosos de tenerlos como nuestro complejo de intereses militaristas.

Nada bueno bajo el sol.

Cuando el ejemplo se vuelve categoría.

Toda una dinámica bien orquestada y cargada de conejos en la chistera.
Primero se lloriquea y se mete miedo: Estamos inanes de armas. No estamos a la altura de nuestros socios y de sus capacidades ni de los compromisos adquiridos con ellos. Nos puede invadir el más pintado, tenemos armamento obsoleto y, de paso, hay varias regiones que se mueren de paro sin no fabricamos armas, porque casualmente dependen de la industria militar y no tienen otro modelo de desarrollo.
Segundo, se trocea el gasto, para conseguir un primer capítulo lo suficientemente importante que «justifique» los posteriores desembolsos, que se presentan como una necesidad ineludible para que lo gastado hasta la fecha no sea agua de borrajas.
Tercero, se usa el ingente presupuesto no sólo para desarrollar el arma en cuestión, sino también para justificar nuevas inversiones en las infraestructuras y logística de las empresas militares (astilleros más grandes, puertos con mayor calado, pistas de pruebas, etc.).

Cuarto, se provocan sobrecostes y se prefabrican nuevas necesidades e incorporación de avances tecnológicos que al principio no se contemplaron pero que resultan muy necesarios para la nueva adquisición.

Quinto, Cuando el armamento llega, en un ciclo relativamente largo, es necesario modernizarlo constantemente porque, a pesar de todo, se ha quedado desfasado para lo que ofrecen las nuevas tecnologías, lo que justifica más gasto inútil.
Sexto, el armamento se usa, sobre todo para exhibirlo a fin de alcanzar negocio para nuestras industrias militares.

Y séptimo, vuelta a empezar.

Todo esto es así de claro y así de fácil, porque al fin y al cabo a quien hay que convencer les une un fervor casi patológico por el militarismo, una falta de criterios desmoralizadora y el apoyo de la apatía general de la sociedad.

De modo que hoy tenemos el tema de los 8x8, mañana tendremos el de los nuevos barcos de guerra, pasado el de los nuevos aviones de combate y al otro el de los misiles, los drones, la ciberseguridad o la lucha contra el cambio climático manu militri o la invasión de los marcianos. Da lo mismo, le caso es que siempre tendrán un conejo en la chistera y entre bambalinas seguirán planificando la sangría económica de las inversiones en armas sin que nadie pida una evaluación completa, sin que nadie exija transparencia, sin que nadie exija responsabilidades y sin que nada cambie.

Nada, salvo que ahora están apostando por una ley de financiación de la defensa que les asegure inversiones crecientes en ciclos de muchos años, sin tener que pasar siquiera el disgusto hipotético de que alguien quiera pedir cuentas o de que deban esperar a que sus deseos se confirmen en unos presupuestos generales del estado anuales que, encima, camuflan dos de cada tres euros del gasto militar.

Nota: los comentarios podrán ser eliminados según nuestros criterios de moderación.
  • 2.100 millones en los "Dragón 8x8" y lo que nos espera

    13 de octubre de 2020 13:44, por Máximo Rumboso y Gastón

    Si lo consideras bien, los datos que expones llenan de orgullo a los ciudadanos y nadie protesta menos tú, que eres un agonías y miras cada euro como si fuera un hijo tuyo.

    Si en España se gastan todos los días millones de euros en armas será porque los tenemos, lo mismo que gastamos en la Casa Real, la Iglesia Católica, AVEs, rotondas... y nos sobra para ir los domingos al fúrbol y a los toros.

    Si no, ¿por qué no sale a la calle todo el mundo a una para que el dinero vaya a sanidad, vivienda, educación, pensiones y medio ambiente?

    Responde este comentario