Roberto Benito | Madrid
La decisión de José Luis Rodríguez Zapatero de responder con contundencia a la petición de Barack Obama de incrementar el número de tropas en Afganistán, enviando en 2010 más de 500 nuevos soldados a la misión de la OTAN en el país, no cuenta con el respaldo de la sociedad española. Quizá sea necesario que el presidente explique en las próximas semanas con mayor claridad las razones que le han llevado a participar con entusiasmo en la escalada militar que se está preparando en Afganistán, o que su ministra de Defensa, Carme Chacón, multiplique sus apariciones públicas defendiéndolo, pero por el momento los españoles no apoyan la súbita pasión del Ejecutivo por los incrementos de efectivos.
Los datos de la encuesta de Sigma Dos para EL MUNDO sobre el anuncio realizado el 17 de diciembre por Chacón de que el Gobierno se propone enviar a Afganistán otros 511 militares antes del verano, dicen que al 47,7% de los españoles esta decisión le parece mal o muy mal, mientras que el porcentaje de los que la apoyan y responden que les parece bien o muy bien se queda en un más que discreto 22%.
Es un respaldo muy pobre a una medida que supone un elevadísimo riesgo para las tropas españolas, que tendrán que participar de forma activa en la nueva estrategia promovida por Washington y enfrentarse directamente a la insurgencia, y que le costará a las arcas del Estado decenas de millones de euros, en una misión que en sus dimensiones actuales ya le ha requerido a España una inversión de 365 millones en 2009.
El rechazo al incremento de tropas es, además, generalizado en todas las edades y en todas las tendencias políticas, y tiene un amplio fundamento, ya que la mayoría de los encuestados ha manifestado una opinión y sólo un 4,4% ha rechazado opinar sobre el asunto.