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War Profiteers’ News

Nuevos retos y oportunidades para la reconversión económica de la industria de armamentos

Nuevos retos y oportunidades para la reconversión económica de la industria de armamentos

Joanne Sheehan

Si nuestro objetivo es el de cerrar las fábricas de armas y las bases militares, debemos pensar en qué sucederá con los trabajadores, las instalaciones, los terrenos y la economía de la comunidad local. La reconversión económica, también llamada reconversión de defensa, de armas o de paz, es la reorientación planificada de recursos desde actividades militares hacia actividades civiles provechosas, principalmente el desarrollo de nuevos productos. Es un proceso participativo que implica a empresas, gobiernos, mano de obra y comunidades locales. Es un programa constructivo.

Los “puestos de trabajo” son la principal preocupación en una comunidad en la que aparece la posibilidad de cerrar una fábrica de armamento o una base militar. Las empresas recuerdan a la comunidad afectada la “importancia” de su papel en ayudar a la economía. Los políticos temen que la pérdida de empleos afecte a sus propios cargos. El miedo se apodera de todos.

La reconversión económica es una visión que proyectamos, pero ¿cómo podemos hacerla realidad? Aprender cómo podemos llevar la reconversión económica de la retórica a la realidad es crucial para realmente llegar a parar a los especuladores de la guerra.

Se ha escrito mucho sobre la reconversión económica. La han propugnado académicos y activistas. Seymour Melman (1917-2004), catedrático de la Universidad de Columbia, EE UU, escribió mucho sobre la reconversión, entre otros, el libro The Permanent War Economy (“La permanente economía de guerra”). Otros han seguido sus pasos. Sindicatos y colectivos comunitarios de varios países han realizado estudios sobre a qué otras cosas podrían dedicarse los trabajadores si se reconvirtieran las fábricas, teniendo en cuenta sus capacidades laborales.

La producción militar ha pasado siempre por ciclos de auge y de quiebra. Si bien es nuestra responsabilidad seguir buscando formas de parar la producción militar, es obviamente durante el ciclo de “quiebra” que la posibilidad de reconversión económica es más fuerte.

Tras la Guerra Fría se produjeron recortes en el gasto de defensa y se transformaron las prioridades presupuestarias. Los recortes en determinados sistemas de armamento crearon oportunidades para que los activistas de base se implicaran en el proceso de reconversión o, en algunos casos, de diversificación económica. Esta diversificación no significa necesariamente que se haya dejado de especular con la guerra, sino que se centra en diversificar la economía para que no dependa tanto de los ciclos de auge y quiebra de la industria armamentística. Se trata de un enfoque mucho menos radical.

Algunas campañas de base, como la Coalición Comunitaria para la Reconversión Económica del Sudeste de Connecticut, en la que participé personalmente, se organizaron a raíz de los recortes en el programa de submarinos, que supuso la pérdida de miles de puestos de trabajo en la comunidad a principios de los años 1990. Los activistas de base organizaron una “Encuesta de escucha comunitaria sobre la reconversión económica”, entrevistando a personas de la comunidad para implicarlas en el proceso. Creamos foros que resaltaban ejemplos de reconversión y desarrollo económico comunitario y que colaboraban con grupos de desarrollo y sindicatos locales. Al ver caramente que la fábrica de armas no tenía ningún interés en reconvertirse, nuestro objetivo fue la diversificación de la economía regional, para que la nuestra dejara de ser un de las regiones más dependientes de la defensa de todo el país, poniendo el acento en el control comunitario del desarrollo económico y la expansión de la manufactura no bélica.

A escala nacional, una red de activistas de base y académicos intercambiaron ideas que reforzaban el trabajo local y trataban cuestiones de políticas nacionales. Se dieron algunos resultados positivos, como el caso de trabajadores despedidos que se reciclaron en otros ámbitos y, en algunos casos, las comunidades lograron crear un mayor número de empleos allí donde se habían cerrado las bases militares. Es importante recabar estudios de caso de estas iniciativas, así como una lista de recursos para la reconversión.

Retos

La reacción al 11 de septiembre de 2001 trajo un ciclo de enorme auge para los especuladores de la guerra. En “Post 9-11 Conversion: Lessons from U.S. Demobilization and Conversion after the Cold War 1990-1998” (Reconversión después del 11-S: Lecciones de la desmovilizacion y reconversión de EE UU tras la Guerra Fría, 1990-1998) Greg Bischak, antiguo director de la Comisión Nacional para la Reconversión Económica y el Desarme escribió: “Después del 11-S, los estrategas del antiterrorismo han logrado imponer su visión de que la mejor forma de proteger la seguridad de la nación es la constante movilización de fuerzas en el país y fuera de él, así como la modernización de las armas y las fuerzas para mantener la superioridad cualitativa del ejército estadounidense sobre cualquier enemigo potencial”. En este proceso, EE UU ofrece ayuda militar a sus aliados, impulsando así otra carrera armamentística. Bischak nos recuerda que “la mentalidad nacional de asedio ha impedido un genuino debate público sobre políticas de seguridad alternativas y prioridades presupuestarias racionales.” Si bien él se refería a EE UU, esta aseveración es válida para muchos países.

La especulación de la guerra es la especulación de mayor abasto. Las grandes empresas ganan más dinero fabricando armas que otros productos. Los gobiernos están dispuestos a pagar grandes sumas y a sobrepasar el presupuesto para armamento. Su a esto unimos la justificación “antiterrorista” que esgrimen muchos países, la reconversión económica parece un sueño muy lejano.

Otro reto es que la reconversión económica precisa ser trabajada a todos los niveles para que sea efectiva. Si bien es esencial que los grupos de base se organicen en las comunidades para lograr una reconversión a actividades civiles, éste tiene que ser un esfuerzo colectivo. Los organizadores tienen que trabajar con las autoridades y las empresas locales. Ello puede constituir un reto para los grupos antiautoritarios que prefieren trabajar a nivel de bases. ¿Podemos ser fieles a nuestros principios y trabajar en colaboración? ¿Se trata de una reforma o de un programa constructivo? Descubrimos que podíamos traer procesos participativos a una comunidad que había sido un reflejo de los modos castrenses: “no te metas donde no te llaman”, “haz lo que te dicen”, “nada de organizarse”. Nuestro propio proyecto de escucha atrajo a residentes locales y “trabajadores de defensa” a la coalición, mientras que los políticos y los profesionales del desarrollo económico se oponían a él. A medida que fuimos presentando modelos de reconversión de nuestra red nacional, incluso ellos tuvieron que escuchar.

Una oportunidad cada vez mayor

Por un lado, la situación posterior al 11-S hace que la reconversión parezca ahora imposible. A pesar de ello, la crisis provocada por el reconocimiento de la gravedad del cambio climático nos ofrece nuevas posibilidades. Tal como se apuntó en el nº 8 del “Noticias de los especuladores de la guerra”, la necesidad de sistemas de energía renovable ofrece una oportunidad de creación de empleo. Se están desarrollando nuevos productos que tendrán que ser fabricados. Existe un reconocimiento de la importancia de la producción local. La necesidad de generar alternativas energéticas es cada vez más aceptada por personas de todo el mundo. Las personas que trabajan contra la guerra y la especulación bélica y aquellos que trabajan contra la guerra al medio ambiente tendrán que establecer una colaboración. Colaborar contra la guerra global y contra el calentamiento global puede crear la fuerza que necesitamos para conseguir los cambios que deseamos.

Traducción: Matias Mulet

  • 13 de febrero de 2008 11:11, por suizo

    me ha encantado, no hay que pensar solo en cerrar las fabricas, hay que pensar en los trabajadores y en sus reubicaciones, totalmente de acuerdo

    • 14 de febrero de 2008 16:11

      En mi pueblo estamos presentando un proyecto de «Fabrica de Productos Toxicos» muy util, porque creará 500 puestos de trabajo.

      ¡Y ademas genera 1000 toneladas de mierda radiactiva diarias! ... Es todo un logro. Intentamos untar al ayuntamiento para hacerla el doble de grande (1000 puestos de trabajo y 2000 toneladas de mierda radiactiva diarias), pero el ayuntamiento no se deja sobornar.

      De momento.

      internete
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      PD: No se en que quedará la cosa... Lo importante son los puestos de trabajo, asi que tenemos fundadas esperanzas de que al final, se adopte la solucion de doble tamaño...

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