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Entrevista a Ry Cooder

«Se suele pensar que la música es sólo entretenimiento, pero muchos la vemos también como un arma de lucha para la paz»

«Se suele pensar que la música es sólo entretenimiento, pero muchos la vemos también como un arma de lucha para la paz»


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El País

Pregunta.

My name is Buddy combina textos y música, relatos y canciones. ¿Cómo decidió crear todo el conjunto?

Respuesta.
Una vez que tuve las canciones y las grabé, se me ocurrió que la gente
podría hacerse una idea más adecuada de lo que representaban si les
añadía algo. En este tipo de música popular y populista se suele hablar
de las dificultades de la vida de los pobres y los trabajadores, lo que
pasa es que las canciones suelen ser más bien alegres. No quería que se
quedaran sólo con eso, por ello imaginé una serie de escenas en forma
de un cuento que permitiera al público visualizar la historia. Luego se
añadieron los dibujos.

P. Los personajes principales son
evidentemente de izquierdas. El gato Buddy Red Cat, Lefty Mouse (el
ratón zurdo) y un sapo ciego, el reverendo Tom Toad, trasunto de un
hombre pobre y negro. Son rebeldes, irónicos, tiernos y generosos. ¿Qué
es lo que ha querido retratar?

R. En las canciones de la clase trabajadora, los blues

y ese tipo de música, se habla siempre de gente indefensa ante los
poderosos, su única esperanza es siempre la solidaridad. Como cita
Lefty: «We are many, they are few» (Nosotros somos muchos,
ellos unos pocos). Ése era el grito de los primeros socialistas. El
tema central del disco es que la unidad da la fortaleza. Lefty, el
ratón, es un ser frágil, es como uno de esos organizadores sindicales,
pobres, perseguidos, encarcelados y hasta asesinados. Seres indefensos,
en general, que sentían tener una misión y unas ideas que sostener.
Podían hacer que sucedan cosas y, de hecho, lo hicieron. Los sindicatos
trajeron el mundo moderno porque la solidaridad genera poder aunque,
por supuesto, hay otros que quieren parar ese tipo de poder. En EE UU
lograron destruir los movimientos sindicales y deshacerse de quienes lo
apoyaban despidiéndolos y enviándolos a México o a China. Simplemente
desenchufaron al trabajador y le quitaron todo el poder. Y eso es algo
que el partido republicano se propuso hacer y nunca ha dejado de
practicar.

P. La historia de aquellos años difíciles quizá tenga resonancias en el momento actual.

R. Las
cosas no han cambiado mucho. Ahora tenemos los mismos problemas de
antes, e incluso algunos peores. Todo cambia y todo sigue igual. El que
hoy en día la gente tenga tarjetas de crédito no significa que estén
mejor o que sean más ricos. Sólo están más endeudados.

P. En
lo musical, éste no es un trabajo aislado. Parte de una vieja tradición
de la música popular americana, de canción protesta. En su primer álbum
ya recurrió a estos autores. ¿Por qué los ha recuperado en este momento?

R. Cuando
era muy joven me encantaban estas canciones, aunque en los setenta no
estaban muy de moda. Las casas de discos me aconsejaban cambiar de
registro. «Cómprate unos pantalones de cuero y venderás más discos», me
decían. «Toca la guitarra y haz un poco de rock». No entendían nada.
Pero yo me empeñé, lo hice y no funcionó muy bien. Ahora tengo 60 años,
hago lo que me apetece y nadie me pregunta por qué.

P. No
es usted el único. Bruce Springsteen ha grabado un disco con temas de
Pete Seeger. Usted ha trabajado con él y su hermano Mike en este disco.
¿Cómo fue la grabación?

R. Mike Seeger fue mi profesor de
guitarra cuando yo estaba en el instituto. Él tenía un grupo, los New
Lost City Ramblers, y yo aprendí casi todo lo que sé de esos viejos
discos de folk. Hoy se podría decir que Mike Seeger es el
último maestro vivo de este tipo de música. Decidí juntar a los
hermanos Seeger, fuimos a casa de Pete, en las afueras de Nueva York, y
grabamos esa canción en la que hablo de J. Edgar Hoover «el cerdo»
[fundador del FBI e instigador de la persecución anticomunista y
antisemita], que personalmente trató de destruir al propio Pete Seeger
durante la caza de brujas. Como el cerdo de mi cuento, él
devoró a mucha gente y causó mucho daño. De hecho, el hombre que me dio
mi primera guitarra a los cuatro años, fue un violinista de la Orquesta
Sinfónica de Los Ángeles, víctima de la lista negra y que no podía trabajar más que en chapuzas. Sabemos bien de qué hablamos.

P. El primer dibujo del libreto del CD es del libro El capital, de Karl Marx. ¿Sigue suelto el fantasma del anticomunismo?

R.

El anticomunismo es absurdo. Pero todo el problema empieza con la
enseñanza, en la escuela no te enseñan a pensar. La enseñanza pública
en EE UU ha creado una población dócil adecuada a sus planes. Lo que
digo es que es necesario empezar a leer la verdad, a darte cuenta de lo
que sucede en realidad. Al principio pensé que éste sería un buen libro
infantil porque así los niños se preguntarían por qué arrestan a Buddy,
qué es una huelga, cómo actúan los poderosos, etcétera. Lo malo es que
sus padres tampoco tienen ni idea. Lo terrible es que no estamos
preparados para actuar como ciudadanos.

P. ¿Ha planteado este álbum como una llamada para que despierten quienes no se hayan dado cuenta de la situación?

R.
Desde luego. Pero creo que ya es demasiado tarde, aunque Buddy al final
diga que debe haber algún lugar luminoso. Quizá una sociedad totalmente
distinta, un sistema económico diferente, algo mejor en algún lugar.
Buddy es un optimista. Yo no lo soy. He visto cómo se derrumbaba toda
la noción de la sociedad norteamericana que teníamos, la he visto
convertirse en un gran centro comercial donde lo único que vale son las
tarjetas de crédito.

P. Buddy dice al principio que cuando cantas adquieres fuerza y poder. Usted es músico y utiliza ese arma.

R.
Pete Seeger solía decir que si reúnes a un grupo de personas de
distinta procedencia, edad e ideas, y las haces cantar juntas, todas
esas diferencias desaparecen de inmediato. Lo he visto hacerlo y es
cierto. La música tiene ese poder. J. Edgar Hoover lo sabía y por eso
persiguió a los músicos. Es la razón por la que Joe Hill fue ejecutado
en 1915. Uno puede pensar que la música es sólo entretenimiento, pero
gente como Joe Hill, Pete Seeger y muchos otros la ven como un arma de
lucha para la paz.

P. Hay mucha gente, y entre ellos
muchos artistas, que están reaccionando. En el cine, la música, la
literatura. Hay un movimiento de intelectuales que se está manifestando.

R.

Los
payasos de Washington han logrado que empecemos a organizarnos. Ha
empezado a organizarse cierto activismo, se hacen manifestaciones, hay
sitios de Internet donde se difunden protestas, se escriben cartas
abiertas. Pete Seeger me comentaba que nunca antes en su vida había
visto tantos cerebros de la época comprometidos con los problemas del
mundo como ahora.

P. No hace mucho entró el FBI a casa de
una niña que había puesto en Internet un inocente montaje de Bush con
un hacha. Con las cosas que usted dice, ¿no ha tenido problemas en su
país?

R. No tenemos censura, de momento. Los republicanos
van con la Constitución en la mano aunque no les guste, porque saben
que ese documento es la base de nuestra sociedad. Yo, o cualquiera,
todavía puedo participar en una manifestación, cantar una canción
escribir una carta, pero no me sorprendería que volvamos pronto a una
época como la del macarthysmo y la caza de brujas. El futuro no pinta bien.

P. Usted forma parte de ellos y además ayuda a otros. Acaba de producir un disco, We’ll never turn back, de Mavis Staples, con canciones del movimiento de los derechos civiles.

R. Sí, es un gran disco.

P. En este álbum recobra el espíritu de las viejas canciones del folk. Las más comprometidas socialmente. ¿Qué artista prefiere en ese campo?

R.

Las antiguas melodías y ritmos de la música vernacular americana me han
ayudado a contar las historias de hoy. Es tiempo de formar parte de
algo. Me gusta esa música antigua, pero no voy a cantar una y otra vez
esas canciones. Ahora tenemos cosas nuevas que decir, aunque el estilo
es más o menos el mismo.

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