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Gara

Colaborar con ETA (Santiago Alba Rico)

Colaborar con ETA (Santiago Alba Rico)

domingo, 11 de febrero de 2007

Hace poco más de un mes una bomba de ETA mató a Carlos Alonso Palate y
Diego Armando Estacio, dos inmigrantes ecuatorianos que, ni por
nacionalidad ni por voto, tenían la más mínima relación con el conflicto
en Euskal Herria. Pocas veces habrá habido dos víctimas más inocentes y
un número mayor de personas implicadas en su muerte. Porque, nos guste o
no, la inocencia absoluta de Carlos Alonso y Diego Armando ilumina la
responsabilidad relativa, en mayor o menor grado, de todos y cada uno de
los españoles y los vascos. Carlos y Diego murieron aplastados bajo los
escombros -por así decirlo- de la ruina moral, política y democrática de
la sociedad en su conjunto. La ventaja de que ETA ponga bombas es que
nos hace sentir, por contraste, pacíficos y puros y nos permite aislar
en una acción terrible, cerrada al vacío, conexiones que preferimos
ignorar y que acusan a todos los ciudadanos y a todos los partidos. En
este caso, la inocencia incómoda de Carlos y Diego nos pone las cosas
difíciles; son hasta tal punto los únicos inocentes en este asunto que
nadie ha sabido muy bien qué hacer con ellos, cómo utilizarlos o
desactivarlos.

Desde los cómplices del genocidio estructural del Estrecho, donde han
muerto 7.000 inmigrantes en el año 2006, hasta los responsables directos
del atentado de Barajas, no ha habido nadie que no se haya identificado
con las víctimas: «Todos somos Carlos Alonso y Diego Armando». Si
realmente queremos paz y democracia, tenemos que empezar por dar la
vuelta con naturalidad a esa frase: «Todos hemos matado a Carlos Alonso
y Diego Armando».

¿Quiénes somos todos? ¿Quienes hemos ayudado a ETA desde España?
¿Quiénes hemos consentido que ETA matase a Carlos y Diego y qué
consecuencias se derivan de nuestra cooperación?

En primer lugar, tenemos al Gobierno del PSOE. Zapatero cree en la magia
y yo no. Cree, por ejemplo, que contra la violación del derecho
internacional, la ocupación y destrucción de Iraq y Palestina, la
intervención en Afganistán, el linchamiento del Líbano o las dictaduras
pro-estadounidenses del mundo árabo-musulmán, es mejor invocar la
«alianza de civilizaciones» que introducir un poco de justicia. Del
mismo modo, cree que para solucionar el conflicto vasco basta con
anunciar en voz alta la apertura de negociaciones y cerrarlas en el acto
mismo de anunciarlas. No nos engañemos: cuando un Estado y una
organización armada negocian es porque han negociado ya. Cuando un
Estado negocia con una organización armada es para que se desarme;
cuando un Estado negocia con una organización armada es, sobre todo,
porque está armada. La magia permite a menudo ganar elecciones si los
votantes son como niños, pero cuando se confía sólo en ella para
desarmar al enemigo con el que se ha aceptado sentarse a una mesa, cabe
siempre temer que una acción imperdonable nos devuelva brutalmente a la
realidad. Zapatero puso una piedra y ETA puso una bomba. No justifico la
bomba, pero exijo que Zapatero retire la piedra.

En segundo lugar tenemos a la derecha radical del PP, en favor de la
cual hay que decir al menos que se han tomado mucho más en serio el
sabotaje de las negociaciones que sus partidarios españoles su defensa:
han movilizado y movilizan a sus votantes, sus medios de comunicación y
sus peones institucionales manteniendo al PSOE a la defensiva, hasta el
punto que Zapatero no ha hecho otra cosa que demostrar
ininterrumpidamente que no estaba haciendo nada. Inductor complacido del
atentado de Barajas, las futuras oportunidades para la paz pasan por
aislar al PP y a su entorno a través de la acción combinada de los
partidos democráticos, la movilización ciudadana y la labor educativa de
unos medios de comunicación libres e independientes. El PP quería la
bomba y ETA se la concedió. Si una paz democrática debe conducir
necesariamente a la desaparición de ETA, una paz democrática sólo es
posible con la desaparición del PP, como representante de una España
loca que quiere ser España aunque para ello tenga que sacrificar las
libertades, el derecho e incluso a sus habitantes.

En tercer lugar, tenemos a la ciudadanía española y muy particularmente
a la izquierda del Estado. Nos hemos acostumbrado a aceptar que el
Estado de Derecho tenga sus burbujas y sus zonas de excepción, sin
comprender que, de la misma manera que no se puede estar un poco
embarazado o un poco muerto, no se puede consentir un poco de dictadura
en el País Vasco sin quedar todos, en Salamanca, en Córdoba y en Madrid,
potencialmente desprotegidos. Hubo un GAL militar que trató de acabar
con ETA al margen de la ley y hay un GAL judicial que pretende acabar
legalmente con ETA al margen del derecho. Los salmantinos, los
cordobeses y los madrileños deberíamos estar preocupados. Es muy grave
que una organización ilegal mate a dos inocentes absolutos; pero es más
grave aún que la ley misma mate -o condene irregularmente- a un solo
presunto culpable, porque está matando así la forma misma del Derecho,
sin el cual ningún ciudadano, por muy inocente que se crea, está
realmente protegido. Hay que decir la verdad: la sociedad española tiene
muchas más y mejores defensas frente a ETA que frente a sus gobernantes,
sus políticos, sus jueces y sus periodistas. La responsabilidad de la
izquierda española en este terreno es muy grande. Los mismos que nos
indignamos ante la Patriot Act o la Ley de Comisiones Militares, ante la
legalización de la tortura en EEUU o ante la ejecución desnudamente
legal de Sadam Hussein en Iraq, aceptamos con naturalidad nuestra propia
«guerra contra el terrorismo» en Euskal Herria y callamos ante el
secuestro revanchista de Iñaki de Juana -al que se intenta mantener un
poco muerto y un poco vivo para alegría de Rajoy-, ante las escandalosas
irregularidades del sumario 18/98 o ante la sentencia del Supremo que
convierte a Jarrai, Haika y Segi en «organizaciones terroristas» (por no
hablar de actuaciones judiciales anteriores al atentado del 30 de
diciembre). Ningún atentado de ETA puede ya justificarse, pero ningún
atentado de ETA puede justificar nuestro silencio ante estas tropelías,
con independencia de lo que pensemos de los afectados. La defensa del
Derecho exige que nos pongamos interesadamente en el pellejo -porque es
el nuestro - de todos los hombres, incluso de los que menos nos gustan o
más reprobamos, cuando están indefensos a merced de la ley. Por eso,
igual que debemos decir, en el País Vasco y en España, «todos hemos
matado a Carlos y Diego» e indemnizarlos con la solución negociada que
reclama a gritos su inocencia absoluta, debemos decir igualmente, por
imperativo moral y democrático, «todos somos Iñaki de Juana» y combatir
este poco de dictadura que amenaza la paz y las libertades de los vascos
y de los e
spañoles. Como ciudadano de izquierdas del Estado español,
defiendo el derecho a la autodeterminación de los vascos como si Euskal
Herria estuviera en Medio Oriente o en Rusia y no junto a los Pirineos,
por decencia democrática y respeto al derecho internacional. Pero como
ciudadano de izquierdas del Estado español, me preocupa que mis
compañeros de lucha, porque Euskal Herria está junto a los Pirineos, se
escandalicen más por el ahorcamiento de un dictador en Iraq que por la
denegación de la libertad a Iñaki de Juana, sin comprender precisamente
que, porque Euskal Herria está junto a los Pirineos, nuestro destino
democrático está indisolublemente asociado al suyo.

No perderé un minuto señalando la responsabilidad de ETA y de las
fuerzas que la apoyan o se resignan a ella. He expresado en muchas
ocasiones mi posición y demasiadas voces en estos días, interesadas o
no, se han escandalizado en mi nombre, con el propósito o con el riesgo
de obscurecer el contexto. Estoy cada vez más convencido de que «sin ETA
lucharíamos mejor», pero no se puede ocultar que el Gobierno que dice
querer negociar no deja de mandar a los vascos el mensaje contrario y la
izquierda del resto del Estado no deja de guardar un cómplice silencio
frente a ese mensaje. ETA puede querer negociar en serio o preferir una
dictadura, pero la bomba de ETA (dramática y demencial demostración, a
mi juicio, de que quiere negociar) no debería hacernos olvidar ni el
derecho de los vascos a decidir su futuro ni el deber de la izquierda de
denunciar toda violación, por muy legal que se quiera, del derecho y la
democracia allí donde se produzca, en EEUU, en Turquía y, aunque sea más
incómodo y arriesgado, también en Euskal Herria.

Santiago Alba Rico
Gara

Visto en:
http://www.eutsi.org/kea/content/view/281/30/lang,es/

  • 10 de marzo de 2007 21:29

    Hola. Estoy en Colombia y no sigo tan de cerca los últimos abatares sobre el caso De Juana. Espero que este comentario no les parezca ofensivo, y por tanto no lo eliminen, sino que alguno de ustedes me responda. Bueno, De Juana ha asesinado a personas, ¿si o no?. Es un asesino, ¿si o no?. ¿Ustedes justifican el asesinato en nombre de principios?. Porque a su artículo he accedido desde una web dícese antimilitarista, y me parece que ETA jamás ha actuado bajo los principios de la noviolencia precisamente...
    Gracias.
    Noemi.

    • 10 de marzo de 2007 23:21

      El artículo está extraido del diario Gara, al parecer, es un periódico vasco muy próximo a los postulados de la izquierda abertzale. El autor es muy conocido entre los grupos de izquierda y movimientos sociales de la misma tendencia. Pero ni el periódico ni el autor proceden exactamente del movimiento antimilitarista ni, creo yo, forman parte de la web. Los promotores de la web publican el artículo, igual que se publican otros, creo yo, porque lo consideran interesante.

      En mi opinión, tiene la virtualidad de que sitúa el problema de la violencia en el País Vasco, en el marco de un conflicto político trágico y cruel y al que nadie parece querer dar respuesta. El caso De Juana, creo yo no es más que una expresión más de ese conflicto que está siendo utilizada por el PP para sus intereses electorales, pero ha habido otros muchos casos De Juana y habrá más.

      De Juana es un asesino, es un hecho indudable. También es otro hecho indudable que no es el inventor del asesinato como método de acción política. En estos momentos, existen muchos asesinos y asesinatos políticos en el mundo y muchos de ellos cubiertos con el manto de la legalidad.

      No creo que deba justificarse ningún asesinato en nombre de principios ni en nombre de Euskalerria ni en nombre de España, ni del imperio de la ley ni de nada. Hay que erradicar la violencia por medio de políticas de justicia que afronten los conflictos desde la igualdad y desde el respeto.

      No entiendo porqué planteas esas preguntas porque tampoco creo que el autor este justificando a E.T.A., incluso entiendo que muestra un cierto hartazgo ante esa realidad de la violencia armada, no sólo en el País Vasco, sino en todo el mundo. Si que es cierto que se pregunta por las causas de la violencia; quizás sea eso lo que sorprende porque aquí, en España, se nos está enseñando a no preguntar el porqué de nada. Hay que creerse los discursos oficiales del P.P., de Bush o del gobierno de turno. Claro, analizar las causas de la violencia muchas veces lleva a concluir que los asesinos no sólo están en la E.T.A., que no sólo E.T.A. tendría que pedir perdón y rectificar.

      En cualquier caso, como seguidor de esta web y de la noviolencia no creo que el autor diga ninguna barbaridad que contradiga los principios de esta web. Se introducen reflexiones para el debate que no son las que están en estos momentos en la prensa convencional, pero que no por ello deben ser tenidas menos en cuenta.

      • 29 de julio de 2011 13:30, por jkos

        Cómo puede el señor Santiago Alba ignorar todo el inmenso avance democrático en Europa y quitarle valor por acciones realizadas por otros gobiernos de otros países? Si actua, Europa imperialista, si no, Europa interesada e inhumana.
        Filósofos como este señor cogen lo que quieren de la historia para formular sus argumentos.

  • 11 de marzo de 2007 03:17, por matius

    «En un océano de manipulación navegantes antimilitaristas se encuentran en una isla virtual de desobediencia, noviolencia y construcción de la Paz»
    Cómo una página con este lema puede publicar este artículo del que saco esta oración

    «...debemos decir igualmente, por imperativo moral y democrático, «todos somos Iñaki de Juana» y combatir este poco de dictadura que amenaza la paz y las libertades de los vascos...»

    Yo soy antimilitarista, y este artículo choca contra todos mis principios.
    Vosotros os declarais antimilitaristas ? desde hoy puede que ya no os lea mas

    • 11 de marzo de 2007 13:08

      Pues es posible que no sea una frase muy afortunada. Pero creo que hay que insistir en lo que dice el 2ºcomentario. De Juana no creo que sea una referencia válida para nada, pero es que en mi opinión a este señor lo están haciendo famoso el P.P. y el propio gobierno con un proceso judicial puesto al servicio de sus intereses partidistas de cada momento y no de la justicia.

      Con quien deberías enfadarte no es con la web que difunde una opinión que además creo que tiene muchas virtualidades, aparte de esa frase, sino con los grandes partidos políticos que han convertido a esta persona en una especie de mito cuando su trayectoria personal no creo que lo merezca. Lo mejor hubiera sido que pasara al olvido de la historia, pero ahora, ya ves, como el P.P. perdió las elecciones pues se ha hecho famoso

    • 12 de marzo de 2007 14:19, por Jesús

      A ver matius, que el artículo no es de esta web, está recogida de otra que a su vez la reproduce de la fuente de origen, como está indicado claramente al final.

      Si como antimilitarista sigues habitualmente esta página, verás que también habitualmente publica, entre otras muchas cosas, todo tipo de materiales que considera de interés de cualquier periódico o web del mundo. Si has leído la declaración «somos así» ya deberías saberlo.

  • 25 de enero de 2009 20:13

    Yo me considero antimilitarista, que para mí no es lo mismo que pacifista.

    Opino que en determinadas circunstancias la violencia puede ser legitima como medio para conseguir un fin justo.Una persona pude ser antimilitarista pero a la vez apoyar a un pueblo que se defiende contra una violencia estructural.

    El atentado de la T4 me parece una barbaridad injustificable, pero me parece bien que se enfoquen las cosas desde puntos de vista diferentes al que utilizan los mass media.

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