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Diario de Noticias

Hipocresía en el comercio de armas (Pedro Otaduy)

Hipocresía en el comercio de armas (Pedro Otaduy)

Diario de Noticias

EL último viernes del año aparecía en los periódicos una noticia sobre
el anteproyecto de ley del Gobierno sobre el control del comercio
exterior de material de defensa, nombre bajo el cual se esconde la
exportación de armas. El titular era llamativo: La nueva ley exigirá
valorar los derechos humanos en el país de destino . En el desarrollo de
la noticia se leía que otra de las cautelas que se iban a aplicar era
que habrá que valorar si las armas vendidas pueden perturbar la paz o la
estabilidad .

Confieso que dada la época del año en que nos encontramos pensé en la
posibilidad de una inocentada, pero no, era 29 de diciembre. No sabiendo
a qué agarrarme se me ocurrió que igual era que una inocentada de la
víspera distribuida por algún gabinete graciosillo había colado como
noticia en los periódicos del día siguiente, pero no: el sábado la
referencia del Consejo de Ministros de la víspera daba cuenta de que ese
anteproyecto de ley efectivamente había sido tratado, aprobado y
remitido al Parlamento.

Hace ya veinte años que desde la campaña de Objeción Fiscal a los Gastos
Militares nos pusimos en contacto con Antonio Mingote. Queríamos su
permiso para utilizar una de sus viñetas y Mingote amablemente nos lo
dio. No dejaba de ser chocante que quisiéramos utilizar una viñeta
aparecida en el ABC para apoyar nuestras tesis, pero es que no era una
viñeta, era un verdadero ensayo de sólo una frase. Estaban dos hombres
de los de Mingote en un despacho con un puro en la mano y uno le decía a
otro: "Hemos desarrollado un arma mortífera terrible, pero sólo se la
vendemos a gobernantes con buenas intenciones".

En pocas palabras quedaba de manifiesto toda la hipocresía que encierra
la producción y el comercio de armas que, se vista como se vista, se
basa y se nutre del sufrimiento de los seres humanos que van a ser
víctimas de ese macabro negocio.

Han pasado veinte años y lo que entonces fue una profunda ironía ha
vuelto a aparecer en los medios de comunicación elevado ahora a la
categoría de noticia. En estos veinte años han pasado muchas cosas y una
y otra vez se ha demostrado que con las armas lo que se hace no es la
paz, sino la guerra. Las soluciones militares no son soluciones, sino
dolorosas equivocaciones cuando no, simple y llanamente, estafas.

En estos veinte años varios miles de personas hemos apostado por la
objeción fiscal a los gastos militares. Los insumisos ganaron su lucha
noviolenta y el servicio militar físico desapareció de nuestra sociedad.

Hoy casi ya ni nos acordamos de ello. Pero en el siglo XXI sigue
habiendo un servicio militar impuesto, el servicio militar económico,
que nos pretende obligar a colaborar con los ejércitos, con la industria
de armamentos, con el negocio de la muerte. Hoy ya no nos obligan a que
aprendamos a matar, pero siguen obligándonos a pagar a quienes se
muestran dispuestos a hacerlo en nuestro nombre. Pero eso sí, el
Gobierno nos aclara ahora que eso se hace sólo respetando los derechos
humanos y sin perturbar la paz y la estabilidad.

La vida es el principal derecho de las personas. No es un tema para
ironías. Lo que hay que hacer con el comercio de armas es lo mismo que
se hace con su uso: prohibirlo. Dice el Gobierno que se va a preocupar
de que se respeten los derechos humanos en este tema. Eso, que lo haga.
El derecho humano a la libertad de conciencia incluye el derecho a la
objeción de conciencia a lo militar. En las sociedades desarrolladas de
principios de este siglo este derecho se respeta sólo si se nos reconoce
el derecho a la objeción de conciencia fiscal. Las armas que se fabrican
y se venden sirven para lo que sirven: para matar. Cualquier otra
consideración es pura hipocresía. No nos pueden obligar a participar en
ello.

http://www.noticiasdenavarra.com/ediciones/2007/01/09/opinion/d09opi5.784225.php

  • 25 de enero de 2007 19:17, por july

    Que curioso como nos envuelven de cefolan el caramelo envenenado de la industria militar. Tendría que tipificarse como delito el ser militar, bélico, guerrillero.

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