casco insumissia fusil roto
x
casco insumissia fusil roto

Para ponerse en contacto con nosotr@s envíanos un email a noticias @ antimilitaristas.org.

Entrevista a Joanna Bourke, autora de «An intimate history of killing»

«El miedo es el problema crucial para los mandos militares»

«El miedo es el problema crucial para los mandos militares»

ENTREVISTA JOANNA BOURKE

«Hoy tenemos tanto miedo como en la Edad Media y más que en el XIX»

«Cualquier padre le dirá que teme más a la muerte de un hijo que a la suya propia. Hay cosas peores que la muerte»

JACINTO ANTÓN - Barcelona - El País 22/11/2006

Joanna Bourke (Nueva Zelanda, 1963), profesora de Historia en el Birbeck College de la Universidad de Londres y autora de un estremecedor estudio sobre los hombres en combate, An intimate history of killing (Granta, 1999), participa en un ciclo en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona sobre el mundo después del 11-S, en cuyo marco habló ayer de El miedo: una historia cultural, título de su último libro (Virago Press, 2005). Extrovertida y brillante, Bourke, cuya inmersión en temas de historia militar desde una insólita perspectiva antropológica (La II Guerra Mundial, una historia de las víctimas, Paidós y Empuries) le ha granjeado las suspicacias de los militares, investiga en su obra sobre el miedo y las transformaciones a lo largo de los últimos 150 años de la, con el amor, más básica de las emociones humanas.

«El miedo es, de todas las emociones, la más fácil de estimular. Es más fácil hacer sentir a la gente miedo que odio»

«Entre 1870 y 1910 se tenía un pánico absoluto al entierro prematuro, a que te sepultaran vivo. Eso era lo peor de todo»

Pregunta. ¿Por qué el miedo?

Respuesta. Inicialmente quería hablar sobre todas las emociones, la ira, el odio, los celos, el amor... pero el miedo era la que aparecía con más fuerza a través de la historia, la más poderosa. El miedo ha guiado el siglo XX, acompañado por la ira.

P. Dice que el miedo ha ido variando en intensidad.

R. En ciertos periodos se incrementa y en otros desciende. También cambia aquello a lo que tenemos miedo, y cómo respondemos. Tomemos por ejemplo el miedo a morir. En el siglo XIX el miedo dominante era el miedo a la muerte súbita, a morir de manera inesperada, sin preparación. Ahora es al contrario: el miedo mayor es a permanecer mucho tiempo en tránsito. En el XIX no se temía, como en nuestra época, al dolor que antecede a la muerte, el dolor al morir era incluso algo positivo, era algo expiatorio. Hay otros miedos pasados que nos sorprenden: entre 1870 y 1910 se tenía un pánico absoluto al entierro prematuro, a que te sepultaran vivo. Eso era lo peor de todo. Hasta el punto de que para conjurar ese miedo se inventaron nuevos métodos y hasta aparecieron nuevos profesionales que te garantizaban que al morir estarías indiscutiblemente muerto. Los miedos son en buena parte invenciones sociales. Cuando se producen cambios aparecen nuevos miedos. Por ejemplo, con la tecnología. Y son manipulados por los Gobiernos y los grupos de poder.

P. Usted diferencia entre miedo interno y externo.

R. Sí, el estado de miedo, en el que el miedo es algo externo a ti, identificable, y el de inquietud (anxiety), en el que ese miedo está dentro, no se concreta, fluye. Eso tiene un aspecto político, porque en el miedo externo puedes combatir la causa, o huir, pero en la inquietud no puedes identificar al enemigo. Ese miedo, entonces, es fácilmente manipulable con chivos expiatorios: los musulmanes, los inmigrantes. El chivo expiatorio permite convertir la inquietud en miedo externo.

P. Eso conecta con el 11-S.

R. Está claro cómo los Gobiernos, principalmente de EE UU y Gran Bretaña, han usado el miedo difuso generado por el 11-S para recortar las libertades civiles. Han podido hacer cosas que eran inconcebibles antes: leyes antiterroristas, medidas de urgencia, la propia guerra... o el revival de la tortura, una práctica abandonada formalmente desde el siglo XIX. El miedo es la emoción más fácil de estimular. Es un juego de niños hacerlo, al contrario que el amor. Incluso es más fácil hacer a la gente sentir miedo que odio.

P. ¿Estamos en una sociedad miedosa?

R. La gente tiene mucho miedo, vivimos en un mundo sobrecargado de peligros: la alimentación, el cáncer, el cambio climático... estamos sobreexpuestos a información que produce miedo. El 11-S sin duda ha provocado un aumento de la sensación de riesgo. De repente el peligro está en todas partes, es el vecino, el Gobierno... Esta sociedad es más miedosa tras el 11-S.

P. Pero, ¿tenemos más miedo que en la Edad Media?

R. Bueno, entonces estaban las brujas, el diablo, la peste... Tenemos la misma cantidad de miedo. En cambio, somos más miedosos que en el siglo XIX. La sociedad de la información nos bombardea contínuamente con horrores. En el XIX podías vivir muy ajeno a ese conocimiento.

P. Pero uno creería que el miedo es menor que en la guerra fría, con la posibilidad de la devastación nuclear mundial.

R. No, esa amenaza aún existe hoy. Y además las reacciones a ella son radicalmente diferentes. Durante la guerra fría, la gente no era complaciente como ahora con los miedos, la gente respondía positivamente a ellos, con protestas y tomas de posición políticas.

P. ¿Cómo se articulan los miedos personales y los sociales?

R. Incluso los miedos más personales tienen una dimensión social, interactúan con la familia, el grupo. Siempre hay una dimensión social, se proyectan en la sociedad y eso permite gestionarlos y manipularlos.

P. ¿El miedo se puede reducir en última instancia a miedo a la muerte?

R. No, no lo creo. El miedo a la muerte ha cambiado, y de hecho ha habido y hay gente que no lo tiene en absoluto. A menudo, encuentras una notable falta de miedo a la muerte en gente que está muriendo. Personas con fuertes creencias no lo tienen o tienen menos. Cualquier padre le dirá que teme más a la muerte de un hijo que a la suya propia. Hay cosas peores que la muerte.

P. ¿Hay algo positivo en el miedo?

R. Sí, puede ser positivo sentir miedo por los demás, y es una fuente de creatividad; también puede resultar excitante, igual que el riesgo. Depende de a qué tengas miedo y cuánto. Podemos elegir cómo responder al miedo. Lo peor es cuando te abandonas ante él y lo afrontas sin esperanza.

El peligro de huir en combate

J. A. - Barcelona - 22/11/2006

El miedo es un componente indisociable de la guerra. Como autora de investigaciones sobre los combatientes, Joanna Bourke está en una posición excepcional para hablar del miedo y la batalla. «El miedo es el problema crucial para los mandos militares», señala. «Tienen que erradicarlo de la gente para así hacerlos soldados y llevarlos al combate. Y eso se consigue mediante un laborioso proceso de desensibilización que se ha ido probando y perfeccionando durante siglos. Se trata de hacer experimentar la batalla antes de entrar en ella, de sumergir al recluta en su ruido, su olor, su confusión; de acostumbrarle. Le explicaré una historia terrible: durante la II Guerra Mundial, en un regimiento británico se llevó a los reclutas a un matadero para que se ejercitaran con las reses en el uso de la bayoneta. Les hicieron matar al arma blanca a los pobres animales y empaparse con su sangre, lo que, consideraban los mandos, les infundiría coraje. La verdad es que fueron demasiado lejos y eso provocó un montón de crisis nerviosas entre los soldados».

Bourke explica que las nuevas técnicas actuales se centran en lo que siempre han sabido los miembros de los cuerpos de operaciones especiales. «Lo mejor es crear pequeñas unidades de gente que se conozca muy bien. Una dinámica de grupo reducido. Pelear así es batirte básicamente por el compañero».

En primera línea

El gran misterio parece ser cómo se consigue que la gente que, en principio, debería sentirse horrorizada por lo que es una batalla, pelee en ella y no salga corriendo en dirección contraria. «Bueno, de hecho, en combate es muy peligroso huir. Lo más seguro es mantenerte firme e incluso ir adelante. Tener miedo te lleva generalmente a morir. Muy pocos soldados colapsan en batalla, es antes o después, durante no tienes tiempo, no te lo puedes permitir. Los shocks se producen por lo general en segunda línea de combate, no en primera. Son los que no se enfrentan directamente al enemigo, los que ven el horror pero no actúan, los que se quiebran», explica la historiadora.

Bourke deplora que la historia militar sea mayoritariamente una historia volcada en consideraciones estratégicas y tácticas y completamente alejada de la espantosa realidad de los campos de batalla. Opina que algo tiene que ver el dinero. «La historia militar es la única rama de la historia en la que te puede pagar el área que estudias; eso es problemático y significativo. Eso hace que no se hable de la realidad de la batalla, que el género esté dominado por hombres interesados en la guerra y que las mujeres seamos en su seno un cuerpo extraño. Lo que yo hago, desde luego no puede verse como propaganda de la guerra y no llevará muchos reclutas nuevos a los ejércitos».

Alternativa Antimilitarista - Moc
Administración RSS