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Informamos de otra intervención más del ejército de Colombia en contra de su pueblo

La muerte de un niño

La muerte de un niño

Manuel Rozental
Alai

Carta abierta a los familiares de Wilder y Bautista, a la comunidad de Zumbico y Jambaló y a las autoridades del cabildo y del proyecto global.

“Cuando hayan tenido que sufrir el dolor que nos han causado, se habrá hecho justicia. Mientras tanto, no tienen autoridad.”

Queridos compañeras y compañeros:

Escribo esta carta con inmenso dolor y quiero expresar mis condolencias a la familia de Wilder Fabián Hurtado, así como a la de Bautista Yule Rivera quien espero se pueda recuperar. Quiero además enviar mi solidaridad a toda la población de la vereda de Zumbico, cuya tradición e historia de dignidad y de lucha son ejemplares para el movimiento indígena y para el país. Allí comenzamos el proceso educativo para la Consulta Popular frente al TLC de marzo de 2006. Intercambiar con la gente deja un recuerdo imborrable sobre la madurez política de la comunidad y su larguísima historia de lucha por la autonomía. Saludo también a toda la población del resguardo de Jambaló y a las autoridades del Cabildo y del Proyecto Global.

Como ustedes lo han dicho en sus comunicados y en la Resolución del Cabildo, acá se cometió un asesinato más de la Fuerza Publica contra un niño de 10 años y contra una comunidad inerme e indefensa. El Gobierno va a “investigar”. Van a concluir seguramente, que fue un accidente. Como máximo, señalarán unos responsables materiales entre quienes lanzaron el mortero y tal vez su mando inmediato. Con ello, van a volver a encubrir a los responsables.

Este es un crimen de Estado. Uno más. Uno mas de los crímenes de un Régimen dedicado a someter y a atacar por la vía de la fuerza y del terror al pueblo que se supone gobierna, mientras obedece, se somete y lo entrega todo a quienes se roban el país desde adentro y desde afuera.

Tenemos un Gobierno que manda a matar niños y comuneros pero que protege con escuadrones de la muerte a multinacionales que se roban la riqueza, los ahorros, los servicios públicos y explotan sin misericordia el trabajo de la gente.

Si tuviéramos un Gobierno para el pueblo, el ejército no estaría en el Cauca matando niños, ni en San José de Apartado, ni en Nariño, sino en las fronteras defendiendo la riqueza y la vida y recuperando las multinacionales como lo viene haciendo bajo el mando de Evo Morales en Bolivia. Pero esto ya lo advirtieron las autoridades indígenas de manera repetida al Presidente Uribe. En diciembre del 2003 le entregaron personalmente una carta en Popayán en la que le exigían, como autoridades ancestrales, retirar las tropas que venían a escudarse en la población civil en los territorios indígenas o a perseguir y maltratar para hacer una guerra que no es de los pueblos ni para ellos sino en su contra.

Se le advirtió en esa carta al Presidente que cualquier atropello cometido por sus tropas seria su responsabilidad directa. No solo porque es arrogante, sino porque obedece órdenes imperiales, no escuchó la advertencia. Así murió Olmedo Ul y ahora Wilder entre varios otros. Estos crímenes son responsabilidad directa del Presidente de la Republica y de quienes le dan órdenes y lo financian para que utilice la fuerza pública del país contra la soberanía, la paz, los derechos y la libertad del pueblo.

En Colombia hay unas Fuerzas Armadas contra Colombia y no de Colombia. Exigir justicia ante este crimen incluye, además de llegar a los responsables para que asuman su responsabilidad, exigir de nuevo la salida de todos los grupos armados del territorio que llegan allí para matar indígenas y robarse el territorio a nombre de defenderlos.

El Relator Especial para Pueblos Indígenas de las Naciones Unidas en su informe sobre Colombia, después de reconocer que en el país se comete un genocidio contra los indígenas, después de presentar datos donde se documenta el hecho de que bajo el régimen actual han sido asesinados mas indígenas que en ningún otro régimen, recomienda el establecimiento de territorios libres de guerra y de actores armados en los resguardos indígenas. Es la misma exigencia que vienen haciendo los pueblos indígenas sin que nadie escuche. Si hubieran respetado esta recomendación y exigencia, Wilder estaría vivo hoy igual que muchas y muchos otros. Pero no se van los señores de la guerra. Quienes comandan la Fuerza Pública del Estado obedecen a los que son tan arrogantes que consideran la vida, toda la madre tierra, como su propiedad. Una propiedad que explotan, maltratan, ensucian, destruyen y venden como mercancías. Mientras la van vendiendo para llenarse de dinero y poder, se les va acabando. Se nos va acabando la vida. Cuando acaben con la vida y solamente les quede el capital que acumularon, van a morir la muerte que han causado. La vida no puede ser una propiedad ni una mercancía para unos pocos enloquecidos de vanidad y de ambición. Asesinan pueblos de hambre, matan niños con armas, destruyen la tierra y tienen el poder para decir que lo hacen por la democracia. El ejército al que le ordenan “combatir, combatir y combatir”, mata, mata y mata, así tenga que hacer montajes para mostrarle al patrón que esta cumpliendo. ¡Ya Basta! Basta también de la agresión de quienes a nombre de defender los pueblos contra esta violencia del régimen, irrespetan las autoridades propias, violan el territorio, intimidan y asesinan.

La dignidad ejemplar de la comunidad de Zumbico y de los resguardos y Cabildos del Norte del Cauca levanta los bastones de nuevo en medio del dolor. La declaración de Asamblea Permanente y la convocatoria al Tribunal Indígena es un gesto admirable de dignidad. Ustedes si son Gobierno para la vida y para su pueblo. Ojalá el Régimen y quienes lo representan deban sentir un día el peso de la justicia de las comunidades. Que tengan que vivir lo que han hecho sufrir a las comunidades hasta cuando sientan en carne propia el impacto de sus actos. Solamente cuando hayan pasado por esto, podrán reclamar el derecho a ser autoridades, si es que son capaces de aprender y compartir. Mientras tanto, su autoridad es ilegitima porque no se la merecen. Quien no ha luchado por su pueblo, quien lo ha perseguido, robado, explotado, empobrecido y asesinado, no tiene legitimidad para gobernar y no puede ser reconocido. Solamente le queda la fuerza porque ha perdido la razón.

Yo quisiera estar allí hoy acompañándoles respetuosamente. Las mentiras, las amenazas y la persecución, me impiden estar presente en la Asamblea, pero no pueden evitar que yo siga caminando la misma palabra del proceso y nombrándola. Ahora mas que nunca hay que resistir. Nadie que no resiste este régimen y sus estrategias es amigo de las comunidades, ni puede representar a los pueblos indígenas, venga de donde venga. Defender la vida y el territorio es un derecho. Wilder y Bautista merecen la vida con dignidad y autonomía. Que se vayan los asesinos de todos los bandos y que paguen su culpa los responsables.

Un abrazo solidario y sincero.

Tomado de Rebelión

Alternativa Antimilitarista - Moc
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