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El ejército español publica un libro para intentar convencer a la gente de lo ecologistas que son

El ejército español publica un libro para intentar convencer a la gente de lo ecologistas que son

El morro y el descarado intento de trepe de los «naturalistas» que se han prestado a esta aberración no tiene ninguna disculpa. Insumissia.

El ejército español y su cutre intento de “lavado verde”: el calendario 2006 del Ministerio de Defensa

15.000 hectáreas de suelo de uso militar se han convertido en reservas de vida.

Un libro del Ministerio de Defensa alaba la contribución de los campos de entrenamiento militar a la protección del medio ambiente

ISABEL IBÁÑEZ i.ibanez diario-elcorreo.com/MADRID

Pacifistas y ecologistas necesitarán argumentos para aceptar un libro destinado a loar la contribución, aunque sea indirecta, de las fuerzas armadas a la conservación de la naturaleza en España, sobre todo cuando las primeras imágenes que se asocian a los militares son de guerra y
destrucción. Una de las razones a esgrimir en favor de ’Espacios
naturales del Ministerio de Defensa’ -y para evitar desconfianzas al
saberlo editado por ese departamento-, es que está escrito por doce
reconocidos naturalistas. Pero hay otros motivos que apoyan la
importancia de lo que esconden esos carteles que, de pronto, sorprenden
y advierten: ’Zona militar. Prohibido el paso’.

Así era la isla de Cabrera en 1991: «Un payés y su mujer; cuatro
biólogos jóvenes, cada uno a su bola; un teniente que era Dios; unos
guardias civiles en bermudas floreadas y descoloridas con los bigotes
superlativos de las caricaturas; unos soldados aburridos sin mucho que
hacer. Había también una cantina con la bandera de España pintada como
enorme cenefa a lo largo de sus paredes (...), y todo ello, envuelto en
una atmósfera de tiempo parado, que no quiere pasar. Catorce años
después, la isla sigue igual». La descripción pertenece a uno de los
autores, Jorge Moreno, biólogo marino y director del Parque Nacional de
Cabrera. Así resume cómo las 15.000 hectáreas de suelo español dedicadas
a uso militar y, por ello, de acceso restringido se han convertido en
refugio de animales y vegetales, en reservas a salvo de la apisonadora
del desarrollo mal entendido, de los estragos que el ’boom’ urbanístico
ha causado en la costa mediterránea, a tiro de piedra de aquella isla.

Otro popular naturalista, Luis Miguel Domínguez, incide en que los
campos de entrenamiento han conservado intactos territorios que, de otro
modo, hubieran sido pasto del ’progreso’. Para ello, cita al ecologista
Txiki López, que denuncia lo que ha supuesto el abandono de la base de
Castillejos (Tarragona): «Llegó a acoger una decena de especies de
orquídeas como la ’ophrys apifera’ (la flor de abeja), además de
salamandras, jinetas, garduñas, martas, águilas reales y perdiceras,
piquituertos... Castillejos resultó ser un reducto de vida entre
garitas. Pero la desaparición de aquellos hombres de verde, ya que el
campo militar se cerró hace años, ha permitido el vandalismo en las
instalaciones y la invasión del refugio de vida. Allí se celebran ahora
fiestas ’rave’ con centenares de jóvenes en busca de lugares apartados
donde beber y escuchar música, dejando la desolación y la podredumbre
que provocan los residuos abandonados allí. El ruido, la presencia
humana no respetuosa y la basura son ahora enemigos de Castillejos, que
llora por la indirecta protección que le brindaban sus antiguos moradores».

Así que eso fue lo que pidió Joaquín Araújo, colaborador de Félix
Rodríguez de la Fuente, a José Antonio Alonso y a toda la plana mayor
del Ejército congregada en la presentación del libro: «Celebro que
Defensa entienda que entre sus muchas funciones está velar por esta red
de espacios de alto valor paisajístico y ecológico (tarea a la que el
departamento de Alonso dice dedicar el 8% de su presupuesto). Por favor,
ministro, no abandonen estos territorios, no cedan la gestión de sus
espacios naturales». El naturalista aporta su granito de arena con un
capítulo en el que desgrana sus experiencias en la mili en Colmenar
Viejo, donde pudo dedicarse a la observación de pájaros. De aquella
etapa conserva dos momentos: «Un cernícalo común que se metió entre dos
compañías en pleno desfile en pos de un pájaro y un busardo que vivió en
el campamento dos semanas y al que pillé arrojándose sobre un ratón».

Araújo desmenuza también sus aventuras en el archipiélago de Cabrera,
base militar desde 1916 y una de las comunidades zoológicas más
importantes por su grado de conservación en España, con un litoral
virgen poblado de praderas de posidonia. Sus 2.000 hectáreas son el
hábitat ideal para largartijas únicas en el mundo, águilas pescadoras,
halcones de Eleonor y 450 especies de flora. La presencia militar
permanente acabó en 1999, y se ha reducido en número y tiempo. Pero el
de Cabrera es sólo uno de los 33 espacios naturales protegidos por las
fuerzas armadas: las Bardenas Reales (Navarra), las islas Chafarinas
(Melilla), el monte Teleno (León), la sierra del Retín (Cádiz) y el
campo de maniobras Las Cumbres del Teide (Canarias) son algunas de las
bases a las que nos traslada este libro, con 200 fotos.

El lince ’Ramón’

Miguel Delibes de Castro relata cómo, a principios de los 70, cuando era
un becario de Doñana, tuvo que desplazarse a León, para recoger una
camada de lobos en una casa de pastor del monte Teleno: «Eran siete
bolitas de peluche muy oscuras pegadas unas a otras en un montón
informe. Lloraban reclamando alimento, con los ojos lacrimosos y las
orejas caídas. Mi jefe me había dicho que no volviera sin ver el lugar
en el que habían sido encontrados, y así lo solicité. El pastor me
advirtió: ’No se lo diga usted a nadie, pero tenemos que entrar en la
zona de influencia del campo de tiro. Como está prohibido pasar, ahí se
refugian los lobos y no hay modo de acabar con ellos’». También se
acuerda de los linces, como ’Ramón’, al que Kiko Veneno dedicó una de
sus canciones. En los 80 los perseguían para marcarlos «hasta que éstos
se adentraban en Médano del Loro, en el campo de maniobras de
Arenosillo. Aunque nunca fue difícil obtener autorización para
rastrearlos». Quizás por eso Delibes de Castro titula su capítulo ’Algo
tendrán los campos militares...’.

  • 11 de septiembre de 2006 14:51, por Wittgenstein

    He estado muchas veces en Cádiz, en Zahara de los atunes, municipio de Barbate. He visto que entre Barbate y su pedanía de Zahara hay enormes extensiones de terreno pertenecientes al ejército en donde nadie fuera de él o sin enchufe puede entrar. Se ven a lo lejos restos de coches u otros residuos que no parecen hablar muy a favor de ese ejército «ecologista». Alguien en el libro confunde el mantenimiento de territorio por parte del ejército y la autogestión que las gentes saben hacer. Nos presentan una alternativa falsa desde la base: ejército o destrucción. No es eso. Primero, los ejércitos, sean cuales sean, destruyen. Segundo, los ejércitos privan al pueblo del uso de un territorio que le pertenece. Tercero, quieren que olvidemos el enorme gasto público que significan los ejércitos: material, combustible, edificios... Los ejércitos son centralizados y la autogestión, la ecología, el socialismo, significa descentralización, organización democrática, desde la base no desde una cúspide que, encima, nadie elige. Por último, los ejércitos, en el ejercicio de su misión matan o reciben muerte. La ecología es vida.
    ¿A quién quieren engañar?

  • 12 de septiembre de 2006 09:38, por Izanik

    No es necesario irse hasta Barbate para encontrar campos militares, en la propia Bahía de Cádiz, a escasos kilómetros de la capital, es posible llegar a pie por la playa Victoria hasta un cuartel y un muro donde se puede leer «Zona Militar: prohibido el paso». En concreto, se trata del cuartel llamado popularmente como Torregorda. El estado del cuartel y de la playa donde se ubica es una verdadera vergüenza. Las paredes están desconchadas, corroídas por el tiempo, y desde afuera parece que el lugar está abandonado. Junto al parque natural de la Bahía de Cádiz se pueden oir los cañonazos y los disparos, y si tenemos el valor de acercarnos rápidamente nos daremos cuenta de la cantidad de chatarra y de escombros que hay acumulados en la playa. Si no fuese por esa zona militar sería posible ir caminando desde Cádiz hasta San Fernando (como en la canción) por una preciosa y enorme playa. Sin embargo, a mitad del camino nos vemos obligados a volver sobre nuestros pasos al encontrarnos con
    los defensores de las balas y la muerte. Es cierto que la zona no ha sido nunca urbanizada. ¿Pero acaso es ecologismo utilizar la naturaleza como un campo de tiro? ¿Se cuida el Medio Ambiente privatizando un Parque Natural, para usarlo como a su dueño le plazca? Lo que hacen falta no son zonas militares. Son más ideas y una mayor responsabilidad. ¿Cómo van a respetar el planeta aquellos que ni siquiera respetan la vida humana?

  • 2 de febrero de 2007 18:52, por txiqui

    Hola, soy Txiqui López, uno de los naturalistas que se critican. Me ha sorprendido mucho vuestra posición ya que podeis ser muy insumisos e ir encontra del ejercito, pero eso no os da la razón y sobre medio ambiente y en concreto sobre este campo se bastante más que vosotros, que seguramente no lo habeis pisado en vuestra vida, o quizas fuisteis a alguna de las fiestas rave que dejaron aquello hecho una mierda? No quiero entrar en guerra con vosotros ya que simpatizo mucho con vuestro movimiento, pero no simplifiqueis tanto y sobretodo no hagais demagogia que para eso ya estan los políticos. Si la presencia del ejercito en algunos casos ha sido la que ha permitido o ha hecho posible la conservación de ciertos espacios naturales, pues debemos asumirlo sin más.
    Un saludo
    Txiqui

    • 2 de febrero de 2007 22:36, por Pablo

      Una pregunta: ¿Si no tienes ni idea de quienes ni cuántos somos, ni a qué nos dedicamos (espero que al menos sepas que ser antimilitarista no es una profesión ni una especialidad académica) cómo puede ser que en este tema tengas tan claro que «sabes bastante más que nosotros»?

      Otra pregunta: ¿En qué curso del máster de descalificación y topicazos contra movimientos sociales te quedaste? Lo digo por la impertinencia macarra esa de las fiestas rave.

      Otra más: ¿Podría saberse qué quieres decir con que simpatizas con nuestro movimiento? ¿No te estarás confundiendo con una gente que el día de la paz sueltan globos a volar y el resto del año dicen amén a los ejércitos y las guerras?

      Más: Si lo nuestro, como dices, es demagogia, lo que hace el ejército con el calendario y el libro ¿exactamente qué es?

      Y por último: ¿Con lo de que debemos asumir sin más el efecto benefactor de los ejércitos sobre esos espacios naturales, quieres decir que hay que cerrar los ojos por ejemplo al hecho de que esos sitios le estén vedados a la ciudadanía, y que en ellos se experimente armamento y se preparen guerras?

      Espero que al menos no te hayan pagado por colaborar en este nuevo intento de legitimar lo inlegitimable.

      Otro saludo.

      • 8 de febrero de 2007 17:59, por Txiqui

        Hola a todos, no entiendo ese tono tan amenazador y descalificante que utilizas, yo no soy el enemigo. Me disculpo si mi correo pudo sonar tambien de esta manera, no era mi intención. No estoy de acuerdo con nadie que agreda al entorno, y en el caso que decribo hubo más impacto con las fiestas rave que con la presencia militar. Fijate que siempre hablo de este caso no discutire otros caso que desconozco. Yo no cobro un duro por esto. Y espero una disculpa por los insultos, cuando empeze esta respuesta solamente me surgian insultos, pero vosotros tampoco sois el enemigo. LLevo toda mi vida en movimientos sociales y he padecido cosas que incluso no puedo comentar. Cunado comenté que sobre este tema se bastante más que vosotros me referia al estado del espacio natural ocupado por los militares y posteriormente abandonado, ni mucho menos pretendo saber más que vosotros ni del tema militar ni de los insumisos. Relajate un poco

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