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Observando el Líbano

Los intereses de Washington en la guerra de Israel

Los intereses de Washington en la guerra de Israel

Seymour M. Hersh

traducción por decondicionamiento.org

En los días posteriores a que Hezbollah cruzara del Líbano a Israel, el 12 de julio, para secuestrar a dos soldados, que derivaría en un ataque israelí al Líbano y una guerra total, la Administración Bush parecía extrañamente pasiva. «Es un momento de aclaración», dijo el Presidente George W.Bush en la reunión del G-8 en San Petersburgo el 16 de julio. «Ha quedado claro por qué no tenemos paz en el Medio Este». Describió la relación entre Hezbollah y quienes lo apoyan en Irán y Siria como una de las «raices de la inestabilidad», y en consecuencia afirmó que dependía de estos países terminar la crisis. Dos días después, a pesar de las peticiones de varios gobiernos para que los EEUU llevaran el liderazgo en las negociaciones para terminar los combates, la Secretaria de Estado Condolezza Rice fijo que un alto el fuego debía olvidarse para llevarse a cabo cuando «las condiciones fueran apropiadas».

Sin embargo, la Administración Bush estaba involucrada de cerca en la planificación de las represalias de Israel. El Presidente Bush y el Vice-Presidente Dick Cheney estaban convencidos, según me han explicado funcionarios diplomáticos y de inteligencia, de que una campaña exitosa de bombardeos de la Fuerza Aérea Isrealí contra los complejos en Líbano enormememente fortificados de Hezbollah de mando y control, y de misiles bajo tierra, podrían aliviar las preocupaciones de seguridad de Israel y también servir como un preludio a un potencial ataque preventivo de EEUU para destruir las instalaciones nucleares de Irán, algunas de las cuales se encuentran también enterradas profundamente bajo la tierra.

Los expertos militares y de inteligencia israelíes con los que hablé enfatizaron que los asuntos inmediatos sobre la seguridad de Israel eran suficiente razón para enfrentarse con Hezbollah, a pesar de lo que quisiera la Administración Bush. Shabtai Shavit, un consejero de seguridad nacional que dirigió el Mossad, el servicio de inteligencia hacia el extranjero de Israel, desde 1989 a 1996, me dijo, «Hacemos lo que pensamos que es mejor para nosotros, y si sucede que eso coincide con las necesidades de América, eso es parte de la relación entre dos amigos. Hezbollah está armado hasta los dientes y entrenado en la tecnología de guerrillas más avanzada. Era sólo cuestión de tiempo. Teníamos que solucionarlo.»

Hezbollah es visto por los israelís como una profunda amenaza; una organización terrorista, operando en sus fronteras, con un arsenal militar que con ayuda de Irán y Siria se ha fortalecido desde que la ocupación israelí del sur del Líbano terminó en el año 2000. El líder de Hezbollah, Sheikh Hassan Nasrallah, ha dicho que no cree que Israel sea un «estado legal». La inteligencia israelí estimó al principio de la guerra aérea que Hezbollah tenía aproximadamente quinientos cohetes Fajr-3 y Fajr-5 de medio alcance y algunas docenas de cohetes Zelzal de largo alcance; los Zelzal, con un alcance de unos doscientos kilómetros, podrían alcanzar Tel Aviv. (Un cohete alcanzó Haifa el día después de los secuestros). También tiene más de doce mil cohetes de corto alcance. Desde que el conflicto comenzó, se han lanzado más de tres mil de estos sobre Israel.

Según un experto en Oriente Medio con conocimientos sobre la forma de pensamiento de ambos gobiernos israelí y estadounidense, Israel había diseñado un plan para atacar a Hezbollah -y lo había compartido con funcionarios de la Administración Bush- bastante antes de los secuestros del 12 de julio. «No es que los israelís tuvieran una trampa en la que Hezbollah haya caído», dijo, «pero había una fuerte opinión en la Casablanca de que tarde o temprano los israelís iban a hacerlo».

El experto en Oriente Medio afirmó que la Administración tenía varias razones para apoyar la campaña israelí de bombardeos. Dentro del Departamento de Estado, era visto como una forma de fortalecer el gobierno libanés de modo que pudiera reforzar su autoridad sobre el sur del país, gran parte del cual es controlado por Hezbollah. Y siguió; «La Casablanca estaba más centrada en despojar a Hezbollah de sus misiles, porque, si hubiera una opción militar contra las instalaciones nucleares de Irán, tenía que librarse de las armas que Hezbollah pudiera usar en una represalia contra Israel. Bush quería ambas cosas. Bush iba tras Irán, como parte de su Eje del Mal, y de sus emplazamientos nucleares, y estaba interesado en ir tras Hezbollah como parte de su interés en la democratización, con Líbano como una de las joyas de la corona de la democracia de Oriente Medio».

Los oficiales de la Administración niegan que conocieran el plan de Israel para la guerra aéres. La Casablanca no respondió a una lista detallada de preguntas. En respuesta a una solicitud por separado, un portavoz del Consejo de Seguridad Nacional dijo, «Antes del ataque de Hezbollah a Israel, el gobierno israelí no dio a ningún funcionario en Washington razón alguna para creer que Israel estuviera planeando atacar. Incluso tras el ataque del 12 de julio, no supimos cuáles eran los planes de Israel». Un portavoz del Pentágono fijo, «El gobierno de los Estados Unidos continúa comprometido con una solución diplomática al problema del programa clandestino de armas nucleares de Irán» y negó la historia, como lo hizo un portavoz del Departamento de Estado.

Los Estados Unidos e Israel tienen servicios de inteligencia compartidos, y disfrutaron de una cooperación militar cercana durante décadas, pero a principios de esta primavera, según un antiguo funcionario de inteligencia, estrategas de alto nivel de las fuerzas aéreas norteamericanas -bajo presión desde la Casablanca para desarrollar un plan de guerra para un golpe decisivo contra las estructuras nucleares de Irán- empezaron a consultar con sus homólogos en la Fuerza Aérea Israelí.

«La gran pregunta para nuestra Fuerza Aérea era cómo golpear una serie de objetivos difíciles en Irán con éxito», afirmó en antiguo funcionario de inteligencia. «¿Quién es el aliuado más cercano de la Fuerza Aérea de EEUU en sus planes? No es el Congo, es Israel. Todo el mundo sabe que ingenieros iraníes han estado aconsejando a Hezbollag en construcción túneles y emplazamiento subterráneo de armas. Así que la Fuerza Aérea fue a los israelíes con algunas nuevas tácticas y les dijo, ’concentrémonos en el bombardeo y compartamos lo que tenemos sobre Irán y lo que tenéis sobre el Líbano’». Las conversaciones alcanzaron a los Jefes Unidos del Estado Mayor y al Secretario de Defensa Donald Rumsfeld, afirmó.

«Los israelís nos dijeron que sería una guerra barata con muchos beneficios», dijo un asesor del gobierno norteamericano con lazos cercanos a Israel. «¿Por qué oponerse? Podríamos cazar y bombardear misiles, túneles y bunkers desde el aire. Sería una demostración para Irán.»

Un asesor del pentágono dijo que la Casablanca de Bush «ha estado haciendo campaña durante cierto tiempo para encontrar una razón para un ataque preventivo contra Hezbollah». Añadió, «era nuestra intención tener a Hezbollah reducido, y ahora tenemos a otro haciéndolo» (Cuando este artículo llegó a la prensa, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobó una resolución de alto el fuego, aunque no está claro que cambie la situación en tierra).

Según Richard Armitage, quien sirvió como Subsecretario de Estado en la primera legislatura de Bush, y quien dijo en 2002 que Hezbollah «podría ser el Equipo A de los terroristas», la campaña de Israel en el Líbano, que se ha encontrado con dificultades inesperadas y extensas críticas, podría al final servir como una advertencia a la Casablanca sobre Irán. «Si la fuerza militar más dominante de la región -las Fuerzas de Defensa de Israel- no pueden pacificar un país como el Líbano con una población de cuatro millones de habitantes, tendrías que pensar con cuidado sobre llevar esa lógica a Irán, que tiene profundidad estratégica y una población de setenta millones», dijo Armitage. «Lo único que de momento ha conseguido el bombardeo es unir a la población contra los israelíes».

Varios funcionarios antiguos y en servicio involucrados en Oriente Medio me dijeron que Israel vio el secuestro de los soldados como el momento oportuno para empezar su ya planeada campaña militar contra Hezbollah. «Hezbollah, como un mecanismo de relojería, estaba instigando algo pequeño cada mes o dos», dijo el asesor del gobierno norteamericano con vínculos con Israel. Dos semanas antes, a finales de junio, miembros del grupo palestino Hamas habían excavado túneles bajo la barrera que separa a Gaza de Israel y capturado a un soldado israelí. Hamas también había lanzado una serie de cohetes a ciudades israelíes cerca de la frontera con Gaza. En respuesta, Israel había iniciado una extensa campaña de bombardeos y reocupado partes de Gaza.

El asesor del Pentágono llamó la atención sobre que habían habido también incidentes fronterizos entre Israel y Hezbollah, en ambas direcciones, durante algún tiempo. «Han estado jugando a disparar y esconderse el uno al otro», dijo. «Cualquier bando podría haber cogido un incidente y dicho ’Tenemos que ir a la guerra con estos tipos’, porque ya estaban en guerra».

David Siegel, el portavoz de la Embajada de Israel en Washington, dijo que la Fuerza Aérea israelí no había estado buscando una razón para atacar a Hezbollah. «No planeamos la campaña. La decisión fue forzada sobre nosotros». Habían signos crecientes de que Hezbollah «estaba presionando para un ataque», dijo Siegel. «Hezbollah ataca cada dos o tres meses», pero el secuestro de los soldados subió la apuesta.

En entrevistas, varios académicos israelies, así como periodistas y agentes de inteligencia y militares retirados todos coincidieron en una cosa: creían que la decisión de ir a la guerra con Hezbollah había sido tomada por los líderes israelíes y no por Washington. Las encuestas mostraban que un amplio sector de israelíes apoyaban esta posibilidad. «Los neocons en Washington podían estar felices, pero Israel no necesitaba que lo empujaran, porque Israel ha estado queriendo librarse de Hezbollah», dijo Yossi Melman, un periodista del periódico Ha’aretz que ha escrito varios libros sobre la comunidad de inteligencia israelí. «Provocando a Israel, Hezbollah proporcionó esta oportunidad».

«Estabamos frente a un dilema», dijo un funcionario israelí. El Primer Ministro Ehud Olmert «tuvo que decidir si iba a una respuesta local, que es lo que siempre hacemos, o a una respuesta extensa; hacerse cargo realmente de la cuestión de Hezbollah por completo». Olmert tomó su decisión, dijo el funcionario, sólo después de que fallaran una serie de intentos de rescate israelíes.

Sin embargo, el asesor estadounidense con lazos cercanos con Israel me dijo que, desde la perspectiva de Israel, la decisión para llevar a cabo una acción fuerte se había vuelto inevitable semanas antes, después de que el servicio de inteligencia de comunicaciones del ejército israelí, conocido como Unidad 8200, interceptase comunicaciones belicosas a finales de esta primavera y a principios de verano, que involucraban a Hamas, Hezbollah, y a Khaled Meshal, el líder de Hamas que ahora vive en Damasco.

Una intercepción fue sobre una reunión a finales de mayo del liderazgo político y militar de Hamas, con Meshal participando a través del teléfono. «Hamas creyó que la llamada de Damasco estaba codificada, pero Israel había roto el código», afirmó el asesor. Durante casi un año antes de su victoria en las elecciones palestinas de enero, Hamas había reducido su actividad terorista. En la conversación interceptada a finales de mayo, me dijo el asesor, el liderazgo de Hamas dijo que «no obtenían beneficios de ello, y estaban perdiendo el aprecio de la población palestina». La conclusión, dijo, fue «’regresemos al sistema anterior e intentamos arrancarle concesiones al gobierno israelí’». El asesor me contó que EEUU e Israel estaban de acuerdo en que si los líderes de Hamas lo hacían y si Nasrallah les apoyaba, habría «una respuesta a gran escala.» En las semanas siguientes, cuando Hamas empezó a cavar el túnel hacia Israel, el asesor dijo, la Unidad 8200 «interceptaron señales involucrando a Hamas, Siria y Hezbollah, diciendo, en esencia, que querían que Hezbollah ’calentase’ el norte.» En uno de los mensajes interceptados, dijo el asesor, Nasrallah se refirió a Olmert y al Ministro de Defensa Amir Peretz como «aparentemente débiles» en comparación con los anteriores primeros ministros Ariel Sharon y Ehud Barak, quienes tenían una extensa experiencia militar, y dijo que «pensó que Israel respondería en pequeña escala, de forma local, como lo había hecho en el pasado.»

A principios de verano, antes de los secuestros de Hezbollah, el asesor del gobierno de EEUU dijo que varios funcionarios israelíes habían visitado por separado EEUU, «para tener luz verde para el bombardeo y para averiguar cuanto podría aguantar EEUU». El asesor añadió, «Israel empezó con Cheney. Querían estar seguros de que tenían su apoyo y el de su ministerio, y del despacho de Medio Oriente del Consejo de Seguridad Nacional». Después de eso, «persuadir a Bush nunca fue un problema, y Condi Rice estaba a bordo», dijo el asesor.

El plan inicial, tal y como estaba planeado por los israelíes, era una campaña fuerte de bombardeos en respuesta a la siguiente provocación de Hezbollah, según el experto en Oriente Medio con conocimientos sobre el pensamiento de EEUU e Israel. Israel creía que, atacando la infraestructura del Líbano, incluyendo autopistas, depósitos de combustible e incluso las pistas de aterrizaje civiles en el aeropuerto principal de Beirut, podría persuadir a la extensa población cristiana y sunní del Líbano para que se volviera contra Hezbollah, según el antiguo funcionario de inteligencia. El aeropuerto, autopistas y puentes, entre otras cosas, han sido golpeados en la campaña de bombardeos. La Fuerza Aérea de Israel ha volado unas nueve mil misiones hasta la semana pasada. (David Siegel, el portavoz israelí, dijo que Israelí sólo había atacado lugares conectados a Hezbollah, y que el bombardeo de puentes y caminos tenía el objetivo de evitar el transporte de armas).

El plan israelí, según el anterior funcionario experto en inteligencia, era «la imagen reflejada de lo que EEUU ha estado planeando para Irán». (Las propuestas iniciales de la fuera aérea de EEUU para una taque aéreo para destruir la capacidad de Irán, han sido resistidas por los líderes del Ejército de Tierra, la Armada y los Marines, según funcionarios actualmente en servicio y retirados. Argumetnan que el plan de la Fuerza Aérea no funcionará y que llevará inevitablemente, como la guerra israelí con Hezbollah, a la inserción de tropas terrestres).

Uzi Arad, quien trabajó para el Mossad durante más de dos décadas, me dijo que hasta donde sabía los contactos entre los gobiernos de Israel e EEUU eran rutina, y que, «en todos mis encuentros y conversaciones con funcionarios gubernamentales, nunca oí ni una sóla vez a nadie referirse a una coordinación previa con los EEUU». Estaba preocupado por una cuestión, la rapidez con la que el gobierno de Olmert fue a la guerra. «Nunca en mi vida he visto una decisión para ir a la guerra tomada con tanta velocidad», dijo. «Habitualmente hacemos largos análisis».

El planificador militar clave fue el Teniente General Dan Halutz, el jefe del estado mayor del I.D.F, quien durante su carrera en la Fuerza Aérea israelí trabajó en planificación de contingencias para una posible guerra aérea con Irán. Olmert, un antiguo alcande de Jerusalén, y Peretz, un antiguo líder laborista, no podrían rivalizar con su experiencia y su habilidad.

En las discusiones tempranas con funcionarios americanos, se me dijo por el experto en Oriente Medio y el consultor del gobierno, que los israelíes apuntaron repetidamente a la guerra en Kosovo como un ejemplo de lo que Israel intentaría conseguir. Las fuerzas de la OTAN comandadas por el General de EEUU Wesley Clark bombardeadon metódicamente y lo hicieron no sólo con objetivos militares sino túneles, puentes y caminos, en Kosovo y en el resto de Serbia, durante setenta y ocho días, antes de forzar a que las tropas serbias se rindieran desde Kosovo. «Israel estudió la guerra de Kosovo como su modelo», dijo que consultor gubernamental. «Los israelíes le dijeron a Condi Rice, ’Lo hicisteis en setenta días, pero nosotros necesitamos la mitad de eso, treinta y cinco días’».

Por supuesto, hay enormes diferencias entre el Líbano y Kosovo. Clark, quien se retiró del ejército en el 2000 e intentó presentarse sin éxito a la presidencia por los demócratas en 2004, se opuso a la analogía: «Si fuera cierto que la campaña israelí está basada en el enfoque americano a Kosovo, entonces no ha captado la idea. La nuestra era utilizar la fuerza para obtener un objetivo diplomático; no consistía en matar gente». Clark destacó en un libro de 2001, «Haciendo la Guerra Moderna», que era la amenaza de una posible invasión terrestre así como el bombardeo lo que forzó a los serbios a terminar la guerra. Me dijo, «en mi experiencia, las campañas aéreas tienen que estar respaldadas al final por la voluntad y la capacidad de acabar el trabajo en tierra».

Kosovo ha sido citado públicamente por periodistas y funcionarios israelíes desde que empezó la guerra. El 6 de agosto el Primer Ministro Olmert, respondiendo a la condena europea de la muerte de civiles libaneses, dijo, «¿De dónde sacan el derecho a predicar a Israel? Los países europeos atacaron Kosovo y mataron a diez mil civiles. ¡Diez mil! Y ninguno de estos países tuvieron que sufrir antes de ello por ningún cohete. No estoy diciendo que estuviera equivocado el intervenir en Kosovo. Pero por favor: no prediquen sobre el tratamiento de civiles.» (Human Rights Watch estimó que el número de civiles muertos en los bombardeos de la OTAN fue de quinientos; la cifra sólo fue situada entre quinientos y doce mil por el gobierno yugoslavo).

La oficina de Cheney apoyaba el plan israelí, tal como lo hacía Elliott Abrams, un subdirector consejero de seguridad nacional, según varios funcionarios en activo y retirados. (Un portavoz del Consejo de Seguridad Nacional negó que Abrams lo hubiera hecho). Creían que Israel debía moverse rápido en su guerra aérea contra Hezbollah. Un antiguo funcionario de inteligencia dijo, «Le dijimos a Israel, ’mirad, si teneis que ir estamos con vosotros . Pero pensamos que debe ser más temprano que tarde, cuanto más espereis, menos tiempo tenemos para evaluar un plan para Irán antes de que Bush deje de ser presidente.’»

El argumento de Cheney, dijo el antiguo experimentado funcionario de inteligencia, fue «¿Y si los israelíes ejecutan su parte de esto primero, y tiene realmente éxito? Eso sería genial. Podemos aprender qué hacer en Irán viendo lo que los israelíes hacen en el Líbano.»

El asesor del Pentágono me dijo que la información de inteligencia sobre Hezbollah e Irán está siendo mal manejada por la Casablanca de la misma forma en que se hizo cuando en 2002 y a principios de 2003 la Administración estaba argumentando que Iraq tenía armas de destrucción masiva. «La gran queja ahora en la comunidad de los servicios de inteligencia, es que todo lo importante se está enviando directamente hacia arriba -debido a la insistencia de la Casablanca- y no se está analizando en absoluto, o casi nunca», dijo. «Es una política horrible y viola todas las construcciones de la N.S.A., y si te quejas estás fuera», dijo. «Cheney tuvo una responsabilidad fuerte en esto».

El objetivo a largo plazo de la Administración era ayudar a formar una coalición Árabe Sunní, incluyendo países como Arabia Saudí, Jordania y Egipto, que se unieran a EEUU y a Europa para presionar a los mullahs gobernantes chiítas de Irán. «Pero la idea que había tras este plan era que Israel derrotaría a Hezbollah, no que perdería», afirmó el consultor con enlaces cercanos con Israel. Algunos funcionarios en el departamento de Cheney y en el Consejo de Seguridad Nacional se habían convencido, basandose en charlas privadas, de que estas naciones moderarían su crítica pública a Israel y culparían a Hezbollah por crear la crisis que llevó a la guerra. Aunque pasó así al principio, cambiaron su posición al alzarse protestas públicas en sus países sobre los bombardeos israelíes. Entonces la Casablanca quedó claramente decepcionada, cuando a finales del pasado mes de julio el príncipe saudí al-Faisal, ministro de exteriores, viajó a Washington y en una reunión con Bush, pidió al Presidente a que interviniera inmediatamente para acabar la guerra. El Washington Post informó de que Washington había tenido la esperanza de alistar estados árabes moderados «en un esfuerzo para presionar a Siria e Irán para controlar a Hezbollah, pero el movimiento Saudí... pareció enturbiar esta iniciativa.»

La sosprendente fuerza de la resistencia de Hezbollah, y su capacidad para lanzar contínuos cohetes sobre el norte de Israel a pesar de los constantes bombardeos israelíes, me dijo el experto en Oriente Medio, «es un atraso masivo para aquellos que quieren usar la fuerza en Irán. Y aquellos que argumentan que los bombardeos crearán una disensión interna y una revuelta en Irán también pierden posiciones».

A pesar de ello, algunos funcionarios en el Estado Mayor Conjunto de EEUU continúan profundamente preocupados de que la Administración juzgue de forma mucho más positivo de lo que deberían la campaña aérea israelí, afirmó el oficial experto retirado de inteligencia. «No hay manera de que Rumsfeld y Cheney vayan a sacar la conclusión correcta sobre esto», dijo. «Cuando el humo se disipe, dirán que fue un éxito, y obtendrán consolidación para sus planes de atacar Irán».

En la Casablanca, especialmente en la oficina de la vicepresidencia, muchos funcionarios creen que la campaña militar contra Hezbollah está funcionando y debería llevarse adelante. Al mismo tiempo, afirmó el asesor del gobierno, algunos políticos en la Administración han concluído que el coste de los bombardeos para la sociedad libanesa es muy alto. «Están diciendo a Israel que es hora de reducir los ataques sobre las infraestructuras».

Hay divisiones similares emergiendo en Israel. El portavoz israelí, David Siegel, dijo que el liderazgo de su país creía a principios de agosto que la guerra aérea había tenido éxito, y que había destruído más del setenta por ciento de la capacidad de lanzamiento de misiles de medio y largo alcance de Hezbollah. «El problema son los misiles de corto alcance, sin lanzaderas, que pueden dispararse desde áreas civiles y casas», me dijo Siegel. «La única forma de resolver esto es con operaciones en tierra, que es por lo que Israel estaría forzada a expandir sus operaciones de tierra si las rondas diplomáticas no funcionan». La pasada semana, sin embargo, resultaba evidente que el gobierno israelí estaba preocupado por la marcha de la guerra. En un movimiento inusual, el diputado de Halutz, Comandante General Moshe Kaplinsky, fue puesto al cargo de la operación, sustituyendo al Comandante General Udi Adam. La preocupación en Israel es que Nasrrallah podría intensificar la crisis disparando misiles a Tel Aviv. «Hay un gran debate sobre cuanto daño debería infligir Israel para prevenirlo», dijo el asesor. «Si Nasrallah golpea Tel Aviv, ¿que debería hacer Israel? Su objetivo es impedir más ataques diciéndole a Nasrallah que destruirá su país si no para, y recordar al mundo árabe que Israel puede enviarlo veinte años atrás. Ya no estamos jugando con las mismas reglas.»

Un funcionario de inteligencia europeo me dijo, «Los israelíes han sido cazados en una trampa psicológica. En los años pasados, tenían la creencia de que podían resolver sus problemas con la fuerza. Pero ahora, con el martirio islámico, las cosas han cambiado, y necesitan respuestas distintas. ¿Cómo asusta a gente que ama el martirio?». El problema al intentar eliminar a Hezbollah, dijo el funcionario de inteligencia, son los enlaces del grupo con la población chií al sur del Líbano, en el Valle de Bekaa, y en los suburbios al sur de Beirut, donde opera escuelas, hospitales, una estación de radio, y varias instituciones de caridad.

Un planificador militar de alto nivel norteamericano me dijo, «Tenemos una gran vulnerabilidad en la región, y hemos hablado de algunos de los efectos de una taque iraní o de Hezbollah sobre el régimen saudi y sobre la infraestructura petrolífera». Hay una preocupación especial en el Pentágono, añadió, sobre las naciones productoras de petróleo al norte del Estrecho de Ormuz. «Tenemos que anticipar las consecuencias no planeadas», me dijo. «¿Seremos capaces de absorber un barril de petróleo a cien dólares? Esta esta forma de pensar casi cómica de que lo puedes hacer todo desde el aire, incluso cuando combates a un enemigo irregular con capacidad de atrincherarse. No vas a tener éxito a no ser que tengas presencia en tierra, pero los líderes políticos nunca consideran el peor de los casos. Estos tipos sólo quieren oir hablar del mejor de los casos.»

Hay pruebas de que los iraníes estaban esperando la guerra contra Hezbollah. Vali Nasr, un experto en musulmanes chiítas e Irán, que es socio del Consejo de Relaciones Externas y da clases en la Escuela Naval de Postgraduado en Monterey, California, dijo, «Cada movimiento negativo americano contra Hezbollah era visto por Irán como parte de una campaña más amplia contra ellos. E irán, empezó a prepararse para el enfrentamiento suministrando armas sofisticadas a Hezbollah -misiles antit-anque y anti-barcos- y entrenando a sus combatientes para usarlos. Y ahora Hezbollah está probando las nuevas armas de Irán. Irán ve que la Administración Bush está intentando marginar su papel regional, así que fomentó los problemas.»

Nasr, un americano-iraní que recientemente publicó un estudio sobre la división Sunní-Chiíta titulada «El Renacimiento Chií», también dijo que le liderazgo iraní cree que el objetivo político definitivo de Washington es hacer que alguna fuerza internacional actúe como amortiguador -para separar físicamente Siria y Líbano en un esfuerzo para desarmar a Hezbollah, cuya principal ruta de suministros pasa a través de Siria. «La acción militar no puede traer el objetivo político deseado», dijo Nasr. La popularidad del presidente iraní, Mahmoud Ahmadinejad, un crítico virulento de Israel, es máxima en su propio país. Si EEUU atacaran las instalaciones nucleares de Irán, dijo Nasr, «podrías acabar convirtiendo a Ahmadinejad en otro Nasrallah, la estrella del rock de la calle árabe».

Donald Rumsfeld, que es uno de los funcionarios más francos al hablar y poderosos de la Administración Bush, ha dicho muy poco públicamente sobre la crisis en Líbano. Su relativo silencio, comparado con su visible agresividad en la preparación de la guerra de Iraq, ha provocado un debate en Washington sobre su posición en este asunto.

Algunos funcionarios en activo y retirados de inteligencia entrevistados para este artículo creen que Rumsfeld está en desacuerdo con Bush y Cheney sobre el papel de EEUU en la guerra entre Israel y Hezbollah. El asesor del gobierno de EEUU con enlaces cercanos a Israel dijo que «había una sensación de que Rumsfeld no tenía entusiasmo en la guerra israelí». Añadió, «el poder aéreo y el uso de unas pocas Fuerzas Especiales había funcionado en Afganistán, e intentó hacerlo de nuevo en Iraq. Fue la misma idea, pero no funcionó. Pensó que Hezbollah estaba demasiado atrincherado y que erl plan de ataque israelí no funcionaría, y la última cosa que quería era otra guerra que pusiera a las fuerzas americanas en Iraq bajo un riesgo mayor».

Un diplomático occidental dijo que entendía que Rumsfeld no conociera todos los detalles del plan de guerra. «Está enfadado y preocupado por sus tropas» en Iraq, dijo el diplomático. Rumsfeld sirvió en la Casablanca durante el último año de la guerra de Vietnam, de la que las tropas americanas se retiraron en 1975, «y no quería ver algo como esto teniendo un impacto en Iraq». La preocupación de Rumsfeld, añadió el diplomático, fue que la expansión de la guerra en Irán podría poner a las tropas americanas en Iraq en un riesgo mayor de ataques por las milicias chiíes pro-iraníes.

En una vista del Comité de Servicios Armados del Senado el 3 de agosto, Rumsfeld fue menos que entusiasta sobre las implicaciones de la guerra para las tropas americanas en Iraq. Preguntado sobre si la Administración era consciente del impacto de la guerra en Iraq, declaró que en sus reuniones con Bush y Condolezza Rice, «hay una sensibilidad hacia el deseo de no poner en un riesgo mayor nuestras fuerzas e intereses como resultado de lo que está teniendo lugar entre Israel y Hezbollah... hay una variedad de riesgos a los que nos enfrentamos en la región, y es una situación difícil y delicada».

Sin embargo, el asesor del Pentágono descartó la idea de una división en la cúpula de la Administración, y dijo simplemente, «Rummy está en el equipo. Le encantaría ver degradado a Hezbollah, pero también es una voz a favor de menos bombardeos y más operaciones innovadoras de tierra israelíes». El funcionario retirado de inteligencia habló de forma similar de un Rumsfeld que estaría «encantado de que Israel se adelantara a nuestras iniciativas».

También hay preguntas sobre el status de Condolezza Rice. La información muestra que su apoyo inicial a la guerra aérea israelí contra Hezbollah ha sido suavizada por el disgusto ante los efectos de los ataques en Líbano. El asesor del Pentágono dijo que a principios de agosto empezó a «agitar» en privado dentro de la Administración para tener el permiso de empezar contactos diplomáticos con Siria -de momento sin mucho éxito-. La semana pasada, el Times informó de que Rice había dirigido a un funcionario de la Embajada en Damasco para encontrarse con el ministro sirio de asuntos exteriores, aunque la reunión aparentemente no dio resultados. El Times también informó de que Rice se veía a sí misma como «intentando no ser sólo una pacificadora fuera sino como mediadora entre partes en liza» dentro de la Administración. El artículo apuntó a una división entre diplomáticos de carrera en el Departamento de Estado y «conservadores en el gobierno», incluyendo a Cheney y Abrams, «quienes estaban presionando para un apoyo más fuerte de EEUU a Israel».

El diplomático occidental me contó que su embajada cree que Abrams a emergido como un político clave en Irán, y en la crisis actual entre Hezbollah e Israel, y que el papel de Rice ha sido relativamente menguado. Rice no quería hacer su reciente viaje a Oriente Medio, dijo el diplomático. «Sólo quería ir si pensaba que hubiera una oportunidad real para un alto el fuego».

El mayor apoyo en Europa par aBush sigue siendo el Primer Ministro británico Tony Blair, pero muchos dentro del propio Foreign Office de Blair, como afirmó un antiguo diplomico, creen que «se ha quedado sólo en esto», especialmente al aceptar la negativa de Bush para buscar un alto el fuego total e inmediato entre Israel y Hezbollah. «Blair está sólo aquí», dijo el diplomático retirado, «Sabe que ha perdido sus apoyos y que va de camino a la calle, pero sigue tragando», la política de Bush. «Se bebe la Cocacola de la Casablanca como cualquier otro en Washington». La crisis empezará realmente a finales de agosto, añadió el diplomático, «cuando los iraníes» -bajo una fecha límite de las Naciones Unidas para acabar con el enriquecimiento de uranio-, «digan que no».

Incluso aquellos que siguen apoyando la guerra israelí contra Hezbollah están de acuerdo en que está fallando a la hora de obtener uno de sus objetivos principales; reunir a los libaneses contra Hezbollah. «El bombardeo estratégico ha sido un concepto militar fallido durante noventa años, y aun así las fuerzas aéreas de todo el mundo siguen haciéndolo», me dijo John Arquilla, analista de defensa en la Escuela Naval de Postgraduado. Arquilla ha hecho campaña durante más de una década, con creciente éxito, para cambiar la forma en la que EEUU lucha contra el terrorismo. «La forma de hacer la guerra no es masa contra masa», dijo. «Tienes que cazar como una red para derrotar a una red. Israel se centró en bombardear a Hezbollah, y cuando eso no funcionó, se hizo más agresiva en tierra. La definición de la locura es seguir haciendo lo mismo y esperar un resultado distinto.»

Tomado de Rebelión

  • 9 de septiembre de 2006 06:49, por Crates yanki

    Dos enlaces de la agencia IPS sobre la situación política de Estados Unidos y la «guerra contra el terror».

    Decae la fe en intervenciones militares

    Cinco años después de los devastadores atentados terroristas en Nueva York y Washington, el público estadounidense es menos entusiasta con las intervenciones militares en el exterior, según una nueva encuesta divulgada en vísperas del aniversario de los ataques.

    George w.Bush pierde la guerra desatada el 11-S

    En Kabul (Afganistán), los ataques de las resurgentes milicias del movimiento islamista Talibán acabaron desde el 1 de este mes con dos docenas de soldados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), entre ellos dos estadounidenses... El comandante estadounidense de la OTAN, general James L. Jones, admitió el jueves que la alianza occidental pasaba por un «periodo difícil» y necesitaba 2.500 soldados más, así como aviones adicionales, para arrebatarle a Talibán las áreas del sur afgano que controlan.

    Ya sólo falta que alguien eche la cuenta de cuánto cuesta perder la fe en actividades militares.

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