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Mujeres de Negro

Cartas a Laura Bush por el Día de la Madre

Cartas a Laura Bush por el Día de la Madre

Carta a Laura Bush por el Día de la Madre

Jasmina Tesanovic

Querida Laura Bush:

Me gustaría contarte algo que me ha pasado recientemente. Estaba sentada en un banco entre dos mujeres, de mi edad y la tuya, viendo una película
en un juzgado. Era un documental que mostraba la ejecución, minuto a minuto, de los hijos, de dieciséis años, de estas mujeres. Estas contemporáneas nuestras perdieron todo rastro de sus hijos hace diez años. Se les pidió que vieran la película y que identificaran a sus hijos desaparecidos. Les dijeron que las imágenes eran crueles y se les suplicó que fueran valientes para poder establecer la verdad y la justicia.

Con toda su dignidad, estas mujeres aceptaron y, vestidas con sus ropas musulmanas de campesinas, vinieron de Srebrenica, Bosnia, al Tribunal especial de Belgrado de crímenes de guerra. Se sentaron en el banco
detrás de los asesinos de sus hijos y, con lágrimas y suspiros, dijeron: sí, ese es mi chico. El segundo por la izquierda, al que dan patadas en el suelo, al que golpean en la cabeza con la ametralladora, el que tiene
los vaqueros rotos. El a quien le niegan un vaso de agua. Al que dispara a sangre fría un escuadrón de seis musculosos vestidos de soldados: por su religión.

No oí de estas mujeres ni una palabra de odio, ninguna maldición de ira. Estaba sentaba entre ellas, intentando modestamente servir de ayuda, pero el verdadero motivo era enfrentarme a mi propio sentimiento de culpa y deber porque aquellos miserables mataron a sus hijos EN MI
NOMBRE y yo no pude evitarlo. Aquellos soldados se decían serbios.

Pretendían que estaban protegiendo a mi patria de aquellos que no eran serbios.

Ahora, esos patriotas, como todavía se llaman a si mismos, tenían a sus mujeres sentadas al lado de nosotras, en los bancos del Tribunal de Crímenes de Guerra. Las madres de sus hijos. Algunos se disculparon,
otras no. Y sus mujeres sollozaron también durante esos 40 minutos: un “reality show” que deja cortas las tragedias “shakesperianas”.

Cuando se acabó la película, un silencio total borró todas nuestras diferencias. Cuando las luces se encendieron, miré directamente a la cara de una madre de Srebrenica: envuelta en su chal musulmán, me decía,
con sus ojos llorosos, algo que yo había sentido pero no podía poner en palabras.

“Solo quiero ver sus caras”, me dijo.

Se volvió hacia los bancos donde los seis inculpados se sentaban, y los miro fijamente. Ellos bajaron la cabeza

Y entonces, los versos de un poema popular serbio vinieron a mi cabeza.

Es del siglo XIII, una época penosa entre otras muchas como la de ahora mismo, y se llama “La Muerte de la Madre Jugovic”. Es la canción de despedida de una mujer que había perdido a nueve hijos y a su marido en
una batalla contra los turcos. Su corazón se rompe cuando ve la mano de su hijo que le ha traído un cuervo.

Recuerdo a una madre estadounidense a la que hacía poco habían matado a un hijo en Irak. Su padre había muerto en la Segunda Guerra Mundial y su abuelo en la Primera. Me dijo: él, mi hijo, se alistó después del 11 de
septiembre, como un loco, creyendo que era un héroe.

Pienso en hijos y maridos y en hermanos de la vieja Yugoslavia que sobrevivieron a varias guerras. No se les llamó locos ni héroes, sino simplemente desertores o cobardes. En Bosnia, Kosovo, Croacia, Serbia,
muchos hijos, hermanos y maridos están muertos. A menudo, sobre sus tumbas no hay nombres. ¿Como llamaremos a estos hombres? ¿héroes de masas en fosas comunes?

Soy la madre de todos ellos. No porque los haya parido sino por el mundo que tu y yo tenemos que compartir. Farisaicos héroes empuñan armas en tiempos de guerra y cuando llega el momento inevitable, somos nosotras, las Otras, las mujeres, las que recogemos los cascotes y identificamos los cuerpos. La guerra y los tribunales son el mismo mundo en épocas diferentes.

Mi vida cambió después de esta experiencia. Tu no eres mi Primera Dama ni tu marido es mi Presidente, pero el tribunal de la historia espera a aquellos cuyas decisiones suponen una cuestión de vida o muerte para los
demás. Ojalá hubieras estado en aquella sala del tribunal con todas nosotras. Créeme, ese privilegio también hubiera sido para ti una experiencia que te hubiera cambiado la vida.

Belgrado, 14 de abril del 2006

Carta a Laura Bush por el día de la Madre

Redactada conjuntamente por Mujeres de Negro de Serbia y Mujeres de Negro de Italia, en un taller en Belgrado, el 29 de abril de 2006.

Laura, basta.

Detrás de cada hombre importante hay una mujer inteligente, detrás de tu hombre hay una ausencia no humana. Te estás convirtiendo en una criatura macabra. Querida, ve a Irak a vivir y llévate a tus gemelas. El tiempo de tus hijas no ha llegado todavía, pero... Laura, para quien pariste, para el estado, la nación, la iglesia? ¿Puedes dormir mientras mueren en Irak jóvenes compatriotas?

Señora Bush, el apoyo a tu marido nos amarga porque esperamos de ti que defiendas nuestros derechos, que son también tus derechos. Como mujer, ciudadana y madre tienes la obligación de estar alerta para evitar el desplome de la mitad del cielo.

En vez de apoyar a tu marido - el militarista global, cuyas políticas nos están destruyendo - apoya a las madres. Tu corazón está en tu familia, al igual que él de todas las madres. No quieren que sus hijos mueran en las guerras. ¿Prohibirías el aborto a tus propias hijas, como a esas mujeres cuyos hijos mueren de hambre en este mundo, a esas mujeres cuyos recursos que no son ni una pequeña fracción de los tuyos? Abandona a tu marido, ese hombre de violencia y también, de paso,llévate a Ratzinger. Intenta imaginar un mundo en paz. Dudo que puedas hacerlo pero intentarlo también es bueno.

Eres madre: escucha a tu cuerpo. El cuerpo se sobresalta
inconscientemente cuando está cerca de la muerte. La esposa de la muerte debe anunciar muerte. Cuando mueras, ¿esperas alegar en el tribunal de la justicia divina, entre la multitud de mujeres y criaturas que han muerto con tu connivencia ? Madre, mujer, no sigas a ese monstruo. No duermas a su lado, no seas inconsciente. Podemos hablarte, pero es tu deber escuchar y, al final, actuar.

Tu también eres responsable por las muertes de la guerra: piénsalo. No manipules al resto de las mujeres desde tu posición respetada. Asume responsabilidades porque hombres y mujeres están siendo utilizados para objetivos políticos y divisiones religiosas.

Vietnam, Bahía Cochinos, Yugoslavia, Irak... las guerras libradas por el interés de la nación estadounidense están siempre lejos de tu cocina, de tu patio...

¿Conoces tu propia historia? Léesela a él. ¿Cuantos libros ha leído?

Traducción del inglés: Marisa Méndez-Vigo, MdN, Barcelona

  • 9 de octubre de 2006 15:49, por YuYi :P

    OOohh!! me ha enkantado este artikulo!
    De verdad ke se lo mandasteis??

    Si no os importa voy a poner un enlace en mi fotolog para ke la gente entre aki y pueda leer la carta!

    Os importa???

    SaLuD!!!

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