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Infame editorial de «El Mundo» (Medellín) contra la Comunidad de Paz de San José de Apartadó

Infame editorial de «El Mundo» (Medellín) contra la Comunidad de Paz de San José de Apartadó

El periodico El Mundo -Medellin 5-04- 2006 - Artículo- Editorial infame contra la Comunidad de Paz de San José de Apartadó y la Gira Europea de Dª Brígida - La embajadora de San Josesito

Miércoles 5 de abril de 2006

El periodico EL MUNDO - Medellin 5-04-2006

EDITORIAL 5 ABRIL 2006

La embajadora de San Josesito

Y, para ser campesina, la embajadora González más parece graduada en Harvard. En una de esas pesquisas que hacemos por la red Internet en busca de temas interesantes, nos encontramos en la página web de El Periódico de Aragón un reportaje titulado “Vivir en medio de la guerra”, cuyo personaje es la señora Brígida González, de quien se informa que visitó Zaragoza “ dentro de la gira europea que desarrolla para dar a conocer la denominada Comunidad de Paz de San José de Apartadó (en la región del Urabá, cerca del canal de Panamá) de la que forma parte, un modelo de resistencia no violenta en el que viven un millar de personas al margen de los actores armados: paramilitares, guerrilla y Ejército”.

La tragedia familiar de doña Brígida es una de esas capaz de conmover al más frígido de los europeos: “... de 54 años, tuvo tres hermanos y los tres fueron asesinados. Uno por la delincuencia común, otro por los paramilitares y el tercero a manos de las guerrillas de las Farc. Además, de sus seis hijos, una lleva desaparecida desde 1997 y el Ejército acabó hace tres meses con la vida de otra, de 15 años”. Según la describe su entrevistador, “esta elocuente mujer campesina, naturalista, artesana y gran luchadora, ha sufrido en sus propias carnes la crudeza del complicado conflicto armado que sufre Colombia... y representa junto a sus compañeros un ejemplo de dignidad frente a la injusticia y barbarie que asola su país. Y es que, desde que su Comunidad de Paz naciera en 1997, en repuesta al recrudecimiento del conflicto, 175 de sus miembros han sido asesinados -de ellos, 22 menores- por las Farc (el 20%), los paramilitares y la brigada XVII del Ejército.... En Colombia existen decenas de comunidades rurales que se han declarado neutrales. San José de Apartadó es una de las más conocidas. Primero se constituyó como tal en el casco urbano del municipio, y desde hace casi un año cambió de ubicación tras la instalación en el poblado de efectivos policiales, lo que contraviene la filosofía de su modelo de convivencia”. Y remata con esta frase de la entrevistada: «No había nada y en seis meses construimos un pueblo nuevo: San Josesito de la Dignidad».

Lo de meter en el mismo saco de los “actores armados” asesinos, al Ejército de Colombia, es una falacia muy en boga entre las Ong europeas y entre algunos países que por años han creído la especie difundida por los altavoces de los terroristas de que aquí hay una guerra de valerosos luchadores por la libertad y la independencia contra una dictadura de sátrapas violadores de los derechos humanos. La historia de la misma señora contradice el embuste: de sus tres hermanos, ninguno fue muerto por Ejército. De su hija desaparecida, vaya usted a saber, pues ¿dónde están las pruebas que impliquen a las Fuerzas Armadas o a los organismos de inteligencia del Estado? Y en cuanto a la especie de que el Ejército le mató hace tres meses una niña de 15 años, ¡por Dios!, es la primera noticia que tenemos y de haber sido cierta, ¿cuál no habría sido el escándalo aquí y alrededor del mundo por parte de las Ong de DD.HH.?

Otro cañazo con pretensiones estadísticas que les llevó la “embajadora” a los europeos fue el de que, de los 175 asesinados de la Comunidad de Paz desde 1997 - cifra tomada seguramente de los informes del Cinep, ya comentados en estas columnas - el 20% se le atribuyen a las Farc y el resto - es decir, 140 - van por cuenta de los paramilitares y la Brigada XVII del Ejército constitucional de Colombia. Es otra vieja maña de ciertas Ong, que para presumir de neutrales y objetivas, le atribuyen una pequeña parte de las atrocidades a la guerrilla para dar visos de credibilidad a sus acusaciones sin fundamento y sin pruebas contra el Ejército, al que no bajan del sambenito de estar confabulado con las organizaciones de autodefensa.

No vamos a incurrir nosotros en la estupidez de negar que pueda ser cierto, en algunos casos, la connivencia o incluso la colaboración de unidades aisladas de las Fuerzas Armadas con esos criminales, pero hasta el momento, los casos comprobados han sido castigados no sólo con el retiro del servicio sino con penas de presidio. En relación con la Comunidad de Paz de San José de Apartadó, que recordemos, no se ha dado la primera condena contra miembros del Ejército por las muertes de sus miembros. Lo único fue la decisión de la Procuraduría - conocida ayer- de suspender por 90 días de sus cargos al Brigadier General (r) del Ejército Pablo Alberto Rodríguez Laverde y al Coronel Javier Vicente Hernández Acosta, por omisión en la seguridad que debían brindar a los habitantes de esa comunidad durante su desempeño al mando de la XVII Brigada y del Batallón de Ingenieros, respectivamente, durante los años 2001 y 2002.

Fuera de los consabidos señalamientos del Cinep y de alguna ex alcaldesa en trance de buscar votos en Urabá, no existe, pues, ninguna acusación seria y sustentada contra miembros de las FF.AA. Lo más sonado internacionalmente ha sido la masacre de ocho personas en las veredas Mulatos y La Resbalosa, el 21 de febrero del año pasado. Crimen espantoso que, por cierto, no ha podido ser esclarecido, en buena parte por la obstinada oposición de los líderes de esa comunidad a que ingresen allí las autoridades, tanto civiles como militares y de policía. ¿Por qué razón? Por lo que ignoran o pretenden ignorar las Ong de DD.HH., y que la señora Brígida ha tenido buen cuidado de no contar en su periplo europeo. La Comunidad de Paz de San José de Apartadó fue durante muchos años, como lo corroboró la Fiscalía General de la Nación, un enclave de la guerrilla para sus ataques a Apartadó y a la región de Urabá, protegida por un fuero que, en mal momento, un gobierno anterior les concedió a esos experimentos de supuesta “neutralidad”, solapadamente aupados por las Farc en varios lugares. Y, para ser campesina, la embajadora González más parece graduada en Harvard.

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