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Textos desde el Estrecho.

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RESÚMENES DE LAS INTERVENCIONES EN TRANSACCIONES/FADAIAT. ENCUENTRO: INTRODUCCIÓN-MARCO. ¿CÓMO CONSTRUIMOS UN NOSOTROS DESDE LOS MOVIMIENTOS DEL TERRITORIO ESTRECHO. [PARTICIPANTES: EMMANUEL RODRÍGUEZ, FLORIAN SCHNEIDER Y SUSANNE LANG, HELENA MALENO, MOHAMED MIJJOUI]

En el marco del proyecto Transacciones/fadaiat se celebró un encuentro interdisciplinar cuyo objetivo era crear un espacio de análisis y de reflexión en torno a las relaciones entre libertad de movimiento y libertad de conocimiento, centrándose en el territorio geopolítico del Estrecho de Gibraltar. El encuentro reunió a personas procedentes de diversos ámbitos -el activismo político y laboral, la crítica cultural, el trabajo social, los medios de comunicación...- que debatieron sobre posibles alianzas, y estrategias que pueden adoptar los colectivos y movimientos que trabajan en ambas orillas del Estrecho (siempre en conexión con las redes globales).

«El objetivo de este encuentro, subrayó Pilar Monsell (integrante de Casa de Iniciativas 1.5) durante la presentación Transacciones/fadaiat, es multiplicar los espacios de cooperación entre las dos orillas del Mediterráneo para poder profundizar en la construcción de un ’nosotros’ desde los movimientos del territorio Estrecho». Es decir, crear una herramienta de lucha que ayude a desobedecer el régimen de control y represión que impone el capitalismo global. Un régimen de control y represión que, a juicio de Pilar Monsell, se refleja en la creciente militarización de las fronteras del primer mundo, en la proliferación de mensajes institucionales y mediáticos que alertan de las potenciales amenazas que representa la inmigración no regularizada (aumento de la delincuencia, expansión del terrorismo internacional...) o en la progresiva precariedad laboral que sufren muchos trabajadores inmateriales de las sociedades occidentales.

El encuentro se estructuró en torno a tres ejes de análisis -trabajo; frontera y migración; comunicación y redes- y siguió una metodología participativa, alternando las ponencias de los participantes con debates abiertos y mesas de trabajo específicas.

Emmanuel Rodríguez (Traficantes de sueños y Universidad nómada)

El mercado capitalista sólo es capaz de generar riqueza a partir de la escasez, hasta el punto de que la provoca artificialmente cuando le conviene. Según Emmanuel Rodríguez, autor del libro El gobierno imposible. Trabajo y fronteras en las metrópolis de la abundancia, las restricciones a la libertad de movimiento (políticas migratorias) y a la libertad de conocimiento (sistemas legislativos sobre derechos de autor, propiedad intelectual y copyright) se suelen justificar aludiendo a una supuesta escasez de recursos que, por tanto, no se pueden compartir. Sin embargo, las nuevas tecnologías permiten la producción y el intercambio de bienes intelectuales a muy bajo coste, convirtiendo el conocimiento en un recurso ilimitado. Igualmente, las desigualdades económicas y sociales entre las sociedades ricas y las periféricas no derivan de la escasez de recursos, sino de una distribución jerárquica de los mismos.

En nombre de esa falsa escasez, las sociedades capitalistas plantean la necesidad de que los procesos de libre circulación (de personas y de saberes) sean regulados para impedir que produzcan efectos socialmente nocivos. «Pero si analizamos atentamente ambos procesos, señaló Emmanuel Rodríguez durante su intervención en Transacciones/fadaiat, podemos comprobar que generan riqueza, tanto económica, como social y cultural». Hay que tener en cuenta que en la sociedad contemporánea (en la que la que el capitalismo ha extendido su poder a todos los ámbitos sociales y vitales), la producción de riquezas no se produce sólo en las actividades que se ejercen dentro de la esfera laboral, sino en otros espacios de la vida cotidiana: desde las tramas de cooperación social que benefician al tejido empresarial, al trabajo cognitivo, afectivo y relacional. Por todo ello, Emmanuel Rodríguez cree que es necesario desarrollar proyectos de acción política (como este encuentro) que conecten la lucha por la libertad de conocimiento con la reivindicación de que las personas puedan moverse libremente.


Florian Schneider y Susanne Lang (Everyone is an Expert)

El objetivo fundamental de los proyectos de Florian Schneider y Susanne Lang (No One Is Illegal, No Border Camps, Everyone is an Expert...) es denunciar el brutal y frecuentemente letal régimen de fronteras de la «Europa Fortaleza» (y, por extensión, de todo el mundo occidental), poniendo de manifiesto que se trata de un sistema de control que no sólo restringe la libertad de movimiento (los flujos migratorios tradicionales), sino también la libertad de conocimiento (los flujos de información libre).

Durante su intervención en la iglesia de Santa María del Castillo de Guzmán (Tarifa), Florian Schneider y Susanne Lang explicaron lo que para ellos significan los términos libertad, movimiento y comunicación. Schneider y Lang asocian la libertad al concepto de autonomía (o de autodeterminación), desmarcándose de la noción que ha intentado imponer el capitalismo (que identifica la libertad con la libre competencia). «La libertad, subrayó Florian Schneider, es la capacidad de elegir hacia dónde nos movemos y qué queremos hacer, teniendo siempre en cuenta los límites entre lo posible y lo imposible». A su vez, conciben el movimiento como el impulso que hace que el ser humano intente cambiar su situación (laboral, política y personal) para alcanzar mayores niveles de independencia y de dignidad. Finalmente, definen comunicación como la posibilidad de desarrollar trabajos colaborativos y construir espacios colectivos cuyo aprovechamiento y gestión se realiza de forma comunal.

A juicio de Susanne Lang, el movimiento de resistencia global tiene que desarrollar formas de organización (descentralizadas, horizontales, flexibles, fluidas...) que conecten las luchas de los inmigrantes con las reivindicaciones del nuevo cognitariado (trabajadores de las redes de producción inmaterial). No hay que olvidar que, con frecuencia, las asociaciones que trabajan en el ámbito de la inmigración no consideran necesario apostar por la creación de nuevos medios comunicativos o por la aplicación de licencias libres a los bienes intelectuales. A su vez, los colectivos que reivindican el acceso y uso libre de las nuevas tecnologías de la comunicación, suelen pensar que la problemática de la inmigración no tiene nada que ver con su lucha.

«Desde un punto de vista teórico, aseguró Susanne Lang, la conexión es muy clara: para migrar tienes que usar medios tecnológicos -más o menos sofisticados- y para comunicarte necesitas moverte». Además, cada vez es mayor el porcentaje de inmigrantes que trabaja en la industria del «afecto» -servicio doméstico, hospitales, centros asistenciales...-, un sector emergente vinculado a la producción inmaterial. «En Alemania, ejemplificó Florian Schneider, en las décadas de los 60 y 70, la mayor parte de los inmigrantes trabajaban en el sector automovilístico o en otras grandes industrias; ahora lo hacen en empresas de servicios (muchas veces informales) vinculadas al campo de los afectos». La emergencia de esta «industria de lo afectivo» responde, según Schneider, a la inmersión del capitalismo en todas las esferas de la vida cotidiana. Una inmersión que ha traído consigo el paso del sistema fordista (basado en el trabajo material) al sistema postfordista (donde cada vez cobra más importancia la producción inmaterial).

Schneider y Lang piensan que los mecanismos de control y gestión de la libertad de movimiento y de conocimiento son cada vez más semejantes. «De hecho, advirtió Schneider, la precarización del trabajo cognitivo en las sociedades occidentales es equiparable a la que sufre la mano de obra migrante». En este sentido, Javier Toret (miembro de Casa de Iniciativas 1.5) recordó que estamos en un periodo de transición del capitalismo, lo que está provocando una mutación de los ejes de funcionamiento de la economía y de la política. Según Javier Toret, se trata de una situación novedosa que obliga a re-definir la noción de ciudadanía (categoría jurídica, política y social que rige nuestros derechos y libertades) a partir de un replanteamiento de dos conceptos fundamentales: el Estado-Nación (ya que el mundo contemporáneo está dominado por instituciones globales y atravesado por flujos migratorios que cuestionan la identidades nacionales) y el trabajo asalariado (pues en la actual fase del capitalismo, la producción de riqueza no se circunscribe al ámbito laboral).

Helena Maleno (Colectivo Aljaima)

Aljaima es un colectivo transfronterizo que intenta romper la barrera entre el «nosotros» y el «vosotros», trabajando desde una perspectiva de género y con una metodología abierta y participativa. En el marco de Transacciones/fadaiat, Helena Maleno (integrante del Colectivo Aljaima) denunció que la frontera sur de Europa se está trasladando al Sahel y que Marruecos se ha erigido en una especie de «Estado guardián» pagado por Occidente para mantener alejado de su territorio a los inmigrantes subsaharianos y evitar los conflictos políticos y «morales» que genera el control directo de los flujos migratorios. «Marruecos hace el trabajo sucio a cambio de dinero, aseguró Maleno, creando grandes centros de detención y violando sistemáticamente los derechos de los inmigrantes subsaharianos, mientras los países democráticos europeos se lavan las manos y miran para otro lado».

En los últimos años, Marruecos se ha convertido en un país de tránsito de la emigración del África Negra hasta Europa. En las zonas fronterizas del norte de Marruecos (alrededores de Tánger, Tetuán o Nador) existen una serie de «no lugares» («auténticos campos de refugiados económicos», en palabras de Helena Maleno) en los que malviven centenares de inmigrantes subsaharianos a la espera de poder embarcar en una patera que los lleve al sur de España. Para contentar a la Unión Europea, cada cierto tiempo la policía marroquí organiza violentas e inútiles redadas contra estos campamentos, arrasando las pertenencias de los inmigrantes que muchas veces son detenidos y deportados sin ningún tipo de garantía judicial ni atención sanitaria.

El colectivo Aljaima ha iniciado un proyecto de cooperación con estos inmigrantes, a los que intenta ofrecerles una serie de instrumentos (jurídicos y sociales) para que conozcan sus derechos básicos. Se les informa de las condiciones que deben cumplir para poder solicitar asilo político en España y otros países europeos, de los derechos que tienen según la ley de extranjería marroquí (muy similar a la de Francia o España) o de los pasos que deben seguir para montar una asociación. A su vez, el colectivo Aljaima está elaborando un informe donde se recogerán numerosos testimonios de inmigrantes subsaharianos que han sido apresados y deportados por la Guardia Civil.

Para Helena Maleno un elemento clave en todo este proceso de militarización de la frontera de Marruecos es el macro-puerto que se está construyendo en Tánger. No hay que olvidar que este puerto -por el que pasará gran parte del tráfico comercial entre Marruecos y los países europeos- será una escala fundamental en la ruta de los barcos que llevan petróleo desde Oriente Medio hasta EE.UU. Se trata, por tanto, de un proyecto con importantes implicaciones geo-políticas y económicas que hará que se trasladen al norte de Marruecos (donde la mano de obra es mucho más barata) numerosas empresas francesas y españolas, creando multitud de trabajos precarios. En este sentido, Helena Maleno recordó que en el país alauita se han asentado ya muchas compañías españolas, sobre todo del sector de la producción textil como Cortefiel, Zara, Mango o El Corte Inglés. En muchos casos, estas empresas imponen a sus empleadas (casi siempre son mujeres) unos ritmos de trabajo abusivos, dándoles a cambio salarios miserables. «Los precios ’asequibles’ de la ropa de moda de estas marcas, advirtió Helena Maleno, sólo son posibles gracias a las explotación laboral de obreras marroquíes y de otros países en vías de desarrollo».

Para que la crítica contra los procesos de militarización de la frontera sea efectiva, Juan José Téllez (periodista y autor del libro Moros en la costa) cree que hay que ahondar en las propias contradicciones del sistema. A su juicio, en el territorio del Estrecho, una de las contradicciones más evidente es la persistencia de dos infraestructura militares -base de Rota y puerto de Gibraltar- que surgieron en el contexto de la Guerra Fría. «Ahora, precisó Téllez, sólo se mantienen por intereses económicos». Algo parecido se podría decir del SIVE (Sistema Integral de Vigilancia Electrónica) que desde su puesta en marcha no ha logrado ninguno de los objetivos (directos o indirectos) que se marcó: ni impermeabilizar la frontera del Estrecho, ni funcionar como un servicio de salvamento ágil, rápido y eficaz cuando detectara posibles hundimientos de pateras. «Lo único que ha conseguido, precisó Juan José Téllez, es que los flujos migratorios se hayan desplazado hacia las costas orientales de Andalucía (Málaga, Granada, Almería), lo que hace que los viajes en pateras sean aún más arriesgados y peligrosos que antes».

Mohamed Mijjoui (Asociación Nacional de Diplomados en Paro de Marruecos)

A comienzos de la década de los 90, llegaron a Marruecos las primeras ONGs de cooperación internacional, coincidiendo con el fin de la guerra fría y la consolidación del nuevo orden neoliberal. Consciente o inconscientemente, el trabajo de estas ONGs benefició a las grandes corporaciones multinacionales que habían descubierto en los países en vías de desarrollo nuevos nichos de mercado. Por ejemplo, en aquella época, muchos proyectos de cooperación pusieron en marcha programas de alfabetización entre la población local, algo que era indispensable para que las multinacionales se aseguraran potenciales consumidores a medio y largo plazo. «Es decir, explicó Mohamed Mijjoui (militante de la Asociación Nacional de Diplomados en Paro), la cooperación ha servido para favorecer la introducción y la expansión del capitalismo en Marruecos».

Ya a mediados de los años 90, apareció un nuevo modo de cooperación internacional que se distanciaba de la filosofía y la metodología de las principales ONGs asentadas en territorio marroquí (cuya actividad era percibida por amplios sectores de la población local como una herencia del colonialismo). Se trataba de una cooperación abierta y horizontal que intentaba dotar de herramientas a la sociedad civil para que se auto-organizara y reivindicara sus derechos. En este contexto, se establecieron los primeros contactos entre asociaciones del sur de España y del norte de Marruecos (muchos de ellas vinculados al fenómeno de la inmigración).

Para Mohamed Mijjoui, los proyectos de cooperación internacional pueden ser política y socialmente beneficiosos (y no meramente asistenciales) cuando se basan en una relación de igualdad (la población local participa activamente en la toma de decisiones) y en la búsqueda de unos objetivos comunes (por ejemplo, la lucha contra el paro y la precariedad laboral a ambos lados del Estrecho). A su vez, los proyectos de cooperación internacional que defiende Mohamed Mijjoui deben centrarse en temas concretos y prioritarios (no en abstracciones bienintencionadas que no tengan en cuenta el contexto político y social del territorio en el que se llevan a cabo) y, en última instancia, articular un frente de lucha contra el avance del capitalismo global. En este sentido, Mijjoui puso el ejemplo de la Red Dos Orillas que, frente al modelo de cooperación vertical y asistencial de las grandes ONGs, está desarrollando un trabajo transfronterizo (donde confluyen asociaciones del sur de España y del norte de Marruecos) que aborda siempre problemáticas concretas y logra eludir las mediaciones institucionales.

Alternativa Antimilitarista - Moc
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