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Nuevos movimientos globales. Tiempos de reflujo y sedimentación

Nuevos movimientos globales. Tiempos de reflujo y sedimentación

Angel Calle, Kaos.

En el terreno de la movilización, es probable que el 2004 sea recordado por la viveza de las protestas del 13 de marzo frente a las sedes del PP. Contrastando con ellas, será ostensible el descenso con respecto a años anteriores de la capacidad de convocatoria de eventos globales como las manifestaciones contra la ocupación de Iraq o las campañas que apenas habrán congregado varios cientos de activistas en torno a iniciativas que han tenido la Constitución Europea como telón de fondo (Coordinadora contra la Constitución Europea, Consulta Social Europea).

Tampoco parecen haber entusiasmado convocatorias internacionales que en su tiempo movilizaron localmente a gentes y redes de casi todos los rincones del mundo frente al Banco Mundial, al Fondo Monetario Internacional (FMI) o a la Organización Mundial del Comercio (OMC).

¿Estamos hablando de la caída de un ciclo de protestas iniciado en Seattle (noviembre-diciembre 1999) que tuvo en la crítica a instituciones internacionales y en un hacer disruptivo y muy horizontal sus señas de identidad? ¿No siguen estando ahí las “razones” que impulsaron dicho ciclo de protesta tales como el avance de una arquitectura política global considerada como injusta (OMC, FMI, Unión Europea, etc.), la necesidad de buscar formas de rebeldía radicalmente democráticas como proclamaron los zapatistas o el desarrollo de una herramienta planetaria de coordinación y de información alternativa como internet? El esclarecimiento de estas cuestiones constituirá el objetivo de este artículo con especial atención a lo acontecido en el 2004 en el terreno de los nuevos movimientos globales.

Ciclos de protesta y ciclos de movilización

Los ciclos de protesta constituyen puntos álgidos de la acción colectiva (Tarrow 1997, 2004). En ellos se expanden con rapidez nuevas formas de desafiar al poder o de acercarse a la ciudadanía, como sería el caso de los bloqueos de cumbres o la proliferación de consultas sociales que se han desarrollado al amparo de los nuevos movimientos globales los cuales, desde mediados de los 90, vienen haciendo de la radicalidad democrática el sustrato de su forma de hacer y de pensar el mundo (Calle 2004, Martí 2004, Pastor 2002). Determinados conflictos son visualizados como particularmente alarmantes: redes críticas consideran que la OMC o el FMI son organismos que a escala planetaria “colocan” a las personas detrás de las mercancías o del capital financiero. Todo ello hace que salgan a la calle a protestar bajo esos nuevos discursos o formatos de acción más personas y en más lugares. Si comparamos las cifras que arrojan las movilizaciones frente a la presidencia de la Unión Europea por parte de un gobierno español de 1995 (30.000 personas en la mayor de las manifestaciones celebrada en Madrid) y 2002 (dos manifestaciones con un número superior a las 200.000 personas en Barcelona y Sevilla) nos damos cuenta de esta intensificación de las protestas(ii).

Para entender mejor que es lo que está ocurriendo, ya que las “razones” para movilizaciones globales están ahí y sin embargo parecen motivar menos a salir conjunta y críticamente a la calle, planteo trascender el carácter más “materialista” y anclado en el análisis del contexto político general que tiene el concepto de ciclos de protesta (centrado en hitos puntuales, visibles y medibles de la acción colectiva) para observar la llegada de nuevos fenómenos de acción desde el concepto más constructivista y cultural de ciclos de movilización: periodos en los cuales familias de redes sociales renuevan el sustrato de su decir (símbolos, lenguajes, definición de injusticias y propuestas en torno a ellas) y de su hacer (formas de acción y coordinación). La renovación de dicho sustrato antecede a su visibilización en forma de protestas y también continuará vivo al margen de los focos mediáticos(iii).

Intentaremos ilustrar la anterior tesis con el análisis de lo acontecido desde los nuevos movimientos globales en el Estado español en el 2004. En comparación con años previos el ciclo de protesta habrá disminuido (colectivos o redes que desaparecen, menor capacidad de desafío en la calle, menores sinergias entre movimientos sociales y ciertos sectores de la ciudadanía críticos con la actual marcha del mundo), pero no así el ciclo de movilización que le da vida (la “revolución” de las formas de hacer y decir).
Incluso protestas como las del 13 de marzo sólo podrán ser explicadas, a mi juicio, desde la sedimentación que se está produciendo de nuevas formas de protesta y de representarse el mundo, las cuales tienen en la radicalidad democrática buena parte de su nexo de unión y de reproducción.
Análisis del panorama de movilización

Los fenómenos observados en el 2004 que pueden ser adscritos a los nuevos movimientos globales(iv) reflejarán cuatro dinámicas propias del nuevo ciclo de movilizaciones: reflujos, continuidades, confluencias y exploraciones.

1.1 REFLUJOS

Los ciclos de movilización presentan momentos álgidos en los que la protesta se visibiliza y expande. Tras los brotes iniciadores (Seattle, Praga, consulta deuda en el 2000) el ciclo de protesta se instala por un tiempo en forma de nuevos colectivos, nuevas personas y alianzas movilizadas, nuevos discursos y repertorios. La caída del cénit del ciclo de protesta tiene su reflejo en que se revierten las anteriores expansiones y exploraciones de la acción colectiva: redes centrales en la protesta se deshilachan, las alianzas se reestructuran, las llamadas a la acción focalizadas en determinados conflictos pierden vigor. De esta manera, los MRG “desaparecieron” o volvieron a sus antiguos contenedores (a excepción de Hemen eta Munduan en puntos de Euskadi, o los MRG de Alacant, Valencia o Lleida). La Red Ciudadana por la Abolición de la Deuda Externa se mantuvo como un espacio informal(v) de intercambio de dinámicas y de puntuales apoyos mutuos en torno a dos iniciativas: la presentación de Iniciativas Legislativas Populares en los parlamentos autonómicos por una ley de la solidaridad y la Consulta Social Europea. Los diferentes grupos de ATTAC se mantuvieron, por lo general, con un perfil más mediático y de sensibilización que como redes estructuradoras de acciones de protesta.

Las movilizaciones contra la guerra bajaron su capacidad de atracción. La consumación de la ocupación de Iraq, la pérdida de “novedad” y de apoyos mediáticos de este tema y la llegada del PSOE al poder con una apuesta por sacar las tropas del conflicto iraquí (lo que mermaría también la política de alianzas y la capacidad desde los movimientos sociales de promocionar protestas) hicieron mella en la capacidad de convocatorias de la amalgama de redes que sirvieron de trampolín para convocatorias tan simbólicas como la del 15 de febrero de 2003. Del millón de manifestantes se pasaron a los 100.000 o 150.000 en ciudades como Barcelona o Madrid, a los 30.000 de Valencia y a los varios miles en muchos pueblos y ciudades del Estado español (convocatoria internacional del 20 de marzo de 2004).

Un evento como el estreno de Rodrigo Rato como presidente del Banco Mundial en una reunión auspiciada por este organismo en Madrid conmemorando sus 60 años de existencia, apenas suscitaría interés y capacidad de convocatoria, menos aún protestas de marcado carácter disruptivo entre redes que se sitúan en el ámbito de los nuevos movimientos globales.

1.2 CONTINUIDADES

Con todo, las redes continuaron exhibiendo convocatorias y sentidos de acción (discursos, repertorios de protesta, formas de coordinación) manejados con soltura dentro de los nuevos movimientos globales (crítica a la democracia establecida, bloqueo de espacios, convocatorias horizontales y puntuales, encuentros internacionales). La Marcha Mundial de las Mujeres congregaba en mayo a 30.000 personas en Vigo bajo el lema “Diferentes si, desiguales no”. Pobreza, violencia de género, y la mujer ante la construcción europea constituían los ejes temáticos más relevantes. Así mismo, en diciembre tenía lugar en Valencia el Foro por la Reforma Agraria, donde campesinos de todo el mundo mantenían su crítica firme a la OMC y su apuesta por la soberanía alimentaria. Aunque criticado por sus lazos con representantes del partido laborista en el poder y por el papel monopolizador del Socialist Worker Party en el comité organizador, se mantuvo el seguimiento (desplazamiento de algunos centenares de activistas, presencia en medios de comunicación alternativos) del III Foro Social Europeo.

El Fòrum de las Culturas en Barcelona recibiría también su crítica desde redes más ancladas en espacios autónomos y en la radicalidad democrática, negándose a participar en él y realizando acciones espectaculares como el desembarco de pateras simbólicas en pleno recinto el 18 de julio.

Pero sin duda, donde podemos comprobar la sedimentación de una nueva cultura de movilización es en las protestas acaecidas el 13 de marzo en diversos puntos del país en frente de las sedes del PP. Me atrevo a situar estas dinámicas de acción colectiva como apéndice o corolario de la irrupción de los nuevos movimientos globales por tres razones. En primer lugar, el discurso aglutinador es la crítica al funcionamiento de una democracia institucional que se considera opaca y con intereses poco confesables: “lo llaman democracia y no lo es” fue uno de los lemas más coreados en las protestas. En segundo lugar, el repertorio de acción está en la línea de “asedio” a reuniones y espacios que hemos visto en cumbres “alterglobalización”; en lugares como Madrid literalmente se tomaron pacíficamente las calles, muy al estilo de las acciones que difundieron Reclaim The Streets. Y por último, a pesar de los intentos de asignar la capacidad de convocatorias a determinados partidos, lo cierto es que para quienes acudimos a primera hora a las distintas citas, la articulación física de las protestas recayó en sectores que, al menos en Madrid y Barcelona, han sido sustento de redes como los MRG o RCADE; servidores como Nodo50 o los diferentes indymedia sirvieron junto con la horizontalidad del “pásalo” vía móvil de altavoces de dichas protestas. Es decir, a través de vínculos difusos pero consistentes se repitió el fenómeno puntual de bloqueos y de crítica radical a las instituciones oficiales en el lenguaje con el que ya habían hablado en otras ocasiones los nuevos movimientos globales.

1.3 CONFLUENCIAS

El nuevo ciclo de movilizaciones continúa impregnando la cultura de protesta en este país. Pero si sólo existiesen referentes culturales y no redes físicas dispuestas a dar estabilidad a dicha cultura considero que podría ser una cultura destinada a desaparecer. Además, siguiendo las máximas que simbólicamente lanzaron los zapatistas, las nuevas formas de hacer política demandan que “los rebeldes se busquen” y que “caminen preguntando”: confluencias y exploraciones son dos dinámicas inherentes a la cultura de acción colectiva en la que navegan los nuevos movimientos globales.

Al margen de los focos mediáticos(vi), las coordinaciones abiertas y estables se han seguido dando en un plano muy local eso sí. La continuidad que experimentan desde el 2001 (especialmente tras el I Foro Social Mundial) nuevos foros o redes en barrios, pueblos, ciudades, comarcas o regiones a lo largo y ancho del país es prueba de ello (Pérez Barbero 2004).

Confluencias locales también se han conseguido en acciones concretas, como la manifestación del 19 de junio en Barcelona que unía tres temáticas (precariedad laboral, guerra, oposición al Fòrum) en una articulación en red típica de los nuevos movimientos globales: itinerarios que procuran sumar, respetando espacios; críticas que enlazan los diferentes conflictos en sus mensajes, conformando así un discurso en red en el que las problemáticas y actuaciones son globales en el sentido de conectadas a la vez que autónomas.

Con una menor asistencia de personas y grupos se celebraban también dos reuniones estatales de la Coordinadora contra la Constitución Europea. Si Madrid y Barcelona se configuraban como dos polos de dinamización de la campaña, posteriormente se establecían núcleos promotores en Andalucía, Asturias, Murcia, Catalunya, Valencia, Euskadi, Córdoba, Extremadura y Galicia. Fruto en gran parte del reflujo general, la campaña se planteaba en términos muy descentralizados, siendo la convocatoria para las protestas coincidiendo con la visita de Shröeder, Chirac y Zapatero a Barcelona en febrero de 2005 el acto más relevante asumido estatalmente. Así mismo, el tema de la Constitución Europea daba lugar a redes más informales (algunas participando en la anterior campaña) entre colectivos que han venido coincidiendo puntualmente en los últimos años (Ecologistas en Acción, CGT, Espacio Horizontal contra la Guerra, nodos de RCADE, Baladre), algunos de los cuales participarían también en la Consulta Social Europea.

1.4 EXPLORACIONES

Junto al confluir, el nuevo ciclo de movilizaciones, como cualquier periodo de gran evolución en terrenos de la acción colectiva, reclama experimentar para innovar con el objetivo de afianzar o lograr nuevos vínculos entre redes, plantear desafíos a las elites o poder conectar con la ciudadanía. Esta exploración convivirá con la vuelta o la reconsideración de repertorios clásicos de acción.

En el plano de desafíos y de una búsqueda de discursos más radicales frente a problemáticas como la precarización del trabajo, el 1 de mayo era reivindicado en Barcelona por unas 5.000 personas desde un pasacalles más colorido y radical, un MayDay en conexión con iniciativas similares desarrolladas en otras ciudades europeas como Milán.
La Consulta Social Europea (CSE) intentaba, por su parte, llevar la radicalidad democrática hacia las propias campañas y temáticas en torno a las que se aglutinan redes críticas insertas en los nuevos movimientos globales.

Diferentes ejes, desarrollados localmente, tenían por objetivo establecer sinergias entre personas y redes. Un proceso que concluía con una consulta social sobre la “Europa que queremos” en paralelo a las elecciones europeas de junio de 2004. Si bien largo en su duración (desde 2002), y a pesar de que en localidades como Madrid se saldó con acciones de sensibilización y debate en la calle (“demoplazas”) y tres jornadas (sobre democracia, relaciones Norte-Sur y Unión Europea) participadas por actores muy diversos políticamente, no terminó de cuajar estatalmente.

La búsqueda de herramientas comunes y que no sean coto particular de nadie han dado lugar a la continuación de experiencias tales como la escuela de movimientos sociales Tinto de Verano (unos 200 asistentes), en la que se viene ofreciendo un espacio abierto para la reflexión al margen de dinámicas políticas allá por el mes de julio. También en la misma línea cabe desatacar el lanzamiento promocional del periódico Diagonal, que se pretende quincenal en 2005, cuyo objetivo sería el de trasladar voces y experiencias desde los movimientos sociales con contenidos y formatos no autorreferenciales que permitan llegar a un público que busque lecturas críticas de la realidad social.

Conclusiones

Tras cinco, diez o quince años(vii) fraguándose nuevas experiencias, el ciclo de movilización parece contraerse en su cara más exterior y visible, las dinámicas de protesta en la calle. Son tiempos de reflujo. Personas y redes se desvinculan o se refugian en contenedores singulares y próximos (temáticas concretas, presiones puntuales, intervenciones locales). Este efecto se produce, a mi entender, por la existencia de expectativas no colmadas que se construyeron al inicio del ciclo de protestas: movilizaciones que no han tenido un impacto concreto que justificara en el corto plazo tantas energías puestas; la comprobación de la persistencia de desencuentros en el seno de las dinámicas que sirvieron de confluencia; o la mayor “comodidad” de retomar discursos y repertorios clásicos propios de nuevos movimientos sociales (como su actividad local o temática) o de aquellos colectivos que tienen sus raíces en el movimiento obrero (denuncias y presiones en torno a cuestiones enmarcadas en un ámbito materialista-laboral).

Pero son tiempos también de sedimentación, de permanencia de lo nuevo (la radicalidad democrática y la articulación de discursos y prácticas en red) que se abren hueco como referente de la acción colectiva de carácter disruptivo. En los próximos años las personas activistas y las redes que conforman dirán si se prosigue por nuevos senderos o se produce un repliegue definitivo a lo “viejo” pero ligeramente actualizado.

Notas

(ii) Aparte del efecto dinamizador de los nuevos movimientos globales, la mayor capacidad de convocatoria tiene como un factor más de explicación la presencia de un gobierno conservador y el consiguiente apoyo puntual de partidos y sindicatos en la esfera del PSOE, junto con medios de comunicación afines como los que figuran bajo el paraguas del grupo PRISA. No obstante, como han demostrado otras manifestaciones en el 2000 (consulta deuda, frente a la reunión del BM en Praga), en el 2001 (protestas contra el Banco Mundial en Barcelona) o en el 2003 (contra la guerra) la clave de la expansión de protestas y nuevos formatos hay que situarla en la emergencia de los nuevos movimientos globales que por su radicalidad democrática facilitan una convergencia desde distintas sensibilidades sociales, culturales y políticas.

(iii) Así, Seattle (1999) podrá ser el punto de partida del nuevo ciclo de protesta en expansión que protagonizan los nuevos movimientos globales. Pero el ciclo de movilización en el que se asienta comienza a desarrollarse con anterioridad, en el momento en el que redes sociales deciden explorar conjuntamente nuevas formas de movilización. En el Estado español, 1994 podría ser ese referente con la campaña 50 Años Bastan frente al Banco Mundial. Y a escala internacional, y con anterioridad al levantamiento zapatista de 1994, tenemos ya en 1988 repertorios de acción que apuntan a lo que explosiona en Seattle: intento de bloqueo de la reunión del Banco Mundial en Berlín o cumbre alternativa en Toronto frente al encuentro oficial del G-8.

(iv) Formas de movilización que desde la radicalidad democrática realizan una demanda de justicia global o se suman a iniciativas internacionales en este sentido, en particular las llamadas protestas o redes “por otra globalización”, “altermundistas” o “antiglobalización”. No obstante esta adscripción es difusa ya que tiene fronteras porosas con otros focos tradicionales de movilización como son en Occidente los del movimiento obrero o los nuevos movimientos sociales. Por ejemplo, manifestaciones contra la precariedad y de rechazo al Fòrum de las Culturas celebradas el 19 de junio en Barcelona beberán de discursos y de repertorios de acción clásicos a la vez que innovadores. O desde la red RCADE se trabajaron tanto problemáticas globales con otros colectivos (Consulta Social Europea) como de solidaridad internacional en línea con los nuevos movimientos sociales (acampadas durante diciembre de 2004 en Palencia y Barcelona en reclamación del 0,7% del PIB como AOD).

(v) Quedaron atrás las asambleas estatales de 2000 a 2005 que contaron entre 100 y 250 personas, prevaleciendo la dinamización de acciones que determinados grupos locales hicieron sobre decisiones emanadas de encuentros estatales.

(vi)Y en ocasiones de quienes participamos o escribimos sobre estos fenómenos que tendemos a resaltar los grandes hitos propios de las grandes conurbaciones como Madrid o Barcelona.

(vii) Depende de si hablamos del ciclo de movilización, de exploración de nuevas formas, que tendría en 1994 el punto de inflexión, si nos fijamos más en el ciclo de protestas que contiene y hace visibles las nuevas formas de construir protestas tras los eventos de Seattle, o nos remitimos a la evolución en el escenario internacional; ver nota 2.

Bibliografía

Calle, A. (2004): “Nuevos movimientos globales (2003): sedimentando e impactando”, en Grau e Ibarra (coord.)

Grau, E. e Ibarra, P. (coord.) (2004): Anuario de movimientos sociales. La red en la calle ¿Cambios en la cultura de movilización? Barcelona, Icaria/Betiko Fundazioa.

Martí, Salvador (2004): “Cuando el movimiento «antiglobalización» ya no es novedad. Algunas reflexiones en torno a un movimiento de movimientos”, en Grau e Ibarra (coord.)

Pastor, J. (2002): Qué son los movimientos por otra globalización, Barcelona, RBA

Pérez Barbero, F. J. (2004): “Foros Sociales en España. De Babel a Pentecostés, o la reconstrucción de la humanidad”, en VV.AA. Los desafíos de la globalización, Madrid, HOAC.

Tarrow, S. (1997): Poder en Movimiento, Madrid, Alianza.

Tarrow, S. (2004): “Ciclos de acción colectiva: entre los momentos de locura y el repertorio de contestación”, en Traugott (comp.) Protesta social. Repertorios y ciclos de acción colectiva, Barcelona, Hacer.

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