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Colectivo Gasteizkoak.

La abominable cara oculta de los ejércitos humanitarios

La abominable cara oculta de los ejércitos humanitarios

Un libro que ayuda a demostrar con pruebas fehacientes, la imposibilidad del humanitarismo en los ejércitos y su habitual proceder inhumano.

Un relato al detalle con personas, lugares y fechas de las atrocidades cometidas por los ejércitos de los distintos países en sus misiones «humanitarias».

(15/5/04)

“La abominable cara oculta de los ejércitos humanitarios”, del Colectivo Gasteizkoak


Pascual Serrano

Primero decidieron llamar a todo relacionado con la guerra “defensa”, uno no podía entender cómo todos los gobiernos necesitaban un ejército para la defensa, si nadie disponía de un ejército para el ataque.

Cuando los ciudadanos vieron que las guerras entre ejércitos “meramente defensivos”, no cesaban, los gobiernos recurrieron a un nuevo ejercicio de malabarismo lingüístico. Ahora, los ejércitos no se destinarán ni siquiera a la defensa, sino a las “intervenciones humanitarias”.

De modo que las mismas personas, uniformadas, entrenadas y armadas para la guerra, de la noche a la mañana se han convertido en ejércitos humanitarios que se dedican a “intervenciones humanitarias”. Eso sí, perfectamente pertrechados de sus fusiles humanitarios, sus bombarderos y sus lanzagranadas. Desde hace varios años los gobiernos han encontrado en el término “humanitario” la piedra filosofal con la que seducir a los ciudadanos. Por ello, nuestro humanitario gobierno español, al igual que el resto de humanitarios gobiernos occidentales, nos va informando puntualmente de todas las misiones humanitarias de nuestro ejército humanitario. Allá van nuestros soldados con sus fusiles y cazas F-1 a Bosnia, Kosovo o Somalia a ayudar a cruzar a las ancianas el paso de peatones, a operar de apendicitis a los niños, a repartir comida entre los más desfavorecidos.

El colectivo antimilitarista Gasteizkoak ha publicado un trabajo en el que nos detallan a qué se dedican nuestros ejércitos humanitarios, bajo bandera nacional o como cascos azules, cuando nos dicen que se van a ayudar a viejecitas y niños a países del Tercer Mundo. Cascos azules violando niñas que han perdido una pierna por alguna mina en Angola, en Bosnia incitando a menores a que se prostituyan por un par de cigarros, redes de prostitución infantil en Sarajevo controladas por tropas de la OTAN, propagación del SIDA en Camboya tras la llegada de los soldados de la ONU, misteriosa muerte por arma de fuego de un brigada español en Kosovo que había advertido sobre una trama de robo y desvío de medicamentos al mercado negro, una mujer violada por 300 soldados de paz de la KFOR en Kosovo, cascos azules canadienses que torturan hasta la muerte a un joven somalí y se fotografían con él, marines estadounidenses acusados de matar a un niño en Somalia porque les había apuntado con una pistola de agua, cascos azules italianos que asesinan a siete somalíes jugando al “tiro al blanco”, aviones españoles de ayuda humanitaria a Zaire que aterrizan a miles de kilómetros del desastre porque se utilizaron para transportar militares para proteger una embajada. Decenas de casos espeluznantes de tropelías y depravaciones cometidas por soldados de varios países contra inocentes civiles, en su mayoría niñas, cuyo único delito es vivir en países empobrecidos o castigados por la guerra y ser objetivo “humanitario” de nuestros soldados. Todo ello, aderezado de investigaciones inconclusas, justificaciones vergonzosas de altos mandos o sanciones ridículas de mero traslado como máxima pena por delitos de violaciones y asesinato. En una palabra, impunidad.

Y si alguien piensa que los casos son de dudosa o maquiavélica fuente, nada más alejado de la realidad. Se trata de puro trabajo de hemeroteca con informaciones publicadas en grandes medios españoles, diarios como El Mundo, El País, El Correo, o informes de organizaciones de acreditada solvencia como Médicos sin Fronteras o Amnistía Internacional. Denuncias que no se han desmentido ni han sido objeto de querella contra los medios que las difundieron. Todas las fuentes están perfectamente identificadas y citadas en el libro.

La tesis defendida por los autores de la obra es clara: “esas más alimañas que personas no son producto del azar o de que el ejército se nutra de un sector de población especialmente infame. No. Las bestias que protagonizan hechos como los aquí recogidos no son sino el producto directo de la instrucción militar”.

Y así parece ser cuando resulta que una soldado española que denuncia ante el capitán el acoso sexual que sufre una compañera, termina siendo acosada también por el capitán. O las declaraciones públicas del responsable de la misión de paz en Camboya y antiguo representante de la misión de paz en la ex Yugoslavia, ante las denuncias de abusos y comercios sexuales en Camboya con la participación de cascos azules: “¿Y qué quieren que haga si son hombres?”. Eso sí, un soldado de la unidad checa de la UNPROFOR pudo ser condenado a cadena perpetua acusado de amenaza a la moral militar, por llorar cuando rogaba con lágrimas en los ojos a unos militares serbios que no lo mataran.

Los casos recogidos en este libro no son aislados, al contrario, mucho nos tememos que son la punta del iceberg de lo que se encuentra tras el decorado de humanitarismo con el que se quiere presentar a unos ejércitos que nunca podrán ser organizaciones humanitarias. Como dice Alberto Piris, general de artillería en la reserva, “las misiones calificadas de humanitarias (...) han sido exaltadas hasta extremos exagerados, no deben hacer olvidar la cuestión fundamental: que los ejércitos tienen como misión básica ser capaces de hacer la guerra y ganarla. En caso contrario resultarían inútiles y podrían ser reemplazados por otras instituciones menos costosas y más adecuadas a las tareas de ayuda a reconstrucción de los pueblos devastados por la guerra o calamidades”.

En septiembre de 1999, el presidente Clinton afirmaba: Lamentablemente, no podemos responder a todas las crisis humanitarias que se producen en el mundo. La respuesta del escritor Eduardo Galeano a ese comentario no pudo ser más lúcida: “Menos mal”.

“La abominable cara oculta de los ejércitos humanitarios”.

Colectivo Gasteizkoak. Zap Ateneo 2003

  • 8 de diciembre de 2005 13:04, por Infante de Marina

    Lo primero de todo: sí, lo admito, soy un militar. Soy uno de esos ogros malignos de pecho peludo, de coeficiente mental cero, pelo al ídem, y voz desagradable, creador de todos los males del mundo (amén de un importante porcentaje de vuestras pesadillas nocturnas). Y como tal voy a intentar defender a nuestro Ejército con varios argumentos, para así distraeros mientras seguimos maquinando y ejecutando fechorías varias... :P

    Bueno, dejando de lado los comentarios sarcásticos, he de decir que la existencia de este libro, y de los casos que, con profunda objetividad (no lo pongo en duda), se esmentan en él no me sorprenden en absoluto. ¿Creeis acaso que nuestro Ejército* es un perfecto compendio de caballeros andantes recién sacados de una película de Disney? (ojalá). El caso es que, en el Ejército, COMO EN TODOS LOS SITIOS, hay de todo. Desde nazis hasta republicanos de izquierdas, desde cabronazos que ni su madre les soporta en casa, hasta gente noble y caballerosa, desde incompetentes e inútiles analfabetos, a auténticos hachas en todo lo que hacen, que podrían citarte y comentarte todas las teorías de los filósofos presocráticos mientras escriben una tesis sobre la caída de Roma y sus consecuencias. O sea, al igual que prácticamente el 99,9% de todos los empleos existentes en el mundo. ¿O acaso no hay jueces incompetentes/hijos de puta, al lado de jueces legales y justos? ¿Inmobiliarios, abogados, programadores, panaderos? Citadme cualquier trabajo y juradme que no hay ningún aprovechado, ni ningún incompetente ejerciendo en él, que automáticamente os tacharé de mentirosos sabiendo con toda certeza de que tendré razón.

    Aunque claro está, esto seguramente os importe un bledo a vosotros, porque en verdad creo que os importa bastante poco la objetividad. Tan solo quereis tener razón. Y a toda costa. «Peti qui peti», y pisando lo que haga falta. Incluído el honor de los soldados y oficiales inocentes de estos hechos (y los que los repudien), y comprometidos con su trabajo. ¿Veis?, al fin y al cabo no os diferenciais tanto de cualquier político del PP** (...bueno, de cualquier político en general).

    *Hablo solo del Ejército español, porque es del único que puedo hablar y opinar por experiencia. De los demás, ni sé datos concisos ni me importan especialmente.

    **Por poner un ejemplo ;)

    • 8 de diciembre de 2005 20:23

      Hola, tienes una parte de razón en lo que dices. En todos los sectores profesionales, asociaciones, familias, colectivos de cualquier tipo existen malas personas y buenas personas.

      Lo criticable en el caso del ejército, es que a través de medios de comunicación e instituciones políticas de gran poder e influencia se nos trasmite la idea de que el ejército es una maravilla y que trabajar en él es lo máximo a lo que puede aspirar cualquier persona y verdaderamente para ello se dedican miles de millones de euros y múltiples recursos humanos y materiales que, para ser una institución de la que tú mismo reconoces su imperfección, me parece exagerado y hace pensar que algún interés habrá en mantenerla.

      Y con esto, empalmo con la segunda parte de mi aportación. Entiendo que en este libro, en esta web, en lo que pueda defender el pacifismo o antimilitarismo no hay un afán por insultar o descalificar a personas concretas por el hecho de que lleven uniforme o desempeñen una determinada profesión.

      Se critica el modelo de sociedad que hace que tengan que existir ejércitos porque creemos que no resuelven la causa de los problemas que aquejan a la humanidad y, más bien, son parte del problema, pero no tú en particular ni ningún militar en concreto sino los poderes políticos, económicos y sociales que nos venden instituciones como el ejército cuando en realidad lo que podría hacerse es promover una sociedad más justa, un orden internacional en el que desaparecieran los países ricos y pobres y existieran sociedades en las que todo el mundo pudiera vivir con dignidad, con capacidad de autogestionar sus propias necesidades incluidas las posibles necesidades de defensa.

      En realidad, si se afrontaran unos cuatro o cinco problemas globales que existen hace muchos años, el ejército como institución sobraría casi en su totalidad y las personas que lo forman, las que sean buenas personas, podrían dedicarse a lo que les hiciera más felices junto con el resto de la sociedad, sin necesidad de llevar uniforme ni cortarse el pelo ni ir armados.

      Las que fueran malas personas deberían cambiar o esconderse en el fondo de algún agujero porque su forma de actuar sería rechazada y marginada por muchas otras personas capaces de bloquear su mala voluntad.

      Que te quede claro, pues, que con el libro se quiere hacer una dura crítica del ejército como tal, de la propaganda que de él se hace y desmitificar el supuesto papel que nos venden día a día los gobiernos del mundo y muchos medios de comunicación mucho más importantes que esta humilde web. Ten en cuenta también que hacemos una crítica global del mismo(tu parece que sólo defiendes al ejército español); creo que si analizamos historias y realidades presentes no hay tantas diferencias en el papel que juegan.

      No sé tampoco que graduación tendrás ni nada sobre tí, pero no pienso en los militares como todas esas aberraciones que dices al principio; sobre todo pienso que obedecéis órdenes, hacéis lo que os mandan en un nivel de disciplina mayor que el que se puede dar en otras profesiones y no sé si de verdad os habéis parado a pensar en lo que os pueden llegar a mandar. Porque viendo lo que se ve por ahí y no sólo en este libro, os debería dar un poco de miedo estar a las órdenes de determinados personajes políticos y militares también.

      • 9 de diciembre de 2005 12:05, por Infante de Marina

        Por partes:

        En cuanto a la publicidad que se hace del Ejército: Qué quieres que te diga, hombre...si a estas alturas de la vida aún te sigues creyendo a rajatabla todo lo que sale por la tele (en especial los anuncios de TV), pues apaga y vámonos. Eso sí, una cosa he de decirte: al igual que hay todo tipo de personas en el Ejército, también hay todo tipo de situaciones: puedes tener más o menos suerte (aunque depende también mucho de cómo te lo montes*) a la hora de hacer las cosas que te gusten y quieras hacer allí dentro (ir a misiones/maniobras, etc). Y si quieres asegurarte de que vas a hacer lo que realmente quieres hacer, siempre puedes hacerte oficial (como lo seré yo), por lo cual tu libertad de movimientos se amplía exponencialmente...

        Desgraciadamente, la mayoría de puteados/desencantados con el Ejército son casi siempre soldados, que se metieron allí sin tener ni idea, y algunos incluso sin vocación (reconozco también que, si no tienes vocación militar, el Ejército ha de ser SIEMPRE tu última opción de puesto de trabajo). Tal sensación de hastío se acentúa si encima te toca un mando cabrón y prepotente, con lo cual se pueden llegar a situaciones realmente incómodas...Claro está, que esa es la parte más «pesimista» al respecto. Generalmente, si haces bien tu trabajo y obedeces, los mandos no se meten mucho contigo (y eso si no te tocan unos mandos cojonudos, que entonces te lo pasarás de vicio allí dentro xD). Además, un mínimo de conocimiento previo de las unidades del Ejército te pueden solventar también la mayoría de los problemas (por ejemplo, pasar desde un buen principio de la Legión un buen rato, porque son con diferencia los que más te putean, meterte a unidades de montaña si quieres probarte a tí mismo de forma seria, meterte a unidades mecanizadas si quieres tocarte los huevos todo el dia, etc).

        Bueno, la moraleja de todo este rollo que os he metido: que sigue sin ser muy diferente que digamos a la mayoría de trabajos que conozco. ¿O quién no ha idealizado nunca un trabajo? Tengo un par de colegas Mossos que se han chupado todas las pruebas y tests para entrar para luego estar «chupando banquillo» casi todo el dia, de un papeleo a otro...y así con todo. Sobre todo hay que ser realistas, y sabérselo montar, es lo esencial, vamos.

        Siguiendo con tus argumentos...agradezco que no judges de forma general a todos los militares a expensas de unos (pocos o muchos, no sé, creo yo que pocos) casos concretos. Pero personalmente creo que esa es precisamente la intención de ese libro...llámame desconfiado si quieres ;)

        Sobre el modelo de sociedad actual...bueno, nuestro pueblo (vosotros, vamos), tenéis el poder al respecto, y siempre lo habeis tenido. A raíz de eso, podéis empezar a cambiar las cosas progresivamente. Aunque ya te adelanto de antemano que eliminar los ejércitos por ahora no serviría de absolutamente nada, ¿y sabes por qué? Porque como mucho, y aún así con una enorme suerte podríais disolver los ejércitos de España, de Europa como demasiado (y nisiquiera Europa entera, especialmente las zonas del este), pero ¿creeis que el dictador que gobierna Zimbabwe, por ejemplo, se librará de los suyos, y dejará de oprimir a su pueblo tan solo porque se lo pidais por favor? Pues lo dudo horrores. Es más, seguramente después de recibir la petición (si la haceis en persona), os fusile. Así, sin más. ¿De qué tendría que temer, si no somos ya una amenaza para él? ¿Y qué cambiaría en la vida de los zimbabwenses exactamente con la disolución de nuestro ejército? Y más aún, en caso de que el pueblo de Zimbabwe mismo se rebelara contra su dictador, ¿creeis que sin apoyo de fuerzas internacionales tendrían un mínimo de oportunidades contra su propio ejército? Y aún lo digo contando con la suerte de que algunos militares se subleven también (cosa que dudo, porque les tienen muy bien pagados), que si son minoría o directamente no hay ya ni te cuento...

        Moraleja: Ejércitos sí, pero siempre formados y comandados por gente con honor, y que respete a su pueblo por encima de su propia vida. Y nosotros tenemos la inmensa suerte de que el 90%, si no más, de nuestros oficiales, piensan así.

        Por cierto, justamente por lo que te acabo de decir, me parece un poco crédulo de tu parte lo de que «si se afrontaran unos cuatro o cinco problemas globales que existen hace muchos años, el ejército como institución sobraría casi en su totalidad». No te lo tomes a mal, aprecio mucho a las personas como tú, las cuales creen que el mundo es, básicamente, algo bueno, y formado por buenas personas. Pero por desgracia no es así, y a veces las buenas personas nos tenemos que sacrificar y luchar contra las malas (aunque, a decir verdad, eso de «malo» y «bueno» me sigue pareciendo un binomio bastante irregular, teniendo en cuenta sobre todo que los filósofos han estado discutiendo sobre este tema desde los tiempos de Sócrates, y aún no se han puesto de acuerdo), con las armas. Por supuesto, si algún dia se declara la paz y armonía mundial, entonces las dejaría, como no, pero yo seré quien apague las luces, y cierre la puerta (es cuestión de que la legitimidad de las armas la tiene aquél ejército realmente «virtuoso» (que tenga virtudes, vamos, el honor, la honestidad, sentido de la justícia, etc), pero claro, como en este punto, el mundo tampoco estaría de acuerdo unánimemente en qué ejército es virtuoso y cuál no lo es**, pues como que estaríamos en las mismas).

        Para acabar, cabe decir que las críticas están muy bien (al fin y al cabo, detectan errores y te ayudan a mejorar), pero una cosa es criticar, y otra desprestigiar. En Irak***, por ejemplo, la gente de allí estaba simplemente alucinada por el buen trato y buen rollo general que les ofrecíamos. En Indonesia otro tanto, elogiando sobre todo nuestro sincronismo y efectividad. Pero claro está, eso no se incluye en el libro seguramente. Y me gustaría saber por qué. Y te recuerdo que ese es un papel también que jugamos en las misiones de paz, y el más importante. ¿O es que a partir de unos casos en concreto nos vamos a poner a globalizar, y a decir que los soldados y oficiales sólo vamos a las misiones humanitarias para «pillar cacho», y traficar con drogas?

        Respecto a mi graduación, he de decirte que estoy estudiando en la ANM (Academia Naval Militar), de Marín, Pontevedra (aunque ahora estoy de puente en Barcelona), de la cual saldré como teniente, y podré subir tán alto como me apetezca. Obedeceré órdenes, sí, pero también mandaré yo. Por suerte, tengo dos mantras al respecto: 1) Confío en que los oficiales a los que esté al mando sean buena gente, y por ahora tengo pocos motivos para pensar que no será así, y 2) Me importan mucho más las órdenes y el trato que YO dispense a mis subordinados, que el que me dispensen a mí, porque es lo primero lo que realmente me define como persona. Y yo, por supuesto, voy a hacer lo imposible por honrar a mis subordinados, y hacer que trabajen agusto conmigo, y así, como no, honrar a ese gran cuerpo del Ejército Español que es la Infantería de Marina :)

        Un saludo.

        *La información es poder ;)

        **Aunque la ONU es un buen candidato para decidirlo...o eso creo.

        ***Que conste que no apruebo ni por asomo la participación en esa guerra.

        • 9 de diciembre de 2005 17:23

          Hola, otra vez, no sé si creerme nada de lo que cuentas. No hace falta que des tantos datos sobre tu futuro profesional porque no es necesario. No sé si creermelo porque la verdad es que una gran parte de tu comentario da la razón a las críticas antimilitaristas contra el ejército y el modelo de sociedad que sostiene.

          O sea que es verdad que es mentira, que el ejército no está al servicio del pueblo, ni se cultiva la solidaridad, el compañerismo y el amor al prójimo en forma de aventura acompañada de armamento del último modelo.

          Por supuesto que yo ya lo sabía hace muchos años, pero hay mucha gente que no y la teoría que justifica la existencia del ejército es que las cosas son como dicen los anuncios o como formulan muchas de nuestras leyes que suelen sonar tan bien como los anuncios aunque la realidad sea igual de distinta.

          Si verdaderamente te das cuenta de que todo es mentira, como poco estás siendo cómplice de una mentira.

          Reconoces que el ejército es un trabajo y que, según donde te toque, lo puedes pasar mal. Que la mayoría de la gente está ahí por el sueldo y que lo que busca es un buen sueldo donde estar más o menos cómodo con mandos simpáticos y sin arriesgar mucho o algo así pareces querer trasmitir.

          Tal y como lo planteas pues si, hasta cierto punto es como cualquier trabajo, pero es que te vuelvo a recordar que vuestro trabajo consiste en recibir órdenes entre las que se incluyen participar en acciones armadas, en guerras, en la represión de cualquier forma de disidencia, etc., etc. y que cuando os vais a las llamadas misiones humanitarias, cobráis más todavía y además vosotros mismos os quejáis de que claro, el ejército no es una O.N.G. y os gusta la acción(vuestra acción consiste fundamentalmente en bombardeos, ataques, arrestos, internamientos etc.,etc.).

          No sé si te das cuenta que el trabajo de los militares consiste, fundamentalmente en aprender a matar a las órdenes de poderes que no controlais y que están en el marco de una sociedad con profundas desigualdades y conflictos en los que vuestra presencia armada contribuye a atizarlos.

          Tus reflexiones sobre el modelo de sociedad actual me parece que son excesivamente localistas. El Estado Español está en la O.T.A.N. y, aunque ahora simulen llevarse mal, estamos en la órbita de los Estados Unidos y del conjunto de potencias europeas que mantien unos intereses encaminados a dominar el mundo, no para lograr el bienestar de su población sino para mantener a salvo una serie de intereses económicos y políticos que son los que se defienden en las intervenciones militares de cualquier tipo que ahora están en marcha. Si hay una dictadura o deja de haberla en el mundo está dentro de esos intereses. Se derrocó a Hussein que posiblemente era un dictador pero el recambio no va a traer la paz al pueblo de Irak.

          Desde mi perspectiva, no creo que el sistema este preparado para que el pueblo, la sociedad, la gente podamos controlar al poder tan alegremente como tú pareces decir. El poder tiene los suficientes medios para mantenerse por encima de partidos políticos más o menos de derecha, izquierda o centro en el nombre.

          Sobre tu moraleja, decirte que tú mismo la has deshecho en tus párrafos iniciales. Si estáis allí para trabajar, pues hacéis lo que os mandan y ¿qué es el honor?. Yo entiendo de valores y de ética y si se valora la dignidad de las personas y se está por la igualdad y por el desarrollo comunitario y la paz entendida como justicia. Cuando habláis del honor me parece que os referis a otra cosa en la que no se asegura la dignidad de todas las personas sino sólo la de unos pocos.

          Me pasa lo mismo con la vocación militar, ¿qué es eso?, sentir una extraña excitación cuando se lanzan bombas sobre una población(lo cuentan así algunos pilotos militares). Pues yo a eso lo llamo crueldad, instinto asesino, falta de conciencia social, humana.

          También puede ser que la vocación militar sea humanitarismo como al actual ministro de defensa le gusta dar a entender: pues entiendo que eso puede concretarse en opciones profesionales dentro de la sanidad, la educación, los servicios sociales y en un compromiso crítico con los gobiernos del mundo que legitiman y hacen que se perpetúen regímenes injustos cuando orientan sus actuaciones por intereses económicos y políticos.

          No creo que el mundo sea básicamente bueno. Al revés, el mundo lo hacen las personas que viven en él. El problema es que ahora no se valora por igual la realidad de muchas personas. Hay ricos y pobres, blancos y del resto de las razas, barrios lujosos y chabolas, países con petróleo y sin petróleo... muchas situaciones y según donde te toque vas a ser más feliz o menos y eso es lo que hay que denunciar. La realidad es que el interés de unos pocos mantiene oprimido al resto del mundo y los ejércitos tienden a estar en el bando de los opresores, de los que mantienen la situación tal y como está.

          Tampoco entiendo tu división entre buenos y malos. No soy yo el que la hago. Yo divido al mundo entre Norte y Sur en cuanto a desarrollo y entiendo que eso es lo que hay que combatir con la fuerza de la razón de la acción directa noviolenta. Me parece respetable que te tengas a ti mismo como buena persona; yo también me considero a mí mismo como tal y nunca he pensado en tomar las armas para construir ese mundo más justo que persigo; asumo mi compromiso para lograrlo y no creo que los uniformados con armas a las órdenes de la O.T.A.N. o de un Consejo de Seguridad de la O.N.U. donde determinados países tienen derecho de veto, contribuyan a esa justicia. No por tí en particular sino por el marco político y económico en el que estáis envueltos y que es el que se defiende.

          Creo que, en la medida de lo posible, hay que salirse de ese marco para criticar, denunciar, protestar e ir construyendo alternativas.

          Al final de tu segundo comentario, parece que vuelves a libro para preguntar porque no se destacan otras misiones realmente humanitarias que si debe realizar el ejército. Hombre, quizás el autor de libro sabe que esas excepciones positivas son las que se publicitan al máximo en todos los medios, en reportajes monográficos y portadas de todo tipo. Seguramente no se deberían de generalizar ni unas ni otras, el problema es que hay mucha desigualdad, a favor del ejército a la hora de difundir unas y otras. En cualquier caso, mi crítica fundamental sigue yendo al fondo de la cuestión y va más allá de lo que un militar en concreto más o menos amable y simpático o por el contrario, cruel y sin escrúpulos, pueda llegar a hacer.

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